Capítulo 4

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Unos días antes de la actualidad.

Papa estaba equivocado. Aquello no era una simple mala cosecha, la aldea, los terrenos, todo está enfermo. De los árboles solo crecen frutos negros como el carbón, que se quiebran en cenizas con tan solo tocarlos y tan tóxicos como el más mortal de los venenos.

Por desgracia, el consejo no permite que nadie salga de la aldea. La falta de poder del amuleto está consiguiendo consumir cada pedazo de tierra. Muy poco es el espacio que queda sano y dudo mucho que lleguemos al siguiente invierno con la poca comida que queda. La población está empezando a impacientarse, esperan un cambio o una solución y pronto. Pero no solo la aldea se está desmoronando, mi familia también. Poco a poco, fui perdiendo relación con mi padre y el abuelo murió poco después de cumplir los quince años, pero nada pudo acabar con su alegría y el sarcasmo de sus mañanas. No sé cómo, nunca quiso explicármelo pero después de su muerte se transformo en un frondoso árbol. Uno que podía hablar.

Se encontraba a la entrada del bosque, cerca del lugar donde había sido enterrado.

Aquel día como siempre, fui a visitarlo, cualquiera que me viera pensaría que estoy loca al hablarle a un objeto inanimado, pero tampoco nada de lo que nos ocurría es que fuera muy normal.

— Abuelo— dije sonriente cuando me senté sobre las raíces que sobresalían de la tierra.

— Hola pequeña— dijo bajando una rama y me ofreció una manzana. — Cuéntame, ¿Algún cotilleo nuevo? ¿Stephanie rompió ya con Mike?

— Que va, siguen juntos y ya sabes lo de siempre.

— Tu padre— respondió él siguiéndole con un suspiro.

— Y el consejo, esa gente está loca— afirme.

— Y que lo digas y nos tachaban esa etiqueta a nosotros.

— Hipócritas.

— Tampoco les culpo, son débiles de mente.

— Pero no se hacen cargo de su responsabilidad, ya me gustaría a mí poder hacer algo.

— ¿Y qué hago? ¿Me como mis mocos y hago que salga una nueva plantación que nos quite el hambre y sea muy nutritiva? No soy una bruja abuelo.

— Podrías ir a buscar el talismán.

— ¿Y el final del arcoíris también? Jamás me permitirán salir de aquí. Esta todo absolutamente vigilado con lo que se refiere a las puertas. Además saben que me quiero ir, apenas me quitan el ojo de encima.

— ¡No me hables así! Soy tu abuelo, no el señor Warren que quiere pedir tu mano— dijo riéndose de mí. Estúpido. Warren era uno de los guerreros del pueblo y también uno de los mayores cretinos del planeta—. además te escabulles para verme.

— ¡Deja el tema ya! — dije roja a causa de la ira —me arrepiento mucho de habértelo contado ¿En qué diablos pensaba?

— ¿En ese momento? No lo hacías querida. Aunque debo decir que es muy guapo ¿Ni para una noche? Pobrecillo se va a llevar un fiasco.

— ¡Abuelo! ¡No! ¡Basta! Dejemos el tema y sí es atractivo pero en cuanto abre esa bocaza te dan ganas de comer una de esas frutas intoxicadas.

— Bueno, cálmate, que ya nos hemos desviado del tema.

— Para variar— dijimos a la vez— piénsalo— me dijo esta vez serio— eres la única persona cuerda que queda.

— Me lo pensaré — respondí unos segundos después. — Debería irme— tanto él como yo nos habíamos quedado callados y yo ya no sabía que más decir. — Deben de estar buscándome.

— Está bien, buenas noches hojita— y sin más dilación me fui de nuevo al interior de aquellas fronteras que cada vez parecían ser más pequeñas. 

La elegidaWhere stories live. Discover now