Capítulo 10

824 89 1
                                    

—Arriba princesa, tenemos que irnos—escuché como Izan abría las ventanas y la luz me obligo a entrecerrar los ojos con fuerza, como detestaba que me hicieran eso.

—Mmm— gruñí refunfuñando unos extraños sonidos— un ratito más.—me quejé. Me arrebataron las sábanas suaves y calentitas.

—Vamos, tienes cinco minutos. Te espero fuera o dentro si quieres que vea como te quitas ese pijama.

—¡Fuera!—sentencie. No se como lo hice, pero en el tiempo estimado que me dio (entre nosotros, multiplicado por tres) pude: vestirme, lavarme la cara y coger mis cosas.

— Ya estoy—afirme mientras me hacía un moño alto.

— Te has puesto el jersey al revés.

— No jodas. — miré la parte de arriba rosada y grande que me cubría, estaba en bien puesta. Enarque una ceja buscando respuestas a su supuesta broma y él me sonrió marcando sus colmillos.

— Bien princesa, tu decides. ¿A dónde vamos primero?

— ¿Vas a seguir a una adolescente hasta el fin del mundo y ni siquiera te has molestado en mirar por donde tenemos que pasar?— El susodicho asintió.

— ¡Izan! — La misma chica de la otra vez salía de la cabaña de al lado. No me había fijado hasta ahora, ya que no había salido de aquella casita en todos esos días pero el poblado estaba formado por cabañas del mismo diseño; todas campestres y rodeadas de naturaleza, había algunas con su propio huerto.

Aún así, no había nadie. Supongo que estarían durmiendo, apenas había salido el sol, el cielo todavía se veía anaranjado, tal y como me había dicho.

— No me puedo creer que fueras a irte sin despedirte— declaró disgustada. Ambos se unieron en un abrazo. Ella quedó enterrada debajo de él, era enorme y apenas solo se podía distinguir la cascada rubia de la chica.

— Cuídalo bien — me sonrió, tenían los mismos ojos blancos, le sonreí de vuelta.

***

Ya hacía rato que nos habíamos introducido en el bosque y yo no había tardado en colocarme la bufanda...¡Qué frío! No me quería ni imaginar cuando se hiciera de noche.

— Si te llevase iríamos más deprisa.

— Perdona porque tu metabolismo sea mejor que el mío, seas más fuerte y no te estás helando. Ha de ser muy duro para ti.

— No hacía falta que agradecieras con tanta amabilidad mi generosa oferta.

— Suelo ser así de placiente.

Él me adelantaba por algunos metros y aún así sabía que iba despacio para no perderme de vista, aunque todavía seguía sin comprender porque había decidido acompañarme.

— A propósito, ¿por qué has decidido venir conmigo? — Se paró y esperó a que llegase a su lado. No sabía si era porque estaba cansada pero ahora me parecía mucho más alto e imponente.

No dejaba de hiperventilar y el frío no ayudaba para nada, en cambio él parecía como una roca, en ningún momento pude apreciar en él signo de debilidad o cansancio.

— Podrías responderme sabes— dije captando su atención.

— Y tu podrías ser menos cabezota y dejar que te llevase. Iríamos más deprisa, se nos está haciendo de noche. No estarías sintiendo la pesadez de tus músculos ni como estos apenas te responden por culpa el frío y tal vez conservarías algo de tu orgullo y dignidad. — como no se callase, me iba a enfadar con él, que no hubiese venido o que me dejase sola y volviese atrás. Había venido por voluntad propia e iba a ser él quien tuviera que adaptarse a mí.— sobre tu pregunta anterior, simplemente hago esto porque quiero y te recuerdo que mi pueblo sufre también. Esto nos afecta a todos.

— Sí, pero podrías haber enviado a otro. No me creo que no tienes más responsabilidades que ocupen tu tiempo rey lobo, además no llevamos ni un día y ya estas harto de mí.

— Para su información princesita humana, he dejado a mi hermana al mando, sabrá apañárselas. También deberías saber y alegrarte de que en el caso de haber enviado a otro, ahora mismo no podrías ni andar de lo que te escocerían las piernas.

— ¿Insinuas que...?— me daba pánico terminar aquella frase.

— ¿Te hubiesen montado? — pregunto serio, aunque parecía más una afirmación, ni siquiera me estaba mirando a la cara, estaba concentrado mirando el suelo. — Que no te quepa la menor duda; eres joven y podemos oler que no hay un macho en tu vida.

— No sabía que tu pueblo era una panda de violadores hormonados en serie. — le conteste, haciéndome la indiferente pero por mi tono se notaba mi enfado ¿como era capaz de decirme aquello y estar tan tranquilo?

— Y no lo somos, no te equivoques. Al contrario que tu pueblo, nosotros tratamos con respeto a nuestras mujeres, en muchos casos a vosotras os matan y os hacen cosas peores. No las pegamos y no olvides que he dejado a mi hermana al cargo. Una mujer. ¿Me gustaría saber cuantas mujeres de tu pueblo participan en la política? — Aquello me dejo sin palabras. Era cierto que los humanos todavía nos quedaba un largo camino en el que mejorar, pero eso no justificaba las afirmaciones anteriores sobre su pueblo. —Lo que ocurre, es que podemos llegar a ser muy persuasivos. Jamás montamos a una mujer sin su permiso y si sabes algo de nuestra cultura también sabrás que no podemos ser infieles, una vez que conozcamos a nuestra pareja de vida. Nos duele el corazón con solo pensarlo.

En ningún momento bajo ni subió de tono. Su voz constante sonaba demasiado bien, tranquila pero captante y persuasiva. Ninguno de los dos volvió añadir palabra alguna después de aquello.

Una hora más tarde se nos estaba haciendo de noche. Junto a un árbol, él dejó sus cosas y me ayudo a dejar las mías. Apenas podía ver de no ser por el fuego que encendió gracias a mis cerillas, más tarde.

Después de cenar, me guió detrás de un árbol.

— Haz lo que tengas que hacer aquí— dijo. Me sonroje al comprender a qué se refería. — En la otra dirección tal y como sopla el viento lo estaré oliendo toda la noche—minutos más tarde regresó y me acompañó de nuevo hasta la hoguera pero solté su mano en cuanto pude ver de nuevo gracias al fuego. Por alguna extraña razón su tacto era demasiado agradable, y aquello no me gustaba. Finalmente, cogí las mantas con las que me había estado topando desde el inicio de mi viaje y me quede dormida.

¡Aloha! Se que llevo un par de días sin actualizar pero no estoy en mi casa y la wifi me va fatal. De nuevo, espero que esteis disfrutando la lectura, ahora subiré dos capítulos más si el ordenador me lo permite. 

La elegidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora