Capítulo 19

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El mercado era ruidoso, abarrotado de gente y puestos pero sin perder su toque medieval y antiguo.

Nunca antes había estado en uno tan grande como este, y me sorprendí en parte por encontrarme tantas y diferentes especies que iban a su bola pero, que al fin y al cabo convivían en el mismo lugar.

El ambiente olía a especias, a plantas aromáticas y gente. Entre la multitud se distinguía una fina capa de polvo que levantan las numerosas pisadas. Y los gritos de los mercaderes intentando vender sus productos llenaban el lugar; desde gallinas hasta piedras preciosas que te dejaban embobada, algunos también aseguraban que podían leer tu futuro y otros gritaban que el apocalipsis se acercaba mientras eran ignorados.

Todo aquello me iluminaba los ojos. Todo lo que podría aprender de cada una de las personas que estaban allí, a saber todo lo que podrían contar.

De vez en cuando recibía algún empujón por parte de Izan para apartarme cada vez que pasaba un caballo o carruaje. Todavía no sabía exactamente hacia dónde nos dirigíamos pero deduje que intentaba arrastrarme en dirección al puerto, donde encontraríamos otro barco.

Nos habían dejado en un puerto donde desembarcaban mercancías y a nuestro aire habíamos llegado a la ciudad donde nos habían hablado de varias personas que podrían llevarnos.

Un chimpancé que llevaba un señor al que le faltaba un brazo y una barba espesa le cubría el rostro, me tiró del pelo, para luego reírse a carcajada limpia. Desde luego, era peculiar este sitio.

Como decía, teníamos que ir a otro puerto. No estaba muy lejos de donde estabamos y esperaba que al anochecer pudiéramos quedarnos en un hostal para viajeros y dormir un rato en una cama corriente.

Estaba agotadísima. También deseaba con todas mis fuerzas bañarme y quitarme esta ropa que no cambiaba desde hacía días. Aunque mis pintas no sonaron muy bien, he de decir que no destacaba ni desentonaba de la multitud.

Izan, que era el que me guiaba tirando de mi brazo, nos introdujo dentro de un callejón estrecho pero afortunadamente no tan caluroso, agobiante y poblado.

Parecía una tranquila calle, llena de viviendas. Me preguntaba como sería vivir allí, seguramente estarías cansada del ruido pero sería muy emocionante, cada día ser ver algo nuevo.

Una sombra se escurrió y de un momento a otro me encontraba en el suelo. Unas manos ásperas me habían empujado arrebatándome algo que no me percate de lo que era hasta que no vi el mango entre sus dedos brillar mientras el ladrón salía por patas.

Me había quitado la espada.

Sin ser consciente de ello, ya había echado a correr detrás de él. No tarde mucho en alcanzarlo, era rápido esquivando a la multitud, pero yo mucho más.

Conseguí quitársela y acorralarlo contra la pared. A pesar de la situación, la gente no hizo caso, algo que me sorprendió muchísimo.

— Ni se te ocurra volver a cogerla — le advertí furiosa. Juraría que en mi ojos saltaban chispas en aquel instante. El tipejo me sonrió. Llevaba una chaqueta gris agujereada, el pelo rapado al cero tapado con un gorrito y una barba creciente alrededor de su boca en la que se podía apreciar algún diente roto.

— Cómo iba a dejar escapar una belleza como esa— admitió — tenía que intentarlo al menos — terminó por decir, refiriéndose a la espada.

Izan lo cogió del cuello con facilidad y lo alzó en el aire.

— Espero que al menos nuestro encuentro sirva para algo— susurró con voz amenazadora que hasta erizo mi piel. — Ahora dinos, dónde está el puerto, más te vale no mentir.

— ¿O sino que? — pregunto, Izan apretó aún más fuerte, hasta que le rostro de aquel hombre se transformó en una mueca. Le cogí del brazo en advertencia de que parase, y pareció relajarse ante mi tacto. — Sigue recto, dos calles más abajo lo encontraras — termino por decir. Instantáneamente le dejamos allí y nos pusimos en marcha.

El atracador tenía razón en poco tiempo llegamos y nos sentimos un poco estúpidos al darnos cuenta de que habíamos estado andando en círculos.

Fuimos preguntando a personas que aparentaban fiabilidad y con suerte dimos con un nombre "Robert Fox". Era el capitán de una de las naves que se encargaba de llevar a los desertores, pero seguíamos sin saber cómo llegar hasta a él.

— Será mejor que continuemos mañana— puntualizó Izan— se está haciendo de noche.

Conseguimos quedarnos aquella noche en un hostal e Izan pidió  algo de cenar.

— Me he dado cuenta de que apenas se sobre ti— declaro Izan. Arquee la ceja ante su confesión, habíamos pasado tanto tiempo juntos que ni me había percatado.

— Ignoraba que te interesase mi vida— dije antes de darle un sorbo a mi vaso de agua.

— ¿No vas a preguntarme por la mía o a contarme sobre la tuya?

— ¿Qué quieres saber?— pregunté soltando el vaso y tumbandome en la mullida cama individual.

— Me gustaría saber acerca de la pesadilla que tuviste el otro día.— susurró. No pude evitar mirarle a los ojos y sentir una mirada de peligro y seguridad al mismo tiempo. No quería que sacara ese tema. — Pero hay algo que me dice que no vas a responderme a eso.— sus ojos brillaron y sin quererlo las palabras salieron de mi boca.

— ¿Por qué tus ojos son blancos?— No quise ver su expresión de asombro e incredulidad, pero pude imaginármela perfectamente.

— Es algo de familia, viene de las más antiguas generaciones — explicó. Su voz se había vuelto más seria, sabía que estaba caminando por un sendero por el que no debía, así que decidí dejar la conversación en el aire e irme a dormir tan pronto como me fue posible, aunque se me hizo imposible hundirme en el sueño. 


¡Aloha! Ya estoy aquí de nuevo, quería anunciar que queda poco para el final :) 

Instagram: Angelsetfree_

La elegidaWhere stories live. Discover now