Capítulo 24

680 78 6
                                    

— ¿Quiénes sois? — pregunto curioso el volcán.

Seguía alucinando. Apenas podía creerme que aquel volcán pudiese hablar. No era tan inusual que una fuerza de la naturaleza se fusionara con un ser que había fallecido, tal y como había hecho mi abuelo con un árbol. Pero me preguntaba cómo de grande debió de ser aquella vida para integrarse en un volcán pues aquello sino me equivocaba era muy difícil y era necesario la magia negra para conseguirlo.

— Soy Saf, humana y el es Izan, un hombre lobo. — tuve que gritar un poco, el ogro no paraba con sus berridos.

— ¿No están vuestros campamentos un poco lejos de aquí? — preguntó.

— Bastante, pero no importa. Después de devolver el Talismán regresaremos.

— ¿Cómo hacemos para convencer a tu amigo para que nos deje pasar? — preguntó Izan.

— Esta difícil, pero ahora hablaré con él. — su voz se había vuelto más amable. — ¿qué papel tienes en tu manada chico?

— Alfa. — Juraría ver una especie de sonrisa en la mueca que hizo la montaña.

— Ogro, ¡ven aquí! — Le llamo. El volcán nos hizo una señal para que entráramos con la mirada. Su interior era lúgubre y húmedo.

— Ha sido muy simpático, ¿no te parece? — le pregunté.

— Demasiado. Espero que esto no sea ningún tipo de trampa.

Nos adentramos aún más en aquel pasadizo, en el que después de caminar durante dos horas parecía no tener fin. El talismán volvió a palpitarme en el pecho, cada vez que se ponía más caliente.

Seguimos andando hasta que no encontramos que el mismo camino se dividía en tres.

— ¿Ahora cuál escogemos?

— Ni idea, Saf.

Cogimos al azar la ruta del medio que nos llevó a un muro cerrado que nos hizo retroceder hacia atrás.

— Esperemos que el que elijamos ahora sea el correcto. — yo asentí inconsciente, seguía enojada con él. Y aunque sabía que no iba a estarlo para siempre quería hacerle sufrir un poco, y que tomará de su propia medicina.

Por algún motivo, me costaba estar enfadada con él. Tenía miedo de que fuera aquel vínculo de compañeros que nos unía el que me impedía estarlo. Me gustaba tomar mis propias decisiones y no depender de una especie de magia antigua. Quería asegurarme de que tenía el control de mi cuerpo.

Finalmente, íbamos a tomar el camino izquierdo cuando una voz se expandió por aquellas paredes de barro.

"Derecha"

Ambos no miramos perplejos y nos lo pensamos antes de dar un paso adelante.

— ¿Le hacemos caso?— preguntó.

— No lo sé— admití.

"Hacerme caso imbéciles"

— ¿Soy yo o es el volcán?

Asentimos a la vez e Izan fue el primero en adentrarse en el túnel. No había ninguna diferencia entre lo que habíamos recorrido hasta ahora exceptuando por unos luminosos cristales azules que a pesar de ser algo sospechosos, aportaban luminosidad.

— ¿Sigues enfadada? — preguntó Izan. Seguíamos sin hablar mucho y me apetecía hablar de lo ocurrido. Pero si lo íbamos a hacer quería que fuese para arreglarlo, no para terminar aún peor.

— Depende, ¿estás seguro de que ya no me ocultas cosas? — escuche como suspiraba fuertemente, y disminuía el ritmo de su paso.

— Ya te he dicho que lo siento. — se disculpó de nuevo, bajando la mirada.

— No es mi intención que te disculpes todo el rato. Tus disculpas están más que aceptadas. Solo quiero que veas el daño que me has hecho. No te pido que me lo hubieses dicho el primer día, pero tampoco el último. Por qué ¿qué se supone que voy a hacer ahora? — hice una pausa, y al ver que no respondía proseguí.— ¿Dejar que me tomes por compañera así sin más? Ya tengo con lo mío bastante como para que ahora encima tenga que dejar a mi familia por un mentiroso.

— No soy un mentiroso. — contestó afligido. — simplemente te lo oculte hasta que yo lo considere oportuno.

— ¿Oportuno? — pregunté irónica — estabas entre la espada y la pared, no me vengas con estupideces.

Que bien me sentí ahora que lo había soltado todo. Incluso notaba como la tensión de mi cuerpo, que llevaba días acumulada junto al estrés, se desvanecía.

— No tienes porque venirte a vivir conmigo, al menos no bruscamente. — me consoló. — puedo darte tiempo para que lo proceses si te es necesario.

— ¿Y luego que? No tendrás una paciencia infinita, tu instinto de lobo terminara por dominarte y a mi se me hace extraño todas estas nuevas sensaciones que estoy sintiendo.

— No es culpa mía que seamos compañeros de vida, para un lobo lo es prácticamente todo. Y esas sensaciones las llevo queriendo sentir toda mi vida, desde la primera vez que te vi las siento. Y te aseguro que no se han debilitado ni un poco.

Sentí como con las yemas de sus dedos tocaban mi mano. Lo hacía con dulzura y deje que la tomara. En el interior de mi vientre volvió a formarse aquella sensación tan extraña, pero que a la vez se sentía tan bien. Me pareció imposible en aquel momento la idea de acostumbrarme a sentirla el resto de mi vida.

Sentí de cerca su aliento, cálido como el resto de su cuerpo. Fue posar ligeramente sus labios sobre los míos y me olvide de todo lo que me rodeaba. Incluso que estaba enfadada con él. Todo se volvió muy intenso después de aquello.

¡Hola espero que estén disfrutando el final de la historia! Pueden dejarme en comentarios una crítica, a ser posible constructiva ¡Muchas gracias!

Instagram: Angelsetfree_

La elegidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora