Capítulo 8

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Sus penetrantes ojos seguían observandome y en ningún momento relajo el brazo, de hecho me estaba empezando a apretar con demasiada fuerza.

- ¡Izan! ¡Sueltala! ¿No ves que le estas haciendo daño? - como si regresara a su cuerpo y retomara el control sus ojos cambiaron de oscuro a claro y rápidamente me soltó.

Mi vista bajo de inmediato al lugar donde me había agarrado; tenía la piel roja y azulada, estaba segura de que me saldría un moretón bien grande.

Me enfurecí, conmigo misma por no haberle parado, pero el orgullo me pudo, no iba a permitir que viera como su fuerza podía con la mía. Iba a plantarle cara pero cuando quise acordar él estaba saliendo enfurecido de la cabaña y su hermana lo seguía.

- No te muevas de aquí - me ordenó y salió detrás de él, aunque ya se había metido dentro del bosque.

No regreso hasta 10 minutos después en los que me pregunte porque me había sentido paralizada en el mundo con tan solo el tacto de su mano. Me indignaba no haber podido controlar la situación cuando yo tenía un objetivo en mente. Aunque al menos él también sintió lo mismo tal y como pude ver; seguramente sean las hormonas que expanden como licántropos, tal y como leí en mis libros.

- Veo que me has hecho caso- me interrumpió la misma loba que antes. - Déjame ver ese brazo... No tiene muy buena pinta y encima tu no te curas como nosotros.-Subió la manga de mi camiseta hasta arriba dejando ver el moretón que parecía haberse extendido, incluso entrecerre los ojos al ver el mal aspecto que tenía y la grima que daba.

-¡Hijo de puta! - grito. - Verás cuando llegué, tranquila voy a ponerte algo para el dolor- me dijo con una sonrisa cálida.

Se acercó a mí con un vaso de agua y una planta muy extraña, pero reconocí la forma de sus hojas ¡era la planta del sueño! No se podía aplicar así como así, en nuestra aldea la tratábamos muy bien para ello.

- No te me acerques con eso - le pedí. Podría estar muriendome de dolor pero me negaba a quedarme inconsciente de nuevo, a saber qué harían conmigo.

- Confía en mí, no te pasara nada - ¿En ella? Acababa de conocerla ni siquiera sabía su nombre. Intente correr hacia la puerta pero era demasiado tarde. Ella era muy rápida y yo lenta. Colocó su mano sobre mi garganta obligándome a abrir la boca, sentí como echaba agua y la hoja en pedacitos. Lo escupí, la llevaba clara si creía que iba a domarme con tanta facilidad. Sin embargo, apretó más su mano y la segunda vez no me pude resistir, no podía respirar y estaba segura de que estaba tan roja como un tomate. Lo trague todo y comencé a toser.

- Es por tu bien - me dijo antes de cerrar los ojos, tenía la cara empapada con restos de la hoja que había escupido.

***

- Más te vale controlarte con ella ¿me oyes?

- ¿Y me lo dices tú a mí? Que casi la matas.

- Esta estupendamente, esa planta le ha sentado como abono al huerto. Además peor hubiera sido que se hubiese largado con el moretón, ¿no crees?

"Controla tu respiración"

- ¡No hay quien te soporte!

- ¡Eso! No vayas a preguntarle por qué está aquí o a donde va, págalo conmigo, como siempre.

- Oye no te pongas así...

- ¿Así como? Es humana sino sabe lo que somos explicaselo...

" Que piensen que sigues dormida"

- ... Y lo que eres para ella y viceversa, no creo que tarde en despertar.

Se escuchó un portazo. " Mierda, mierda... ¿Ahora qué hago?"

Abrí los ojos esperando encontrarme sola pero a mi mal parecer eso no era así.

El chico estaba sentado en una silla mirándome fijamente, espero que no tenga esa costumbre...

- Quiero hacerte unas preguntas - Me dijo. Su voz sonaba a obediencia, resultaba muy intimidante.

- ¿No crees que al menos debería presentarte? Yo ya dije cómo me llamaba antes de que me prefirieras inconsciente. - Escuche como gruñía, sonreí, aunque ese momento duró unos segundos. Miré por la ventana y pude ver que era de noche ¿Cuánto había dormido?

- Me llamo Izan, Alfa de la manada del Bosque Maldito, hijo de Luka. Ahora serás tu quien me responda ¿te parece? - me enseñó sus dientes, eran tan afilados como su rostro; sus orejas eran pequeñas y el pelo revuelto le hacían parecer un adolescente, pero las venas que se marcaban en su cuello y la mandíbula tan pronunciada le daba un aspecto fiero.

- No.

- No era una pregunta, y más te vale ser breve.

La elegidaWhere stories live. Discover now