Capítulo 11

795 85 0
                                    

Por un momento todo estaba oscuro. Sentía como si estuviese flotando y mis sentidos eran tan inservibles como mi cuerpo .

Escuche un sonido, de hecho lo recordaba perfectamente. Era el aullido de dolor de aquel lobato gris que salve cuando era pequeña. De repente, todo cambio como quien está en un teatro y hacen cambio de escena.

Ahora estaba dentro de un cuerpo. Mire mis ropas, llevaba un vestido sencillo azul con un volante al final de este. En la mano tenía unas pinturas e inconscientemente estas se movían, no podía controlar nada de lo que hacía. Termine de dibujar. Había pintado el mismo que lobo que hacía cuando tenía seis años. ¿Qué estaba pasando?

Me desperté sofocada, la garganta la tenía seca y quien sea que fuese estaba sujetando mi mano con la suya, muy cálida por cierto, supe que era Izan.

— ¿Estas bien? Has tenido una pesadilla, no es nada— y entonces lo comprendí. Yo era aquella niña que pintaba y llevo ese vestido azul. Había revivido uno de mis recuerdos, un momento de mi infancia. Para mi desgracia, el día anterior a la muerte de mi madre.

No podía gesticular nada y dudaba que algún sonido convincente fuese a salir de mi boca, así que solo asentí.

Intentando evitar que se diese cuenta de que temblaba como un flan, recogí cuidadosamente mis pertenencias y de nuevo nos pusimos en camino, ya quedaba poco para llegar al mar, donde cogeríamos un barco.

— ¿Vas a seguir mi consejo y dejar que te lleve o seguirás siendo igual de orgullosa?

— Llevame si tanta ilusión te hace— sentencie burlona. No me encontraba bien después del sueño de anoche, todavía tenía el malestar en mi cabeza y prefería que mantuviera su boca cerrada.

— Como quieras, pero mejor en la espalda, así tendre ambos brazos libres. — Hice caso de su petición y su paso acelero mucho más rápido de lo que nunca figure, apenas podía distinguir la forma alargada de los árboles.

Ninguno de los dos hablamos más, supuse que sabía que me sentía incómoda a pesar de que no me pregunto nada acerca del sueño. Tampoco esperaba que lo hiciese, de hecho veía estúpido la importancia que le estaba dando al tema pero por mucho que lo intentase no conseguía sacarme aquel pensamiento de la cabeza.

Llevábamos alrededor de una hora caminando (bueno, más bien él) cuando me pareció escuchar el sonido del mar y las olas. De hecho, había acertado. En poco tiempo nos encontrábamos al borde de un acantilado.

— Pienso, que deberíamos parar a comer y descansar un rato — sugirió Izan.

— ¿Estás cansado? ¡Habermelo dicho antes! Hubiese andado un rato— Que mal, no me había preguntado si estaría agotado de llevarme pero en ningún momento había bajado el ritmo.

— No es por eso, es la hora de comer, supongo que tendrás hambre— dijo molesto— No dudes de mi fuerza, es desagradable cuando me compraras con los machos de tu especie, yo soy diferente.

— Perdona — me disculpe rodando los ojos— no estoy acostumbrada a ver cosas así y muchos menos a tratar con vosotros, todo lo que se lo aprendí por los cuentos que me contaban de pequeña— admití.

— De acuerdo, pero evita hacerlo. Si alguna vez tienes una pregunta puedes hacérmela, ¿sabes? y lamento si antes he sonado muy brusco, pero no nos gusta que nos tomen por débiles. Si estoy cansado, ya te lo haré saber.

Nos sentamos en el suelo bajo el tronco de un árbol. La estación invernal se acercaba dando a su fin el otoño. Lo sentía en la corteza de este, estaba helada y a causa de la caída de las hojas en la anterior estación ya tenía unos diminutos y sobresalientes bultos por los que respiraba.

Izan, me ofreció un bocadillo de queso. Lo bueno de que me acompañara era que pude recolectar más provisiones para el camino. Aunque si mi memoria no me fallaba, los hombres lobo eran grandes cazadores al contrario de los seres que procedían* por lo que no sería ningún problema.

— ¿Tienes un plan para conseguir un barco?— preguntó mientras le daba un buen mordisco a su comida. Me volví tan blanca como la harina en ese momento, ¡mierda! No había pensado en eso. Negué un poco avergonzada con la cabeza.

— Creo que lo más sensato sería alquilar un barco. — sugirió— y lo antes posible, no soy bien recibido en este territorio.— Asentí de acuerdo a lo que me decía.

—¿Y eso? ¿Qué has hecho? — pregunte antes de pegarle otro bocado al pan.

— Digamos que el alfa que domina a partir de esos árboles es mi hermano— admitió señalando unos árboles que estaban a nuestra derecha— y nuestra relación es muy cercana desde que arruine una de sus fiestas— ironizó.

—¿Qué pasó exactamente? — No me podía creer que se tuviesen tanto rencor por algo así, era solo una fiesta.

— Me acosté con la hermana de su compañera de vida. En un resumen muy breve, nos pillaron y la pareja de ella casi me mata. Somos muy posesivos en eso.— termino de decir mientras masticaba con la boca abierta— En mi defensa diré que no noté el olor del macho en ella, apenas estaba marcada y yo iba algo borracho. Además fue ella la que comenzó a ligar conmigo.

— Creía que no podíais ser infieles.

— He dicho pareja, no compañero de vida, no es lo mismo. Puedes estar con alguien que no sea tu compañero de vida hasta que lo encuentras.— se levantó y estiró sus brazos hacia arriba. Me sonrió de forma picara.

— Bueno, ¿vamos a por nuestro barco, princesa?


* Para quien no lo sepa, los lobos son muy malos cazando. Por si no lo habéis notado en los documentales cuando salen cazan entre toda una manada un cervatillo por ejemplo o pequeños animales.  

La elegidaWhere stories live. Discover now