XXXIII

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El silencio de la noche estaba presente, las palabras de su mejor amigo rondaba por sus pensamientos.
Sus ojos rojos estaban posados a la nada, su cuerpo estaba ahí pero sus pensamientos lo habían abandonado, en verdad que Fire lo había hecho pensar y no es que antes no lo haya pensado, es solo que aunque quiera a su hermano la envidia le consumía hasta los huesos.

—No hay manera de regresar atrás, el show debe continuar.

Las frías y suaves palabras salieron de sus labios, la habitación vacía hizo eco con aquellas palabras, el chico soltó una suave sonrisa solitaria mientras la noche lo acompañaba.

[......]

Un bostezo se escuchó en medio del comedor, la mirada de Ford abandonó su amado periódico para dirigirla al rubio quién estaba somnoliento y aunque llevaba su traje estaba desarreglado.

—¿Y porque pasaste aquí la noche?

—Sixer, eso es cosa privada. —su caminata fue a la mesa, con suavidad movió la silla y tomo asiento mientras cabeceaba ligeramente. —no quieras saber qué pasó anoche.

—créeme que no quiero saberlo, simplemente pregunté el porque de tu visita.

—solo diré una palabra. —sus ojos dorados se dirigieron al mayor de los Pines que los acompañaba. —S-E-X-O~~

Una pequeña sonrisa malvada adorno el rostro somnoliento del rubio quién estaría muerto y mi metros bajo tierra si las miradas matarán.
Ford quién normalmente era clamado y usaba la razón fulminó con la mirada al rubio quién sonreía tan engreído, un carraspeó de garganta llamo la atención de ambos quienes dirigieron su mirada al castaño quién salía con los primeros panqueques y un rojo carmesí en sus mejillas.

—Tío Ford no digas nada por favor. —llevando su mirada a su prometido. —y tú, deja de decir eso.

—¡Pero sino dije nada malo!

—no tienes que andar contando nuestras intimidades. —irritado. —desayunen porque nos iremos a trabajar, hoy hay una junta de accionistas a la cual tienes que estar presente Bill.

El rubio tomo el Maple vertiendola en sus panqueques, después de un suspiro corto un pedazo y lo mordió.

—realmente no quiero ir, no sabiendo que eso creará más discusiones.

—tienes que ir, sino los accionistas que te apoyan se verán obligados a darle su voto a Phill. —tomando un poco de su café, el fuerte aroma de los granos perforaba su nariz, tras saborearlo volvió a dirigir su mirada al rubio pues su nieto preparaba los últimos panqueques.

—realmente la empresa le pertenece a Phill, mí yo de esta época debe pensar lo mismo que yo.

—y aún así tú tampoco quieres que Phill herede la empresa.

El silencio en la habitación se hizo presente, la conversación se había detenido y el sonido de los utensilios de cocina era lo único que ahora resonaba en aquel lugar junto el sonido del reloj.
Bill sonrió nuevamente para dejar de comer, no miro a ver al anciano pero tampoco apartó su vista del platillo que comía; con tranquilidad y honestidad continuó hablando.

—la empresa es suya, sin embargó, aquel que no puede no cuidar a su familia o amarse a sí mismo no tiene el derecho de heredar algo que no sólo beneficia a su ser, sino que tiene a miles de personas viviendo de ella.

—no eres tan idiota como pensé, aunque siendo sincero me sorprende que seas tan noble.

—soy un príncipe, no veo por mí mismo, yo veo por todos mis súbditos y es algo que en esta época se ha perdido. —alzando la mirada al dirigirla al castaño quién entraba al comedor con sus panqueques. —no todos nacemos para hacer lo correcto Sixer.

Después de aquella charla el desayuno continuó animado, Bill solía hacer bromas que aunque no fueran tan graciosos animaba el humor, tras terminar el desayuno y terminar de arreglarse subieron al auto de Ford y marcharon a la empresa, ya ahí los tres estaban frente la puerta de la sala de juntas.

El rubio estaba algo nervioso, sabía perfectamente que los accionistas estaban divididos en dos fracciones, los primeros apoyaban a su persona mientras los segundos apoyaban a Phill Dipper quien miraba al rubio y lo conocía mejor que nadie noto ese nerviosismo, con suavidad volteó a Bill hacia él, la mirada de ambos se toparon.

—no estés nervioso.

—es solo que, esto podría ser un empate.

—Bill, durante el tiempo que has sido William Cipher has demostrado que eres digno del cargo como presidente. —acomodando el saco y la camisa de este con suavidad mientras su mirada se concentraba en dejar perfecto a su pareja. —has hecho todo correctamente sin pasar por encima de alguien, has apoyado y hecho tú trabajo, Bill no sientas nervios, que yo estoy contigo pase lo que pase.

Suavemente la mano de Dipper fue directo a la corbata amarilla de Bill, la cual fue acomodada como debía ser, sus ojos regresaron a aquellos ojos dorados donde podía verse reflejado, una sonrisa dulce se posó en su rostro logrando relajar al rubio quién sonrió y tomo la mano del castaño, el chico simplemente la entrelazó mientras hacía ligeramente puntillas para lograr un pequeño beso, uno que calmaba el corazón del rubio y que le decía "tranquilo, pase lo que pase yo te apoyaré, en las buenas y en las malas, porque al final somos dos almas destinadas a estar juntas."

Tras ese pequeño beso Ford abrió la puerta para los chicos. El rubio tomo firmemente aquella cálida mano para entrar decidido, cuando entró su mirada se dirigió a su hermano quién lo veía de pies a cabeza, el pelirrojo se paró y se acercó lentamente al rubio. Bill por su parte soltó suavemente la mano de Dipper y de igual manera se acercó lentamente a su hermano, ya frente a frente sus miradas demostraban expresiones y sentimientos tan distintos del otro.

—veo que veniste impostor.

—lo siento Phill, pero no puedo defraudar a quienes me apoyan.

El pelirrojo sonrió de lado y se inclinó ligeramente hacia el odio del chico, Bill dejó su cara de póker Face después de escuchar sus palabras.

—si que eres valiente, pero no voy a rendirme, sino te detienes atacare de verdad y como no eres Bill entonces no me contendre impostor.

Después de 3000 años.Where stories live. Discover now