Capítulo 9.

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     La reina Aslaug se había sumido en un sueño eterno antes de poder escuchar a los tamborileros dispersos por el muelle que sería el último lugar en donde la difunta estaría para después adentrarse mar adentro. El drakkar que la llevaría a aquella vida después de la muerte estaba siendo bendecido por entidades religiosas, decorado en su interior con los objetos que la acompañarían en su viaje: racimos de flores, hachas y espadas, joyas preciosas, comida, y animales sacrificados.

La mayor parte del pueblo se encontraba reunido en las costas de Kattegat para poder despedir correctamente a la que fue su reina por muchos años, pero a pesar de los diferentes instrumentos siendo tocados para acompañar a los cantos de hombre y mujeres, podía sentirse el ambiente pesado, como si hubiera una pena que todos se estuvieran conteniendo y ese fuera el motivo por el que nadie derramaba lágrimas.

Para mí, quien ya se había quedado sin lágrimas por derramar, era una situación que sólo podía albergar una gigantesca tristeza en el fondo de mi corazón. Y creía que el dolor se pronunció aún más cuando el drakkan comenzó a flotar mar adentro, llevándose a la mujer que me había enseñado una increíble amabilidad a pesar de que yo sólo era una esclava.

Pude sentir la última lágrima deslizándose por mi fría mejilla cuando dos flechas volaron por los aires y dieron sobre la madera en la que estaba depositada Aslaug. No tardaron en comenzar a quemar todo a su paso, haciendo que las llamas ardientes envolvieran el cuerpo de mi reina hasta no poder verla más.

Llegó un punto en el que simplemente dejé de sentir.

Justo en el momento en que todos veíamos las llamas moviéndose por el mar, escuché pasos sobre la arena a mi costado, pero no volteé.

—Eres Eyra Amdahl, ¿verdad? —tenía la misma voz que guardaba en aquellos recuerdos de hace años, siempre haciéndose escuchar tan tranquila. Asentí lentamente. —Has crecido demasiado, apenas te he reconocido.

Mediante una rápida y corta mirada que le di, pude ver cómo había dejado atrás el ropaje de guerrera con la que había abatido al pueblo, y ahora traía un vestido junto a un abrigo de pieles elegantes que la hacían ver como toda una reina.

"Aslaug siempre será mi reina." Desvié la mirada para ignorar la molestia que producía su presencia cerca de mí.

—Han pasado años desde la última vez que nos vimos. —no me quedó de otra más que responder después de sentir el silencio que nos envolvió tras sus palabras, como si estuviera esperando por una contestación de mi parte. Suspiré. —Muchas cosas han cambiado desde entonces.

Lagertha sonrió como si estuviera comenzando a recordar aquellos tiempos en los que prácticamente vivíamos todos juntos, mi familia junto al pequeño pueblo que ella tenía bajo su poder, y no podía entender cómo no leía la expresión en mi rostro para saber que no la quería cerca por el momento, y lo decía por la forma en que se acercó mucho más a mi lado mientras envolvía sus brazos en el mío.

Apuntó hacia el drakkan. —Esto era necesario. —terminó por decir.

—No, no lo era. —no tardé en contradecir lo que decía, aguantando las ganas de apartarme de ella y dejar de sentir la incomodidad que la situación traía para mí. —Sigo sin entender el motivo que te ha llevado a quitarle la vida a la reina cuando ella te cedió el trono a cambio de que la dejaras vivir en paz. No lo entiendo.

—No podía permitir que la mujer que me había arrebatado todo lo que me hacía feliz en el pasado estuviera recorriendo –todos los días- los caminos de mi pueblo, eso iba a ser un recuerdo constante de lo infeliz que me sentí por su culpa.

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