Capítulo 28.

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     Los sonidos de los tambores se oían por todo el campo que se había definido para ser el lugar donde la batalla se realizaría, el cielo celeste que antes se había logrado ver por unos segundos permanecía cubierto por nubes grises que amenazaban en convertirse en una tormenta como el fiel reflejo de lo que todas las personas estaban sintiendo en esos tensos segundo.

Una fuerte brisa logró hacer que mi caballo se removiera sobre sus pies como si estuviera presintiendo algo, mi corazón se aceleró de la misma forma en la que lo tenía el animal bajo de mí mientras que intentaba apartar la mirada de lo que estaba sucediendo. Desde mi posición podía ver todo lo que estaba ocurriendo, todo lo que alguna vez quise evitar, pero que jamás conseguí.

Las fuerzas de Ivar se dividieron en distintas direcciones, la mayor parte del ejército se quedó en su lugar para hacerle frente al bando de Lagertha y Bjorn, pero lo cierto es que sólo podía estar pensando en la forma que Ivar les había mentido a todos hasta hacerles creer que no habría guerra. Por un segundo pensé que sería capaz de dejar atrás los resentimientos del pasado para poder enfocarse en un mejor futuro, uno que crecía en mi vientre.

—Vaya manera de mentirle a todo el mundo. —Niels estaba viendo lo mismo que yo. —Por un momento, le creí.

—Qué tonta soy. ¿Cómo no pensé en esto antes? —bufé con molestia, mirando la escena de manera incrédula. —Por supuesto que él no dejaría escapar una oportunidad como esta.

—Si tienes algo en mente deberías hacerlo ahora. —sugirió, ambos alejados del terreno peligroso. —Lo que sea.

—Fue suficiente para mí. —su rostro se mostró sorprendido, quizás no creyendo lo fácil que me estaba rindiendo frente a la situación. —No voy a quedarme para ver cómo se destruye esta familia.

—¿Nos largamos de aquí? —tiré de las riendas de mi caballo para que comenzara a galopar y luego correr por los caminos que había utilizado para llegar. Escuché el grito detrás de mí. —¡Eyra, espérame!

Los árboles pasaban demasiado rápido a mi alrededor, el viento chocaba en mi rostro y mecía con fuerza mi cabello mientras comenzaba a helar la piel de mis mejillas, la respiración de mi caballo se sincronizaba con la mía mientras dejábamos atrás a Niels y ese lugar que se llenaría de sangre dentro de poco, donde la muerte estaría presente a pesar de haber querido evitarla.

No estaba dispuesta ver cómo los hermanos que tanto quería luchaban entre ellos por una venganza sin pies ni cabeza. No podía ni tampoco quería verlo.

Fue gracias a la energía de mi joven caballo que no tardamos en llegar hasta Hedeby, donde tuvimos que cruzar grandes praderas hasta finalmente llegar a nuestro hogar.

Antes de bajar del animal pude ver como mi padre trabajaba en las cosechas mientras que mi madre lo observaba sentada junto al corral donde los cerdos comían restos de manzana. No tardé en bajar de mi caballo antes de encerrarlo en el corral, luego me apresuré hasta llegar donde mi madre me observaba.

—¿Qué tal les fue? —encontró su respuesta en el semblante abatido que tenía. —¿Qué ocurrió?

—No pude hacer nada. —farfullé apegándome a su lado para poder encontrar la calma que no había podido conseguir durante todo el camino. —Él ya estaba decidido, no habría nada que pudiera hacerlo cambiar de opinión.

—¿Ni siquiera lo de tu embarazo? —escondí mi rostro con mi cabello. —¿Se lo dijiste?

—Yo...—titubeé.

—Eyra, ¿no se lo has dicho?

—No pude, mamá. —limpié con el dorso de mi mano el rastro de una lágrima que cayó de mi ojo. —¿En medio de una batalla a punto de comenzar? No es así como quiero que se entere.

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