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—Estás distraída —dijo Fabián, y Ana casi suelta el tenedor que sostenía, sorprendida. Él había llegado esa mañana de su viaje al exterior, y habían salido solos; los chicos no habían puesto reparo en quedarse en casa.

Sonrió disculpándose.

—Lo siento... tengo muchas cosas en la cabeza ahora mismo.

—Entonces no estoy haciendo bien mi trabajo —sonrió él, estirando la mano hacia ella. Ana miró su mano, hermosa como todo él, sobre la suya. Se sentía extraña, vacía, como si no estuviera realmente aquí. Miró los verdes ojos de Fabián, y sólo pudo recordar los azul aguamarina de Carlos. Sacudió su cabeza.

—Es sólo que ayer me pasó algo extraño en el trabajo.

—Cuéntame.

—No, no vale la pena.

—Yo creo que sí, si te tiene así aun hoy —ella siguió mirándolo a los ojos, él no vacilaba en sostenerle la mirada.

—¿Qué sientes por mí, Fabián? —eso lo tomó por sorpresa, y se echó a reír.

—¡Vaya! Eso sí que fue directo —dijo él, limpiándose la comisura de los labios con su servilleta.

—Lo... lo siento. Sólo... se me salió, no lo pensé—. Él seguía riendo, pero le tomó de nuevo la mano, y esta vez la apretó.

—Me gustas. ¿No es eso obvio?

—¿Desde cuándo te gusto?

—No lo sé. Creo que desde siempre —ella frunció el ceño, recordando algo ahora.

"He luchado por todos estos años, diciéndome a mí mismo que de ninguna manera puedo amarte..."

Carlos no había dicho "me gustas". Él había dicho "Estoy enamorado, te amo". Y llevaba años haciéndolo, según su propia declaración.

Mierda, ¿por qué estaba pensando eso preciso ahora? Ahora, que estaba cenando con el hombre más guapo y maravilloso sobre la tierra. Tanto, que las mujeres alrededor la estaban odiando a muerte por no estar en su lugar, y que algunas incluso le habían guiñado un ojo, no importándoles si ella también las veía.

Miró a Fabián de nuevo.

—Tú también me gustas—. Él sonrió.

—Bueno, eso es genial.

—Pero no estoy enamorada. Y tú tampoco lo estás de mí—. Él frunció el ceño, bajando la mirada.

—¿Hablas de ese amor... de ese mismo amor que hay entre Juan José y Ángela? ¿Ese que es raro, sobrenatural, loco y autodestructivo? —ella no pudo evitar sonreír.

—Es extraño que lo pongas en esas palabras, pero sí. Hablo de ese amor.

—¿Por qué lo quieres?

—¡Porque sería maravilloso!

—¿Y si no llega nunca? Mucha gente se ha casado solamente queriéndose un poco, y les ha bastado para ser feliz.

—Yo no quiero algo que me baste. Yo quiero algo que me sobrepase —él la miró sorprendido de su vehemencia.

—¿Estás enamorada así de alguien?

—Si lo estuviera, no estaría aquí contigo.

—Tal vez no eres correspondida.

—No estoy enamorada de nadie, créeme.

—Está bien, está bien. Pero... ¿crees que ese amor llega de repente, sin previo aviso? ¿O que se puede ir construyendo poco a poco? —Ella lo miró, analizando seriamente la pregunta.

Tus Secretos - No. 2 Saga Tu SilencioWhere stories live. Discover now