...46...

56.1K 4.9K 463
                                    

—¿Qué lugar es este? —preguntó Ana, mirando en derredor. El bar tenía las luces tenues, la barra de licores formaba una isleta en medio del lugar, y entre las licoreras, hombres y mujeres uniformados con camisetas blancas y ajustadas servían bebidas a quienes lo pidieran.

En un rincón había una tarima, y en él, un piano de cola y varios instrumentos de viento.

—¿Es Jazz? —preguntó Ana.

—Sí. Un reconocido grupo va a hacer un show aquí hoy.

—¡Qué genial!

—¿Te gusta? —Ella sonrió tímida.

—No sé mucho de jazz... No sé nada, la verdad...

—Yo sé que te gustará—. Ana lo miró sonriendo y, sin querer restringirle sus besos, se acercó a él buscando sus labios.

—¿Carlos? —escuchó que decía alguien, y Ana se quedó a mitad de camino de su beso. Ambos se giraron para encontrar a una mujer alta, de ojos bonitos y grandes, con cejas negras y arqueadas. Labios rojos y pestañas rizadas. Era bonita en verdad... y estaba mirando a Ana como se mira a una cucaracha.

Ana frunció el ceño mirándola también. ¿Qué quería esta mujer, pelea? Luego sintió que la conocía de algún lugar...

—¡Andrea! —exclamó Carlos, y Ana lo miró entonces a él—. Amor, es Andrea, una de las ejecutivas de Jakob.

—Ah... —de allí la conocía, concluyó Ana. Seguro había ido a las oficinas de Carlos para algo.

—Sabía que vendrías —dijo Andrea mostrando una sonrisa de dientes blancos y parejos—. He reservado una mesa para los dos. ¿Vamos?

—¿Reservaste una...? —Carlos no termino la pregunta, pues sintió la mirada de Ana—. Debe haber un error. Yo reservé una mesa para mí y para mi... novia.

—¿Qué?

—Te la presento —tomó a Ana de la cintura y la hizo avanzar un paso. Ana lamentó el no haber ido a un salón de belleza para que la maquillaran y la peinaran. Estaba como siempre, poco maquillaje, su cabello suelto y ondulado, aunque esta vez se lo había peinado a medio lado y al salir de casa había considerado que se veía bonita. Pero ahora había perdido un poco de esa confianza. Además, no le gustó la mirada estudiosa de ella, ni la cara de decepción que mostró—. Andrea, esta es Ana, la mujer que amo y con la que pronto me casaré.

—¿De veras? —rio ella, como si lo pusiese en duda. Carlos mantuvo su sonrisa.

—Claro que sí. No juego con esas cosas. Lamento que hayas entendido que tenías que reservar una mesa para mí, pero cuando me hablaste del lugar, sólo pensé en traer a Ana... Ya tengo la reservación.

—Pero yo tengo un buen sitio.

—Supongo que VIP es un buen sitio también —sonrió él, y Andrea elevó sus pobladas y bien delineadas cejas. Era hermosa, la condenada.

—Es una lástima.

—Oh, de todos modos, espero que lo pases bien con tus amigos —sonrió Carlos. Inclinó su cabeza a modo de despedida y dio la vuelta con Ana aún de su brazo, que ahora estaba un poco rígida.

Cuando llegaron a la mesa, desde la cual se podía ver perfectamente la tarima de instrumentos, en seguida alguien se acercó para dejarles la carta de bebidas. Ana miraba la lista de diferentes tragos, mezclas, cocteles, margaritas, pero no veía nada, en realidad.

—¿Estás molesta?

—Claro que no.

—Ok —dijo él, y se concentró en su carta, pero estaba mordiendo una sonrisa—. ¿Te gusta el sitio?

Tus Secretos - No. 2 Saga Tu SilencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora