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—Qué cara tan larga —dijo Mateo, sentándose al lado de Fabián en un restaurante bar. El sitio era más bien cómodo para sentarse y conversar, no para sacar la pareja a bailar, y alrededor se escuchaban los diferentes murmullos de las conversaciones de los demás comensales.

—La de siempre —contestó Fabián, saludando a su amigo.

—No, hoy la tienes de verdad larga. ¿Todo anda bien? —Fabián hizo una mueca. Antes, solía estar también Juan José con ellos, y mucho más antes, Miguel Ortiz.

Con el paso del tiempo, habían comprendido que lo de Miguel era inevitable, y para siempre, pues estaba en la cárcel; y poco a poco, también se habían ido acostumbrado a las ausencias de Juan José, que, aunque seguía siendo el mismo de siempre, ahora era un hombre de familia, con una esposa que adoraba, una hija a la que idolatraba, y otro bebé por nacer. Salían de vez en cuando con él, pero ya no era como antes. Ahora sólo estaban Fabián y Mateo, y de alguna manera, ambos habían cambiado; sus costumbres de salir y arrasar con media ciudad, y la mitad de la población femenina casi había desaparecido. Ahora estaban enfrascados en sus trabajos, sus proyectos, o sus familias. Habían madurado.

—Tengo algo que contarte.

—Eso parece serio.

—Tal vez lo sea —sonrió Fabián.

—Dispara—. En el momento, llegó una camarera con la carta de bebidas, pero Mateo pidió de inmediato una cerveza negra.

—Tal vez... —siguió Fabián, como si no les hubiesen interrumpido— tal vez estoy saliendo con Ana, o estoy en una relación con ella —Mateo se echó a reír a la vez que preguntaba:

—¿Qué?

—Lo que te digo...

—No, no, no... —interrumpió Mateo, ya más serio—. Estás diciendo la cosa más incoherente del mundo: ¿"tal vez" estás saliendo con alguien? Se sale o no se sale, estás en una relación o no estás en una relación... Espera... ¿y con Ana? Ana, ¿la Ana de Ángela y Eloísa?

—Sí, esa Ana.

—Te quieres morir, ¿verdad?

—¿Por qué dices eso?

—¡Porque Ana es la niña de los ojos de ese par! Donde le toques un pelo, ¡esas dos van a caer directo a tu yugular como fieras! No son amigas, ¡son una mafia! —Fabián volvió a reír.

—No seas exagerado.

—A ver, explícame, ¿cómo es eso? ¿Y por qué "tal vez", y por qué Ana? ¿Te enamoraste y no me habías contado? —Fabián hizo una mueca antes de contestar.

—Ella me gusta, sí... No sé si decir que estoy enamorado, o no. No lo sé, pero le propuse que saliéramos para averiguarlo, y ella aceptó.

—Ajá... —dijo Mateo mirando a su amigo sin decir nada más por un rato. Fabián se miraba las manos, como esperando a que él agregara algo, diera su opinión, pero Mateo entonces recordó algo que sucedió tiempo atrás con Carlos—. Mierda —dijo entonces. Había estado pendiente de las actitudes de Carlos todo ese tiempo, pero no vio avance en la relación Ana-Carlos, por el contrario, parecía que iba hacia atrás. Pero todavía, de vez en cuando, intuía que los sentimientos del hermano de su amigo no habían cambiado.

—Qué —preguntó Fabián.

—No, nada... ¿Ella te ha hablado de sentimientos?

—Al parecer, son los mismos que los míos.

—Así que están en nada.

—No, de verdad estoy poniendo de mi parte para averiguar qué siento por ella.

Tus Secretos - No. 2 Saga Tu SilencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora