...34...

49.9K 4.8K 146
                                    

Carlos bajó de su auto en la zona de parking de un enorme edificio del estado, y alguien que lo esperaba lo guio hasta la oficina misma de Octavio Arbeláez, el senador.

Cuando estuvo dentro, Octavio le tendió la mano saludándolo con una sonrisa, y lo invitó a sentarse.

—Debo decir que me quedé muy sorprendido con tu llamada, y luego, con tu petición de venir a verme. Creo que no me equivoco si digo que todo este milagro se lo debo a Ana, tu novia—. Carlos sonrió.

—No te equivocas, pero he venido aquí más para pedirte un favor y abusar de tu amistad que para otra cosa.

—Vamos, Carlos, tu abuelo fue como mi hermano, así que pide lo que quieras—. Carlos elevó ambas cejas.

—Tal vez lo que te pido es... un poco inusual, pero de ayudarme, estaré en deuda contigo eternamente. Se trata precisamente de mi novia, Ana—. Octavio lo miró uniendo la yema de sus dedos, pero sin decir nada. Carlos continuó—: Ella no es como nosotros, me refiero al estrato social, de hecho, ella es...

—De clase trabajadora —Carlos lo miró intrigado, preguntándose por qué él lo sabía, si tal vez ya había escuchado algún rumor. Octavio sólo se encogió de hombros—. Ella misma me lo dijo. No le avergüenzan sus orígenes; eso la hace una gran mujer—. Carlos sonrió.

—Y lo es, te lo aseguro. Para mí no es un problema su origen, pero para ella sí; me refiero a que todo el tiempo está cuidando lo que los demás puedan decir de ella y sobre todo de mí. Cuida mi reputación más que yo mismo.

—Eso sólo eleva su estima ante mis ojos.

—Sí... pero en cierta manera... quiero liberarla de eso. Quiero que se dé a conocer, que poco a poco en nuestro círculo la conozcan y, tal vez como tú, empiecen a apreciarla por lo que es.

—¿Me estás pidiendo ayuda para introducir a tu novia en la sociedad?

—En pocas palabras, sí.

—Mmm —Octavio apretó sus labios mirando a Carlos analíticamente. Luego de unos segundos en silencio dejó salir el aire y lo miró un poco serio—. No estoy dispuesto a hacer algo así por alguien que hoy es tu novia, pero mañana podría ser otra vez una donnadie para ti.

—Me conoces, Octavio, desde que era niño. No soy enamoradizo, y nunca he alimentado las esperanzas de una mujer en vano. Pienso casarme con Ana en cuanto ella fije la fecha—. Octavio sonrió.

—Vaya. Enhorabuena.

—Gracias.

—Tal vez deba hablar con mi esposa de esto. Ella y sus amigas serán perfectas para esto.

—Te lo agradezco inmensamente.

—Es posible que en las próximas semanas esté de un lado a otro y de fiesta en fiesta.

—Ah, lo odiará un poco, pero estoy seguro de que, por mí, lo hará.

—Qué seguro estás de ella.

—Sí, lo estoy. Fue difícil conseguirla, pero ahora que la tengo, no pienso soltarla fácilmente—. Octavio meneó su cabeza sonriendo.

—Suenas muy enamorado, eso es bonito. Está bien, déjame hablar con mi mujer, estoy seguro de que ella puede ayudarte mucho—. Carlos se puso en pie, se acercó a él y le tendió la mano.

—Parece que quedo en deuda contigo.

—Las elecciones aún están lejos, pero tal vez para entonces me acuerde de ti y tus promesas—. Carlos rio y estuvieron hablando relajados otros minutos, básicamente recordando viejos tiempos y hablando de la fábrica y la prosperidad que había tenido últimamente.

Tus Secretos - No. 2 Saga Tu SilencioWhere stories live. Discover now