Capítulo 2: Números

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POV ALBA

Alcé la vista de mis uñas, donde me había quedado embobada por unos segundos, la cara dura de aquella muchacha me hizo sonreir de forma torcida. Eran del tipo de personas que daban una primera impresión de chulescas, de echadas para alante y sin pelos en la lengua ni vergüenza, sinceramente, admiraba ese tipo de actitudes.

-Sí, trabajo aquí. -una calada más, esta vez la dimos casi al unísono, puse vislumbrar la forma de sus dientes al expulsar el humo en una expresión que no sabía descifrar del todo. ¿Era una sonrisa, o una simple manía de esas que se cogen al fumar?.

-Llevo aquí dos semanas y es la primera vez que lo veo, y de casualidad, porque he perdido a mis colegas. -por un momento sentí que reconocía su voz, en algún momento la había escuchado antes, pero no llegaba a asociarla con su cara, y mucho menos con el momento en concreto que me había recordado-.¿Tu sabes donde queda el Hotel Caro?

-Claro, está aquí cerca. -aparte el cigarro de mis labios para hablar con más facilidad- ¿Tienes móvil a mano? Te pongo la dirección y..

-¿No vas un poco rápido? -me cortó, casi pude sentir que me molestaba el hecho de que no me dejase terminar, suponiendo por su parte lo que quería de mis palabras. Negué con la cabeza vislumbrando sus intenciones de hacerme sentir algo de vergüenza, lejos de eso, ignoré sus palabras.

-¿Sabes qué? Dame un segundo.

La deje en la puerta, justo después de colocar lo que quedaba de mi cigarrillo en el quicio del plinto alto de una puerta. Entré en el pub directa a por la libretilla que usabamos para apuntar cosas 'importantes', agarrando el primer bolígrafo que encontré e hice un croquis más o menos realista de a donde tenía que dirigirse la chica. Regresé con el papel doblado entre los dedos, tendiéndoselo al llegar a su posición, con una sonrisa cordial.

-¿Es un mapa dibujado? -sonrió un poco incrédula y yo asentí sin más.

-Sigue recto en la dirección de la ultima flechita, verás el letrero luminoso del hotel. Espero que no te pierdas, tengo que seguir.

Realmente esperaba que no se perdiese, y que mis indicaciones sirviesen al menos para orientarla de vuelta al hotel. No es que fuese uno de los más caros de la ciudad, pero si que era uno de esos en los que tenías que plantearte si merecía la pena con un sueldo como el mío.

Volví al trabajo dándole vueltas al tema. El caso es que no llegaba a reconocer del todo su cara pero tenía claro y casi seguro que su voz la había escuchado en algún otro momento, ese tono lineal y ligeramente ronco me recordaba a algo, ¿pero qué?

Mi jefe me sacó del ensimismamiento en el que me encontraba de golpe, indicandome que empezase a recoger la terraza. Se había despejado bastante, y era cosa que adelantábamos para el cierre.

Poco más de cuarenta minutos mas tarde, me estaba mandando a casa. Quien quiera que fuese había escuchado mis súplicas, y por primera vez en mes y medio me iba antes de tiempo a casa, normalmente tenía que hacer algún que otro cuarto de hora extra.

Mi pensamiento al entrar era cambiarme antes de ir a casa, pero tenía demasiadas ganas de llegar, y un hambre voraz que me hacía rugir el estómago, así que, con el mismo uniforme de trabajo -que constaba de pantalón negro, polito con el logo del pub y un mandil negro atado a la cintura-, este último si me lo quité para dejarlo hecho una bola en mi bolso, me puse en camino. Solté mi pelo de la pequeña coleta que tenía hecha, inmediatamente llevé mis manos a mi cabeza, acariciando mi cuero cabelludo con la yema de los dedos.

Casi siempre me pasaba, que parecía que me dolia la piel de la tirantez, hoy a demás se le sumaba el dolor de cabeza.

-Eh, eh, que te chocas. -alcé la cabeza frenándome justo a tiempo para no tropezar con el banco había cerrado los ojos mientras me masajeaba, fruncí el ceño al dirigir la mirada a donde procedía aquella voz, de nuevo familiar.

DacrifíliaWhere stories live. Discover now