Capítulo 13: ¿Alba?

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POV NATALIA

Los días transcurrían demasiado lentos para mi gusto. El fin de semana había sido tranquilo y sin mucho más que hacer que algún ensallo el sábado y mucha pereza el domingo.

Alicia trabajando y yo en casa, dedicándome a arreglar ciertas cosas y buscar vuelos medio asequibles para el próximo viaje a ver a mi familia. Esto de tenerlos en Pamplona viviendo en Sevilla era mucho más duro que viviendo en Madrid. Al menos de vez en cuando me concedían unos días avisándome con antelación para que pudiese cumplir con mis deberes de buena hija/hermana.


-Natalia, Nataaaaalia. -giré mi cabeza hacia la persona que me llamaba, era Julia.- Natalia ha vuelto a la tierra.

-Perdón, me he quedado embobada. ¿Dime?

-Que si te vienes mañana a cenar con nosotros. -se señaló a ella y sus dos bracitos derechos, negué con la cabeza con una sonrisa amable.- ¿Por qué? jo tía, últimamente si no es en los ensayos no se te ve el pelo.

-Perdón Julita, estoy un poco liada. -mentí lo mejor que pude, observé la resignación casi inmediata en sus ojos.- Otro día,¿vale? Apúntate que te debo una cerveza.

-Y croquetas del barrio de Santa Cruz.

-Y croquetas del barrio de Santa Cruz. -acepté para dejarla contenta.-


No es que hubiese roto del todo los lazos de amistad con Julia, pero no me gustaba el camino en que la estaban metiendo y como no era nadie para decirle absolutamente nada de lo que hacía o dejaba de hacer con su vida, me limitaba a no rodearme de sus malas influencias, pero no iba a negarme si me proponía algún plan para las dos solas.

Mientras estiraba podía observar al otro lado de la sala a las inseparables África y Marta. Apenas había tenido tiempo de acercarme a ésta última porque parecía rehuirme cada vez que sentía que la observaba o cualquier cosa. El hecho de que fuese tan tímida conmigo e hiciese lo que hacía bailando me hacia pensar en que era una chica que tenía muchísimo que dar y muy interesante.

A través del baile de una persona hay alguans cosas de su personalida que pueden vislumbrarse, y yo veía en ella que era una mujer fuerte, sencilla y sincera.

Decidí levantame cuando ví que se sentaba para terminar también sus estiramientos, no me vió hasta que estuve tan cerca que no pudo salir corriendo, África en cambio me sonrió mientras ella tenía la cabeza gacha. ¿Y ahora que le decía yo?


-Marta, ¿tienes un momento luego? -me miró con los ojos tan abiertos que tuve que tragar saliva para no reirme, pero qué adorable.-

-Cl-claro. ¿Que necesitas?

-¿Eh? Ah, nada, sólo que si te apetecía una cerveza o algo. -sonreí amplimente, tratando de usar todos mis encantos , aunque sudada, despelucada y en mallas no fuese precisamente el mejor look para ello.-

-¿Yo? ¿A mi? -asentí, Africa la observaba a ella y a mí intermitentemente.-

-No, a Pepi, la de la tienda de bocatas de enfrente. -le dió un manotazo en el brazo y me dedicó una sonrisa angelical.- Claro que le apetece, le apetece muchísimo. Además he quedado con mi novio y así no te quedas sola. ¿eh?

-Sí, sí. -murmuró de forma automática ante el pellizco que la morena le propinaba en la pantorrilla.-

-Genial. Nos vemos en las duchas.

DacrifíliaWhere stories live. Discover now