Capítulo 18: Alba

1.9K 136 2
                                    


POV NATALIA

En el coche de Alba de camino a casa, sólo había podido pensar en lo agradecida que estaba de sentirme a salvo con ella y Alicia. No entendía muy bien como habían acabado encontrándome en aquel preciso instante, pero hacía tiempo que no me sentía tan mal y tan bien al mismo tiempo. La pelirroja insistía en que le contase lo que había pasado, pero a mi solo me apetecía ducharme y acostarme hasta dios sabe que día y hora. Podía observar a Alba por el retrovisor que me miraba de vez en cuando, al principio con aprensión, pero luego cambió radicalmente a lo que parecía confusión y... ¿enfado? No entendía si podría estar enfadada conmigo o cualquier cosa por el estilo, pero en ese momento no tenía ni gota de ganas de nada.

Una vez en mi piso, ya duchada y repasando los mechones de pelo mojados con mi peine, observé a mi mejor amiga y la rubia en el salón, que se giraron para observarme en cuanto hice acto de aparición.

-¿Qué? –pregunté rápidamente ¿Qué tramarían?-.

-¿Estás mejor? –el repentino tono dulce de Alba me atravesó, pensaba que estaba molesta por algo, quizá por no haberla contactado, por haberla dejado medio tirada aquella noche en el pub o... no sé-.

-Si, mucho mejor.

-Bien, ¿vas a contarnos que ha pasado? –Alicia tenía una expresión indescriptible, podía vislumbrar una preocupación profunda y quizá algo de miedo.- Me tenías muy preocupada Natalia.

-Me han atracado, Ratona. –utilicé el apodo cariñoso con el que la llamaba desde siempre para rebajar un poco el ambiente, había estado aterrada una hora antes, pero ahora sólo me encontraba a salvo y me había relajado considerablemente.- El tío con el que quedé... -empecé a relatar mi historia, acercándome a ellas para sentarme justo en frente, sobre el borde de la mesita de centro-.

Lo cierto es que, después de descubrir que Marta me ocultaba que se había drogado alguna vez para los ensayos, comencé un proceso de desencanto y decepción que me habían llevado a detestarla. Había sido muy intenso y muy corto, lo que creía que iba viendo en popa, la chica responsable, sexy e inocente que había conocido y me había encandilado casi desde el primer momento que había descubierto su interés en mi, había pasado a ser una más del montón de las tías de la compañía que parecían no tener dos dedos de frente lo suficientemente grandes para ver que, meterse algo era un efecto pasajero que, aunque a priori te ayudaba a terminar, acabaría pasando factura en sus cuerpos y mentes. Y lo sabía yo que me había tocado descubrirlo de la peor forma.

Me había llevado un par de días charlando con un muchacho bastante atractivo, desde primer momento había sido algo sexual, y aunque yo no era muy de acostarme con cualquiera de primeras, me había apetecido acostarme con un hombre para variar, quizá para quitarme complicaciones de en medio. Con los tíos el sexo siempre era mucho más simple, aunque también en su mayor parte mucho menos placentero. Se llamaba Mario. Habíamos quedado en un bar que daba de esquina en un bar que no conocía por Reina Mercedes, el bar resultó estar cerrado y cuando apareció en aquel audi, todo mi miedo de disipó de inmediato. Mario salío del coche con su despampanante rollo vistiendo, tenía un poco de bigote muy bien recortado y un rapado degradado envidiable, era al menos un palmo más alto que yo y de complexión envidiable. Me había sugerido irnos a otro sitio, ya que estaba cerrado aquel bar en donde habíamos decidio tomarnos algo y yo no dudé mucho en montarme en su cochazo.

Tonta de mí, que estaba dispuesta a echar el polvazo del año con aquel pivón de muchacho, cuando empecé a sentirme incómoda porque apenas habíamos intercambiado palabras de camino a donde quiera que fuese que íbamos. En un momento dado paró el coche en un semáforo en rojo y dos tíos más se montaron en el coche. Empecé a sudar y tuve la intención de salir corriendo pero mis piernas no respondían, y no me iba a dar tiempo a quitarme el cinturón abrir la puerta y alejarm lo suficiente para ponerme a salvo.

Me llevaron a un descampado en un barrio lleno de edificios a medio construir y chavolas que no conocía, no lo había pisado en mi vida. No me resistí, llorando asustada mientras me hacían salir del coche para quitarme mis cosas, la sudadera adidas que llevaba, la riñonera con el iphone y los escasos 60 o 70€que tenía a parte del DNI, no solía llevar las tarjertas de crédito encima, también me quitaron el Apple whatch.

Mario me golpeó en el estómago, diciéndome que era porque quería saber el pin de mi móvil y así no se me ocurriría resistirme, en realidad no pensaba hacerlo sin necesidad de pegarme. Intenté resistirme cuando quisieron volver a meterme en el coche y recibí algún que otro golpe más. Logré zafarme al salir corriendo, eran tíos pero yo era más rápida y estaba en mejor forma, apartarme de ellos me costo un buen arañazo en el hombros que escocía y podo después descubriría que tenía la camiseta rasgada.

-Salí corriendo hasta casi la autovía, y luego pues no sabía muy bien por donde coger, no tenía pasta para montarme el bus... -trague saliva.- Acabé preguntando a una viejecita que me indicó el camino después de ayudarla a cruzar una calle con un carrito bastate pesado así que empecé a caminar evitando las zonas que me había dicho, estaba cansada de correr... -me encogí de hombros esta vez, recolocando el pelo detrás de mi oreja, Alba se levantó entonces y después de decirle a Alicia algo que no logré entender desapareción en el baño.- Hasta que me encontrasteis. Ali... muchas gracias, enserio.

-Jo, yo solo quiero que estés bien. ¿Estás bien de verdad? –asentí, acariciando su cara como gesto de convicción, Alba apareció entonces con nuestro botiquín en la mano.-

-Ali, yo la cuido.

-¿Tienes que irte? –Alicia me miró entonces, la rubia ya volvía a estar frente a mi y se disponía a coger cosas del botiquín.-

-Entro a trabajar en 10 minutos. –afirmó-.

-Vas tarde. –puntualizó la rubia, yo asentí dándole la razón y la incite a irse.

-Estoy bien de verdad, Ratona, sólo ha sido un susto, puedo quedarme sola tranquilamente. Además, tengo que dar de baja y denunciar el robo del iphone y demás.

-No te vas a quedar sola. –Alba volvió a hablar, levantándose ligeramente y pidiéndome permiso con la mirada para apartar la manga de mi camiseta, no sabía que se había fijado en los arañazos.- Yo me quedo hasta que vuelva Alicia. ¿Vale?

-Alba, eres un angel. –mi mejor amiga cogió su mochila de encima del sillón y se acercó para dejar un beso largo en mi mejilla.- Me has dado un susto de muerte, la próxima vez te compro un manolo. –yo me sonrojé por semenajte insinuación y ella se echó a reir seguida por la rubia, las miré a ambas con expresión de 'dejad de vacilarme'.- Te quiero bichillo.

Alicia salió corriendo, era cierto que iba a llegar tarde y aunque podía notar que lo que quería realmente era quedarse a estar conmigo, también sabia de buena mano que tenía que ir a trabajar si o sí, a pesar de que la empresa era genial y respetaban un montón de cosas personales y demás, que le quiten tres cosas a tu amiga/compañera de piso. Decidí quitarme la camiseta para que Alba tuviese mejor acceso a mis rasguños, pude sentir que se quedaba un segundo sin respirar, probablemente no se esperase que fuese a tener tan poco pudor en enseñar mi cuerpo o algo así, pero lo hacía cada día en los vestuarios además de los trajes que dejaban bastante poco a la imaginación que usábamos para bailar, a los que estaba ya bastante acostumbrada. Quizá le sorprendió que llevase un bralette de encaje negro en vez de un sujetador normal. Era más partidaria de estos sujetadores de elástico cómodos y sin aros, el plus es que eran muy sexys. Había puesto cristalmina para limpiar la herida y desinfectarla, provocándome un escozor momentáneo que erizó los vellos de mi brazo y mis pezones. Su mirada viajó a ellos un momento y luego se alzó a mis ojos, yo tuve que apartar la cara, me sentía arder.

Sus dedos viajaron por mi antebrazo marcado hasta mi abdomen, donde tenía un rojo intenso de sangre agolpara que probablemente se tornaría en morado en unas horas, observé como apretaba sus dedos justo en el punto más sensible de mi anatomía en aquel momento, en el centro del morazón de medio palmo que tenia en la zona de las costillas. Salté hacia atrás como acto reflejo y las lagrimas inhundaron mis ojos de inmediato, emití un gruñido a modo de queja.

DacrifíliaWhere stories live. Discover now