Capítulo 11: Bad way

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NATALIA POV

-Hacia este lado Natalia, es la tercera vez que te lo repito. -suspiré ignorando la mirada fulminante de Jhon, el coreógrafo, pero haciendo el paso como me indicaba.- Así, así, genial, paso adelante. ¡Perfecto! ¿Ves? No es tan dificil, estás muy descentrada.

-Estoy agotada, estoy dando todo lo que puedo.

-No son excusas, si estas cansada duerme más, o te metes cualquier mierda, pero a mis ensayos o se viene a full o no se viene. Fin por hoy.


Bufé, observando al resto de mis compañeros hablar entre ellos de camino a los vestuarios, recogí mi toalla y la botella de agua del suelo para dirigirme al mismo sitio sin entrar en la conversación superficial que mantenían. 'O te metes cualquier mierda'. No era la primera vez en todo el año que escuchaba un comentario de esos, ni por supuesto la primera que oía risitas por parte del resto. El trabajo era duro, si, ¿pero tanto como para drogarse? Para el 90% de los trabajadores de esta empresa parecía algo normal, incluso había visto como se pasaban algo de coca, o incluso compartían una raya antes de los ensayos previos a algún espectaculo o incluso durante el mismo.

A pesar de que me habían ofrecido, asegurandome que me daría energiá para aguantar el tirón, siempre prefería tener que bañarme en agua con sal para el dolor después de machacarme a probar algo de eso. No es que me diese miedo, porque sabía que probarlo no iba a engancharme, pero me asustaba el hecho de sentir que realmente me aliviaba y necesitarla en algún otro momento, así que prefería mantenerme lejos de todo ello y mi única opción era no mantener relaciones con mis compañeros mas allá de la amistad cordial del trabajo, todo profesional.

Había una chica que al principio me caía genial, Julia. Su estilo de baile y el mío eran totalmente diferentes, pero teníamos pasiones muy comunes, pasabamos tiempo juntas por que entramos al mismo tiempo y habíamos hecho alguna que otra colaboración de contemporáneo, pero como todos habían pasado por las manos de Jhon, el profe más duro y más gilipollas de todos. Sí, gilipollas, porque no tenía otro nombre. La primera vez que la ví metiendose una pastillita en la boca di por hecho que era cualquier mierda anticonceptiva o parecido, ya que días antes habíamos hablado de sus miedos al embarazo a su edad, y que su novio no era nada cuidadoso con ello. Luego observé en sus pupilas dilatadas y en su manera nerviosa de moverse sobre el escenario que era algo más que una 'antibaby' como yo las llamo. Desde entonces decidí por mi propio bien alejarme.

A veces tenía el impulso de decir a la gente que me rodeaba que estaba mal, que así no solo ponían fecha de caducidad a su vida laboral sino también a la suya propia. Pero luego entendía que no era de mi incunvencia, que no me importaban tanto como para meterme en mierdas tóxicas de nadie, y que cada uno hace con su vida, su cuerpo y su trabajo lo que le place.

El sábado teníamos una obra importante, era una representación de contemporáneo que hablaba de la homosexualidad, el género no binario y su fluidez. El tema aún se me venía grande, y a pesar de que muchos compañeros se lanzaban a opinar con poco fundamento, yo era de las que prefería no comentar para evitar conflictos.

Estaba muy entusiasmada con el baile, realmente era uno de los más intensos que había interpretado, y mis 10 minutos de gloria sobre el escenario me esperaba con más ansias que yo a ellos, aún estaba superando el miedo escénico.

El agua de la ducha caía sobre mi cabeza y se deslizaba sobre mis hombros, y aún tan metida en mi misma y mis pensamientos no pude evitar oir de fondo una conversación cuanto menos interesante, cerré el grifo para enterarme mejor de los cuchicheos.


-No sé tía, no me atrevo. -decía una voz dulce en un susurro, parecía temerosa por algo, y no llegaba a reconocer quien hablaba.- Es que dudo que se haya fijado siquiera en mi, seguro que no sabe de mi existencia.

DacrifíliaWhere stories live. Discover now