Capítulo 14: Ansias desvordantes

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POV NATALIA

A las 8 de la tarde de un viernes, una semana después de aquella cita exprés con Marta en el Quincy's, habíamos quedado para cenar juntas, lo que en principio parecía ser una relación de amistad informal, se había ido convirtiendo en apenas unos días en una atracción mutua cada vez más poderosa, con una tensión no resulta que casi hacía daño. Nos habíamos visto todos los días, habiamos hablado, tonteado, bailado juntas, merendado juntas (y con el resto de compañeros) y vuelto a casa juntas algún que otro día. Hasta que al fin, me pareció que había la suficiente quimica como para pedirle una cita oficial, cuando descubrí que realmente me atraía. La claridad, naturalidad y sencillez de Marta me encandilaban, tenía un doble transfondo que iba de la inocencia mas pura a la sensualidad mas atrayente y recibir parte y parte me estaba dejando loca.

Marta, resultó ser una chica charlatana, divertida, graciosísima, responsable, encantadora cuanto menos y con un corazón tan grande, que hasta había dudado en si realmente quería seguir con esto. ¿Y si se lo rompía? Me moría de pena solo de imaginarla sin esa felicidad debordante que la caracterizaba.

Desde aquella tarde en el Quincy's casi se me había hecho necesario verla sonreir y sonrojarse por las mañanas al entrar en la compañía, de hecho, me esperaba en la puerta fumandome un cigarro que lo hacía durar más de lo normal sólo por saludarla. Yo, que siempre he sido la tía mas puntual que conozco, había empezado a entrar unos minutos tardes a los ensayos porque Marta, siempre, siempre llegaba tarde. Siempre.

Justo como en ese entonces, habíamos quedado a las 8 menos 10 aproximadamente. Pero el aproximadamente le servirían para llegar al menos 10-20 minutos tardes con la excusa de que era una hora aproximada y no fija, en el fondo, el 'aprox' que le había dejado en el mensaje era simplemente para que no se sintiese presionada en llegar puntual, la tardanza era parte de su encanto.

Alcé la vista del móvil después de ver que eran las 20:03h, guardándolo de nuevo en la riñonera que llevaba alrededor de la cintura. Esa tarde me había decidido por un look sencillo. Pantalones bombachos del bershka con una cadena a un alteral y estrechado en los tobillos color negro, top sin sin mangas brillante que debaja entrever el ombligo y creepers negras de cuero. El pelo alisado, eso sí, y una linea perfecta en cada ojo que me hacían verme genial. Desde luego, menos mal que todo esto era interno y no lo decía en voz alta.

Escuché una voz que me hizo sonreir y girarme, Marta venía corriendo desde la esquina y había griado para que la viese venir. Alcé la mano como saludo y observé como disminuía su velocidad hasta un ritmo normal.

Venía con un pantalón negro pitillo de talle alto que parecía tener purpurina, con una blusa preciosa blanco rojo y zapatos de charol, iba jodidamente elegante, con el pelo perfectamente peinado, pero lo que más me llamó la atención fueron sus ojos maquillados que daba gusto, siempre sabía resaltarlos de esa manera que hipnotizaba.


-¡Pero bueno! ¿Donde vás tan cuapa? -podía ver el sonrojo aún a unos metros de mi, sonriente me plantó un beso en cada mejilla, jadeando del cansancio de haber corrido.-

-¡Lo siento! ¡Se que llego tarde!

-Marta, no me importa esperar una eternidad si voy a encontrarme esto cada vez. -ahora sus mejillas estaban tan encendidas que resaltaban mas que su highlighter.-

-Natalia, joe... -su súplica me hizo gracia, alcé mi mano mostrándose para que la cogiera y la aceptó entrelazando nuestros dedos con una timidez caracteríscas de su persona.- ¿Donde vamos a cenar?


Caminamos hasta mi casa piso, le había insistido en ir a recogerla pero prefería venir a donde estaba yo con la excusa de que si sabía que la esperaba en su puerta tardaría más, tampoco le di mucha vara con el tema.

DacrifíliaWhere stories live. Discover now