Dacrifília

Capítulo 17: Tinder

POV ALBA

Nunca me había considerado una chica impopular, era plenamente consciente de mis atributos y me gustaba usarlos para conseguir lo que quería. La sensualidad había formado siempre parte de mi vida. Mi infancia estaba marcada por dos cosas, el divorcio de mis padres y las numerosas mujeres que entraban y salían de la vida de este último. Desde que casi tengo uso de razón, veraneábamos con mi padre en la finca de mi abuela paterna, todos y cada uno de los veranos hasta que cumplí edad suficiente, empecé a trabajar y a pasar mi tiempo de otra forma. En un principio, mi hermana Marina no nos acompañaba y es de aquel entonces que recuerdo a todas esas mujeres, después empecé a prestar menos atención a eso.

Hubieron unas cuantas, una me enseñó a pintarme las uñas, era divertida; otra de ellas a como pasearme por la piscina para que se fijasen en mí. Digamos que aprendí a ser mayor demasiado pronto, al final, acababa usando una especie de chantaje sexual que aunque a ratos me desagradaba a mí misma me había servido para conseguir muchas cosas.

Con el tiempo fui cambiando de actitud y trabajándomelo duro. Era una parte de mi pasado que había dejado atrás, reconozco que me costó madurar al punto de ser consciente de en que lugar me dejaba todo aquello y de la poca consciencia que tenía sobre mis actos en aquel momento.

Libraba tres días seguidos debido al montón de horas que había pasado trabajando en la última semana. Con el final del verano a todo el mundo parecía entrarle la prisa para cenar fuera con las últimas noches de buen tiempo para salir a la calle, así que el Quincy's había estado llenándose hasta los topes, por lo tanto hacía falta personal. Era algo que llevaba realmente bien aunque evidentemente acababa reventada después de 8 o 9 horas de turno seguido, el compañerimos era envidiable y las buenas personas de las que me había tocado rodearme me alegraban cada minuto del curro.

Después de haberme levantado a las tantas, terminado de desempaquetar algunas cosas y prepararlo todo para la semana próxima, mi séptima semana de clases, estaba tan aburridísima que no sabia ni que hacer, ni que serie ponerme que no hubiese visto ya y me resultase lo más minimamente interesante para aguantar horas sentada en el sofá. Las clases de momento las llevaba bien, había algunos profesores que no habían siquiera asistido a las presentaciones y desde entonces, echábamos las horas muertas en las salas de estudio, bebiendo cerveza o haciendo cualquier gilipollez menos aprender. La gente del máster resulto ser de lo más variopinta, había personas de todo tipo y a mi me resultaba interesantísimo.

Me dediqué a observar un rato las conversaciones de whatsapp, Instagram y poco más, hasta que me saltó un anuncio entre video y video de Facebook en el que me sugería una forma de encontrar a gente guay de mi alrededor, no es que la necesitase, puesto que me sentía afortunada de haberme topado con gente tan genial y estos dos meses que llevaba en Sevilla había estado contenta y mas que feliz de dedicar mi tiempo a quedar con muchos de ellos y conocerlos poco a poco. Había forjado amistad fuerte con algún que otro personajillo, y ahí estaba, por supuesto Alicia; que se había convertido en un pilar fundamental en esta nueva ciudad.

Poco me lo pensé cuando ya estaba rellenando el cuestionario de registro de aquella aplicación de ligoteo. ¿Busco...? Chica. Edad... complexión.... ¿Descripción? Pero que difícil es esto, si yo solo quería conocer a gente de mi rollo y divertirme sin más, a ver donde me llevaba el viento. ¿No?

Había escogido un par de fotos al azar y me había hecho la última haciendo algún mohín que resultase –al menos en mi opinión- gracioso. Comencé a deslizar a izquierda y derecha un rato, siempre me había resultado muy superficial eso de juzgar a alguien sólo por una foto cualquiera, pero Tinder se trataba precisamente de eso. De elegir si te gustaba o no a primera vista por una o unas cuantas fotografías, nombre inventado en la mayoría de los casos y vagos datos descriptivos.