Cápitulo 9: Desastre desintencionado

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POV ALBA

Pasando los dedos por mis sienes antes de restregarme con sueño los ojos, decidí que igual ya era hora de volver a casa y dormir. Al meter la mano en el bolsillo descubrí, para mi non grata sorpresa que mi móvil no estaba. Suspiré un segundo antes de empezar a ponerme histérica y me levanté de golpe, buscando en la oscuridad sobre el banco y alrededor del árbol. En un último intento de no perder la calma decidí realizar despacio el recorrido que habíamos hecho, observando en cada rincón al ir deshaciendo nuestros pasos.

Nada, ni de camino, ni en el bar, ni nada. Y nisiquiera recordaba cuál había sido la última vez que lo había mirado para de casualidad entonces poder buscarlo justo ahí. Si se me había caido claramente alguien lo cogería. Igual debería esperar, o ir a denunciar la pérdida. Golpeé mi frente, menudo desastre estaba hecha. En el móvil lo tenía todo.. horarios de trabajo, contactos importantes, incluído el número de Natalia. Aunque en ese momento me importaba más los 600€ que me habia gastado haacia poco más de dos meses en el.


POV NATALIA

El despertador me puso de mala leche casi de inmediato al oirlo sonar. Alargué el brazo para acallar el móvil, que cada vez sonaba más y mas fuerte. Anoche nada mas llegar, había decidido meter toda mi ropa hecha una bola en la maleta y tras una ducha que me ayudase mínimamente a calmar las ideas me metí en la cama, mojada y desnuda. Un estornudo me confirmó que había sido una mala idea acostarme sin secarme el pelo con el aire acondicionado puesto, lo que necesitaba justo ahora ¡resfriasme!

El buffet del desayuno estaba bastante más vacío de lo que debería, igual también ayudaba que eran apenas las 8 de la mañana. Me había vestido con unos pitillo de rallas negras y blancas, botas militares y jersey anchísimo color hueso, el pelo totalmente despeinado y hecho un desastre dejaban saber a cualquier que se fijase mínimamete en mi, que no tenía humor para tonterías. Y así quería que fuese, esperaba una vuelta a casa tranquila, aunque en el fondo no estaba preparada para enfrentarme a mis propios pensamientos sobre lo que pasó la noche anterior.


-Señorita, ya están sus maletas en el hall, esperándola para salir. ¿Desea un taxi? -el botones me sacó de mi ensimismamiento, llevé mi mano a mi boca para cubrirla mientras terminaba con el último bocado de croissant-.

-No, no, voy a coger el metro, necesito despejarme un poco.


Asintió amablemente antes de desaparecer, y dando el último trago al zumo de naranja me levanté para dirigirme a la entrada del hotel. Mis cosas me esperaban al lado de la puerta, alargué mi brazo sobre el mostrados de recepción para dejar la tarjeta-llave y sonreí justo antes de ponerme las gafas de sol, despidiendome cordialmente para tirar de mi maleta en direccón a la boca de metro.

El bullicio de primera hora de la mañana era casi insoportable. Había tanta gente que tenía que estar pendiente de no atropellar a nadie con los ruedines de mi equipaje, aunque he decir que algun que otro personaje se merecía al menos un roce. La estación de tren estaba a apenas 4 paradas de donde me encontraba, asi que se me haría lo suficientemente rápido para no darle doscientasmil vueltas.

El beso de la noche anterior me había dejado trastornada. Alba se había lanzado contra mi, aunque yo hubiese propiciado un poco el momento no esperaba que fuese a captarlo tan rápido, y mucho menos que fuese a ocurrir aquello. Aún me temblaban las rodillas al pensar en ello, el cosquilleo que había dejado en mi estómago con sólo el primer roce ya me había desconcertado, y al sentirla tan cerca apretándome contra el arbol, tuve miedo de no saber que estaba haciendo. Me sentía desorientada, y a pesar de que los roces de su lengua me mantenían levemente anclada al suelo, Alicia volvía de manera recurrente cada par de segundos recordándome que había pasado, y que aquello no estaba bien.

Maldije interiormente cuando llegó el metro y unos chavales me empujaron hacia las puertas cuando aún nisiquiera se había parado del todo. La gente salía a trompicones y entraba desesperada y con prisas. Me quedé casi la última y al subirme, me di la vuelta para agarrarme a una de las asideras al lado de la puerta, observando como se cerraban, el pitido característico de que estabamos a punto de irnos me taladró los tímpanos.

Al alzar la mirada observé a una rubia, corriendo hacia el vagón donde me encontraba, con las mejillas sonrosadas, el pelo alborotado y una carpeta casi más grande que ella. Era Alba, que al encontrarse con mi miraba abrió los ojos como platos, yo simplemente sonreí, pero no intenté pulsar el boton para abrir la puerta, y dejé que llegase tarde a montarse. Sintiendo como empezabamos a movernos a apenas unos pasos de su posición. Su gesto cambió de la sorpresa al enfado y yo sólo pude pensar en lo adorable que era ese ceño fruncido.

¿Pero qué te pasa, Natalia? No la conoces.

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Lo siento, sé que es cortito, pero asi estaba de primeras.

A partir de este capítulo viene lo bueno. ¿Se reencontrarán de casualidad?

Nos leemos!! Espero que siga gustándoos. Este fin de semana actualizaré al menos un par de veces para no dejarnos esperando mucho tiempo. ¡Sois lo mejor!

DacrifíliaWhere stories live. Discover now