Capítulo 23: Una cita

1.9K 128 4
                                    


POV ALBA

Frotaba mis manos con cierto nerviosismo, mientras mi nuevo terapeuta Sevillano, escribía unas cosas en su ordenador. Era un hombre de media estatura y muy delgado, de pelo canoso y abundante, y sus gafas pequeñas y cuadradas parecían estar pegadas a la parte baja del puente de su nariz.


-Entiendo que te resulte extraño, pero es algo más normal de lo que piensas. –continuó diciendo, no sabía si le restaba importancia por mi cara de pánico o por que realmente lo pensaba.- Cuéntame otra vez que te pasa.

-Que... me excito. Es una sensación extraña, pero me da miedo que tenga un alcance mayor del que aún conozco.

-¿Es recurrente? –me volvió a mirar- Quiero decir, ¿cada vez que ves a alguien llorar te ocurre?

-No... -suspiré de nuevo, haciéndome pequeñita en el sillón- Es solo cuando lo hace Natalia. La ultima vez... -tragué saliva, pensando un segundo en si debería contárselo o no, al fin y al cabo estaba allí porque necesitaba compartirlo con alguien sin sentirme demasiado violenta o juzgada- Apreté sus costillas, donde tenía un gran golpe.

-¿Para hacerla llorar?

-Para comprobarme a mi misma si era fruto de la casualidad o realmente me pasaba eso que... bueno, usted sabe.

-Entiendo. –después de algunas notas más, apartó las gafas de su nariz para mirarme directamente a los ojos- Este mundo está lleno de gente con diferentes ideas, fetiches y gustos, hay personas que se sienten atraídas por el mal olor, personas que se excitan con... cosas tan banales que ni te imaginas. No es raro. Podemos trabajar en ello si quieres, pero mi opinión es que lo comentes a la susodicha, cuando estés preparada para ello.

-¿Qué? No, ¿como se le dice a alguien que te pone que llore? –me escandalicé-.

-La confianza en la base de cualquier relación. A algunas personas les cuesta, pero realmente la solución más sincera para ti es esa. Como terapeuta mi opinión es que debes ser tu misma y aceptarte así. Excitarse con las lagrimas no es ni de lejos algo de lo que avergonzarse.

-Para usted es fácil, habrá visto todo tipo de depravados. –su carraspeo y cambio de semblante me hizo arrepentirme de inmediato de lo que acababa de decir- Lo siento... no quería decir eso.

-Sí, si querías. Ese es el mayor problema ahora mismo. Creo que deberíamos trabajar en la autoaceptación y en el respeto hacia los demás en ese aspecto.


Fuera de la consulta fui consciente del frío que hacía. Me había decidido a buscar ayuda después de reconocerme a mi misma –que lo mío me había costado- que ver llorar a Natalia tenía efectos poco deseados en mi.

No había consentido volver a verla después del rato que pasamos en el embarcadero, a pesar de que me había escrito varias veces para quedar, siempre le ponía como excusa el trabajo; y entre eso, el quebradero de cabeza que tenía y que me habían dado vacaciones después del día de reyes, llevaba casi mes y medio sin verla.

Había vuelto a soñar con ella en más de una ocasión y casi siempre era algo sexual y relacionado con la Dacrifília. Por que así se llamaba mi... fetiche. En serio me había planteado contárselo a Natalia después de hablar con el Dr. Alfonso, pero me daba una vergüenza tremenda y un miedo horrible a que me juzgase y perdise la oportunidad de seguir conociencola. Aunque realmente sentía que la estaba perdiendo ya, con tanto misterio y tanto huir de ella.

DacrifíliaHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin