Capítulo 24: No voy a salir corriendo.

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POV NATALIA

Los nervios atizaron mi estómago en el momento en el que me di cuenta de donde estábamos. Después de la película, ambas estábamos tan llenas entre chocolates y palomitas que decidimos saltarnos la cena. Habiamos andando sin rumbo hasta dar a parar a un parque, vagamente iluminado y desierto a esas horas. Acabamos sentándonos en un banco cercano a una fuente, juesto en frente había una farola que nos permitía reconocer ligeramente nuestros rasgos pero proporcionando al momento una intimidad desconocidamente deseada. Los recuerdos de aquel primer beso (y único) vinieron a mi mente para ponerme la piel de gallina ante el leve pensamiento de que aquello pudiera llegar a repetirse.


-¿Sabes? He estado pensando que en realidad, sí que molaría haber tenido la oportunidad de conocernos este año. –su frase me tomó totalmente por sorpresa y se me hizo un nudo en el estómago-

-Ya bueno... la situación no fue propicia. –pude ver como alzaba una ceja y me miraba son una sonrisa que no supe descifrar-.

-¿Desde cuando te has vuelto tan correcta, Natalia? –mordí mi labio sonrojándome, aún no sabía de donde cojones sacaba esta pequeña chica toda esa valentía para soltarme ciertas cosas, con el apuro que me daba a mi dejarle caer cualquier indirecta.-

-Ay Alba, deja de meterte conmigo.

-Dios, es que eres monísima así de tímida.

-No soy tímida. –rebatí-.

-Pero te pongo nerviosa.

-No, no me pones nerviosa. –se levantó de un salto del banco, y yo me puse recta-.


Me hallaba sentada en el respaldo con las rodillas juntas y los pies sogre el asiento, donde ella había decidido sentarse de lado cual indio para seguir mirándonos mientras continuábamos la conversación que traíamos en el paseo, la cual quedó totalmente olvidada al vernos envueltas en aquel ambiente invernal y reconocido. La observé colocarse justo delante de mi, y solté todo el aire cuando sus manos tocaron mis rodillas, haciendo un poco de presión para que abriese las piernas; para ese entonces ya me había olvidado de respirar por segunda vez desde que se había puesto de pie. Envalentonada, Alba se echó hacia adelante, encajando su cintura entre mis gemelos, yo la encerré ligeramente al apretarlos contra su figura, sonrió acercándose un poco más, y yo me arrepentí casi de manera inmediata de mi envalentonamiento tonto al incitarla a acercarse a mi. Esta enana iba a ponerme nerviosa toda mi vida, ¿o qué? Lo peor de todo, era que lo sabia y yo le estaba permitiendo que me enervase una vez más, encima conscientemente.


-¿Estás segura, Natalia? –su voz sonó una octava mas grave y a mi se me antojó también mas ronca, acarició con sus pulgares mis muslos en un vaivén hasca casi mis ingles que me hacía tragarme más de un suspiro-.

-S-segurísima. –murmuré más para mi que para ella, la evidencia estaba más que clara y su cercanía me hacía temblar-.

-¿Y si me acerco un poco más?

-No pasa n-nada. –otro susurro que se tuvo que esforzar en entender, inclinándose sobre mí, sentía su respiración chocando con la mia. ¿pretendía besarme? Por que si pretendía hacerlo, sería perfectamete capaz de desmayarme allí en medio-.

-Genial, por que me apetece estar mucho, mucho más cerca.

-Vale. –hablar de más sólo confirmaría todavía más que estaba hecha un flan, además de dudar de que mi voz saliese entera.- Alba...

DacrifíliaWhere stories live. Discover now