Capitulo 10: Quincy's

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POV ALBA

Hacía calor, mucha calor. No es que no estuviese acostumbrada a Septiembres calurosos, pues en Elche y Valencia se respiraba la flama en el ambiente, pero Sevilla era otra cosa. Me habían avisado de que realmente era casi imposible salir a la calle según que horas en pleno verano, pero no pensé que estando a mediados del mes de Septiembre aún de verdad fuesen a quedarse pegadas las malditas converses en el suelo ardiendo que pisaba de camino a casa.

Era mi última vuelta de compras, de un martes infernalmente caluroso en una nueva ciudad para mí. El piso que había alquilado, -que en realidad era un estudio pequeñísimo pero precioso- estaba en pleno centro, cerca de la Plaza de la Encarnación. Era un ático inmenso cuya dueña había decidido crear tres estudios individuales para sacarle mas partido, el mío daba a una callejuela estrecha y fresquita que para estas fechas agradecía enormemente.

La puerta gigantesca del edificio aún se me resistía cargada con bolsas, pero al menos tenía ascensor. Una vez llegué a la ultima planta saqué las llaves haciando malabares para colarme en el interior de mi acogedor nuevo hogar por un año.

El pequeño salón con un sofá con chaise-long se separaba de la cocina con una barrita americana y dos taburetes que me habían enamorado desde el primer día. La zona de descanso (osea, la cama) Estaba a la izaquierda separada por una estantería de cuadraditos que rápidamente había llenado con libros, dibujos y tonterías varias que había traido de casa y había ido comprando estos días mientras me instalaba. Una cama de matrimonio con un cabecero acolchado de piel vuelta morado se escondía detrás, justo a los pies estaba la puerta del baño, y a llado de la cocina una zona amplia con escritorio, que yo había convertido rápidamente en mi zona de trabajo. A mi me habia tocado la terraza por eso, de los tres estudios el mío era el más caro; el saloncito daba una ventana con cristaleras antiguas que comunicaba con una terracita de unos 3x4m2 aproximadamente, con vistas a la calle feria y los callejones que se concentraban bajo el edificio. Ya tenía pensado llenar aquello de cojines y plantitas para pasarme las noches tirada.

El cambio, de momento no estaba siendo demasiado duro, pero aún me quedaban casi dos semanas para comenzar las clases.

Tras haber terminado la carrera de bellas artes, me había decidido por mudarme a Sevilla para cursar un grado superior de escultura y policromía en la Escuela de Artes. Los másteres se escapaban de mi presupuesto, y hacer mas incapié en actividades manuales me parecía una buena idea.

Esa misma noche empezaba a trabajar en un restaurante de comida americana llamado Quincy's, de una importante cadena. El uniforme me esperaba sobre la cama bien estirado, y tenía apenas 1h para arreglarme y salir pitando a mi primer día de trabajo, los nervios me comían por dentro.

Un sencillo pantalón pitillo negro, junto con una blusa de manga corta con el logo a modo de parche por todos lados atada a la altura del ombligo con un anudado simple, y un mandil de color burdeos en la cintura era uno de los uniformes menos sexuales y más monos que había llevado. Me había recogido el pelo en un moño hecho rápido y un poco despeinado que había intentado arreglar colocando una cinta a conjunto del mandil a modo de turbante. No estaba mal, un maquillaje muy light y muchas ganas de empezar.

Por la noche parecía haber refrescado ligeramente, y la verdad es que lo agradecía, el cielo despejado evitaba el bochorno que venía haciendo desde hacía un par de días, y mi aire acondicionado aun en instalación me hacía las noches de muerte. Mi casera me había asegurado terminar de colocarlo este mismo viernes.

Al llegar, sonreí tan ampliamente a la chica de la entrada que no puedo evitar devolverme una sonrisa casi tan grande como la mía, era una pelirroja con el pelo larguísimo y pequitas por toda la cara, de ojos marrones y risueños. Me hizo un gesto para que me acercase que respondí con mis pasos apresurados.

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