No lo soporto.

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NARRA SAMANTA

Llámame en cuánto veas esto.

Jess, por favor, dime algo.

Cuando lo enciendas, llámame.

No desistí en ningún momento en intentar contactar con ella, que me cogiera el teléfono en una de las más de veinte veces que la llamé o que de repente viera la confirmación de que le había llegado. Pero eso no ocurría, su teléfono seguía apagado y yo no sabía nada.

El transcurso de mi casa a la central se me hizo eterno. Continuamente en mi mente se me venía la imagen de anoche, justo en el momento en que abrí la puerta y ella estaba ahí, con una hermosa sonrisa pero visiblemente cansada.

La radio del taxista tampoco me ayudaba, pues continuamente daban información sobre el accidente; aunque lo único que variaba era el número de heridos. Si ella estaba herida, necesitaba que alguien me llamase para que me dijera dónde estaba; porque me negaba a pensar que Jessica había muerto sin más.

Miré la hora en mi móvil, apenas iban a dar las ocho y media; pero no tenía ganas ni siquiera de empezar el día. Tomé aire reprimiendo mis ganas de seguir llorando y marqué a Paco, el padre de Jessica.

- Buenos días, Sammy.

- Hola, Paco. Perdone si le he despertado.

- En absoluto, no te preocupes. ¿Nos vemos a las doce?

- Lo cierto es que por eso le llamaba – cerré los ojos – No voy a poder acudir porque me ha salido un tema de trabajo.

- Me imaginaba que esto iba a ocurrir.

- ¿Por qué?

- Por lo del avión – tragué saliva - ¿Es por eso?

- Sí... Me quieren en comisaría, ya se imaginará.

- Sí, claro que sí. Estoy acostumbrado por Jeyki, no te preocupes. Ya te dije que puedo ir yo solo.

- Ya le he dicho que no. Le acompañaré pero otro día, ¿sí?

- ¿Segura?

- Sí, llame al notario y dígale que quedamos otro día; sin ningún problema.

- Sammy, puedo ir yo solo.

- No, no quiero que vaya solo. Pudiendo ir, no va a hacer todo esto solo.

- Bueno, como quieras, ¿te digo el día por mensaje luego?

- Eso está bien.

- Vale. Pues no te entretengo, que sea todo lo leve que pueda el día.

- Ojalá. Gracias, Paco.

- Por nada, Sammy. Adiós.

- Bye.

No me cuestioné el contarle lo que pasaba, no podía y por varias razones. Primero porque no quería darle la noticia de que su adorada hija había muerto, segundo porque no estaba tampoco segura de que ella fuera una de los fallecidos, tercero porque contárselo suponía que lo asumía y cuarto... Porque me negaba a pensar que había perdido a Jessica para toda mi vida.

Nunca había visto la central a esa hora tan vacía, imaginé que la mitad de los agentes estaban en la zona del accidente y que la otra mitad, estaba redirigiendo media ciudad.

Yo no podía ir al despacho de Jaime cuando quería; Jessica sí, pero yo no. Reunirme con el jefe superior del cuerpo sólo ocurría en situaciones graves, lo que no me gustaba pensar porque eso significaba que aquello era grave.

Miradas de amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora