Necesito abrazarte.

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- Hola. Dado que no tuve ninguna respuesta tuya al mensaje de las tres preguntas y las dos palabras, me imaginé que no tenías ganas para averiguar nada, por lo que seguramente pensaste que iba en ese avión. No lo cogí, amor, estoy bien. Este es el periódico de hoy, para que veas que te lo estoy grabando después del accidente. Siento mucho no haber podido contactar contigo antes, y créeme que lo único que quiero es volver contigo; pero no puedo. Por eso te grabo este vídeo. Te he visto en la televisión y necesito pedírtelo, Sam; aléjate de todo esto, no hagas nada. No le exijas a Jaime nada y limítate a esperarme, por favor. Sé que eres lo suficientemente lista como para saber que hay algo mal en todo esto; y necesito que confíes en mí, amor. Nunca te he sido infiel, no podría serlo. Por eso, escuches lo que escuches, ignóralo, por favor. Dile a mi padre que estoy bien y de verdad que pronto saldré a aclarar todo esto, sólo necesito tiempo. Por favor, Sam, aléjate, deja lo que estés haciendo ahora mismo. No olvides nunca que te quiero.

Estaba viva.

Jessica, estaba viva.

- Mi amor... - susurré.

Volví a reproducir el vídeo unas diez veces; las primeras cinco para ser consciente de que Jessica estaba viva, y el resto, para analizar el vídeo.

El sonido era horrible, por lo que era obvio que no lo había grabado con su móvil. Estaba sentada en el suelo, y puedo asegurar que estaba escondida, dado que su voz sonaba muy baja; como si no quisieran que la escucharan.

Y, lo que más me dolió, fue ver que en su labio había una herida. Todo me hacía prever que se había metido en una pelea y que era producto de un puñetazo en su labio.

Las tres preguntas y las dos palabras; todo tenía sentido. Las tres preguntas que me hizo nada más conocernos y dos palabras que siempre me repetía. Había sido una completa idiota al dejar pasar su intento de ponerse en contacto conmigo. Al final yo llevaba razón, ella no me iba a dejar sin saber nada, el problema es que yo no fui capaz de ver que estaba intentando contactar conmigo.

Si por un momento piensas que te voy a dejar tirada y sola, es que definitivamente estás demente. Jessica, por favor; vuelve. He pasado un puto infierno pensando que habías muerto, necesito verte, saber que estás bien y eso tiene que ser en persona. Por favor.

No voy a dejar de trabajar, porque todo esto se va a solucionar. Me da igual cuánto de peligroso sea o contra quién vaya, me da igual, eres mi mujer y te voy a ayudar en lo que sea. Porque como dijo alguien a quien admiro mucho: "dos mentes piensan mejor que una y cuatro ojos ven mejor que dos". Vuelve, conmigo.

No sé si esto te va a llegar y si lo vas a ver... Si lo ves, ven, por favor, necesito abrazarte. Te quiero.

Contesté al e-mail una vez que había cogido ropa y pedido un taxi. Sentía que la vitalidad con la que me había levantado la catastrófica mañana, me había vuelto de repente.

Conocía a Jessica mucho mejor de lo que me conocía a mí, y quería pensar que si yo la pedía volver; ella lo haría... O quizás me estaba engañando y eso no iba a ocurrir. En cualquier caso, necesitaba que volviera, yo necesitaba abrazarla y decirle que todo iba a salir bien.

- Dime, Laura.

- No te he podido llamar antes porque no ha sido fácil.

- Está bien, no te preocupes, ¿qué tienes?

- La fuente es anónima, y aunque he apretado un poco, no me la han querido decir.

- Eso me lo esperaba.

- A cambio te he conseguido todas las imágenes y la copia de lo que parece la denuncia a Jessica; al menos lo que nos ha llegado a la prensa.

- ¿Y qué viene en esa denuncia?

- Pues los temas por la que se ha interpuesto la denuncia. Por lo que he leído, la ponen de vuelta y media; pero también te lo esperabas, ¿no?

- Ya lo están haciendo, así que sí. ¿Crees que podrías mandármelo al e-mail?

- Ya lo tienes.

- Muchas gracias.

- Recompénsame con una cena con tu mujer.

- ¿Perdón?

- No en plan cita, obviamente; pero necesito conocerla y conseguir una entrevista, ¿sería posible?

- Intentaré hablar con ella cuando todo esto pase.

- Muchas gracias, Sammy.

- A ti.

**FLASHBACK**

No estaba preparada, yo sentía que me metía en la boca del lobo. Definitivamente la vida de Jessica no tenía nada que ver con la mía; por mucho que ella se empeñara, yo era una niña en todo eso y ella, toda una mujer. Era demasiado tarde para intentar disimular el temblor de todo mi cuerpo, y menos cuando ella me agarró la mano con firmeza, tampoco supe si su intención fue darme tranquilidad.

La puerta con el letrero de la A nos la abrió una mujer rubia, bastante guapa, a decir verdad. Iba acompañada de una niña pequeña, con un pelo recogido pero un flequillo que le tapaba la frente. Sin duda, había salido a la mujer rubia.

- Jessica, cariño – sonrió – Bienvenidas.

- Gracias, Ana. Ella es Samanta, mi novia. Ana, la mujer de Jaime.

- Un placer – le di dos besos.

- Tita.

- Hola, mi amor – susurró Jessica cogiendo a la niña - ¿Cómo estás?

- ¿Quién es ella?

- Ella es Samanta, mi novia, ¿a qué es guapa?

- Tú más guapa.

- ¡Oye! – exclamó Jessica sin borrar la sonrisa.

- En eso llevas razón – asentí yo acariciando la mejilla de la niña - ¿Y tú cómo te llamas?

- Gisela.

- Pues es un placer conocerte, Gisela.

- Venga, ve arriba anda.

La niña salió corriendo hacia unas escaleras, que las subió más rápido que yo las nuestras cuando me daba por ignorar la existencia de un ascensor.

- Detective Ruiz.

Había llegado el momento. Por primera vez en seis años en el cuerpo, iba a conocer al jefe superior de la policía. El hombre que controlaba todo, que autorizaba todo; uno de los hombres con más poder en el país.

Con traje, afeitado y un pelo realmente envidiable. Moreno, y una tez pálida de piel. No dudaba de que si Jaime y Jessica llevaban tantos años siendo amigos, los dos se hubieran llevado de calle a todas las mujeres que ellos querían.

- No sé ni cómo saludarte.

- Jaime – me sonrió dándome dos besos – Aquí soy, Jaime.

- Y fuera también, no te vayas a creer luego – me ayudó mi novia - ¿Ves cómo no es para tanto? Si es más feo en persona.

- No es para nada feo – dije yo casi sin pensar.

- Anda mira – Jaime miró a su mujer – Ya me cae bien. Bienvenida, Samanta. Estás en tu casa.

**FIN DEL FLASHBACK**

Le dejé un mensaje en el WhatsApp a Jaime antes de apagar el móvil. Quería que subiera a la habitación dónde pasaría mis próximos días porque tenía que contarle lo del e-mail de Jessica. Porque yo en cuanto llegué, me fui directa arriba. Tenía las cosas claras, por mucho que ella me hubiera dicho lo que me dijo; yo haría lo imposible por ayudarla.

Vuestros comentarios son muy importantes, sólo así la historia tiene sentido. Gracias por leerme.

-KBex-

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