Te salvaré cien veces.

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NARRA SAMANTA

Tu misteriosa cuenta bancaria se abrió en una dirección de la ciudad. Me ha costado una barbaridad porque está entre muchísima mierda; pero siempre hay una fisura en la que soy especialista. Según google Maps, la dirección pertenece a una empresa que se llama: Denion's. A mí no me suena un carajo, pero supongo que a ti sí. Tienes abajo un listado de todos los que trabajan en esa empresa.

Eso es todo lo que te he podido conseguir, no me ha dado tiempo a averiguarte quién lo ha abierto concretamente; pues me han registrado todo el local.

Habla con tu jefe o hazlo tú misma, pero quítame los cargos que me vayan a poner. No quiero aparecer en ningún lado, Jenkins.

Cuervo.

El peculiar hacker de Jessica había resultado infalible; nos había dado poca información pero muchísima más de la que pudiéramos conseguir nosotras. Lo primero que hizo Jessica fue buscar los datos del cuervo: Inmanuel Sánchez Jiménez. Borró de una sola vez todo su historial, no sabía hasta qué punto Jessica podía hacer eso; pero si lo estaba haciendo, era porque podía.

Denion's era una empresa que se dedicaba a la distribución de productos alimenticios en colegios e institutos de todo el país. No era una empresa llamativa, pues sus ganancias se podían contar por miles, no por millones. Mileuristas en torno a los cuarenta y cinco y veintitrés años; así era la plantilla.

- ¿Y ahora qué? – pregunté.

- Ahora vamos a hacer que el ordenador trabaje – respondió quitándose la sudadera – Tenemos los movimientos de la cuenta bancaria, así que vamos a compararlos con los de todos los empleados. Cuando acabe, eliminaremos las que no tienen nada en común y nos quedaremos con las que sí.

- ¿Pero cómo van a tener movimientos similares?

- En una cuenta espejo, por eso nos lleva a tus datos – me miró – No se ha creado ninguna; la diferencia es que han puesto una capa casi opaca sobre la original para que nadie la busque; de esa manera, parece que la cuenta es tuya, no de ellos. ¿Me explico?

- Más o menos.

- Te aseguro que lo vamos a encontrar – se acercó la silla al teclado – Vete dictándome los nombres de todos los de la plantilla.

Más de doscientos nombres; no era un trabajo fácil, pero ni ella protestó y desde luego que yo no lo iba a hacer. Tras más de quince minutos, Jessica metió unos parámetros que yo desconocía por completo y un porcentaje apareció en la pantalla central. El hecho de que Jessica se dejara caer en la silla, me hizo ver que tocaba lo de siempre: esperar.

Se cruzó de brazos, esperando pacientemente que el porcentaje avanzase, aunque iba realmente lento. Pude ver la gasa que tenía en la cintura debido a la herida; no se había quejado de nada y doler, le tenía que estar doliendo. El colgante que llevaba con nuestra alianza lo tenía dónde siempre, pues el anillo se colaba por debajo de la camiseta de tirantes que llevaba, entre su canalillo. El pelo se lo había recogido con la goma negra que siempre llevaba en su muñeca; lo que me hacía ver un golpe en la parte trasera de su cuello.

**FLASHBACK**

Todos estábamos a la espera de que apareciera; más de diez policías esperábamos atentos a que su rostro se enfocara en la pequeña pantalla. Una rueda de prensa que había levantado muchísimas expectaciones: una banda de narcotráfico había caído por la agudeza de Jenkins.

- Sale, sale, sale – repitió ochenta veces Darío.

Sus ojos negros como el carbón, una mirada que enfriaba al espectador, no quería imaginarme cómo era mirarla en persona; una hermosura envidiable, a la altura de cualquier modelo, influencer o de lo que ella quisiera... Jessica podía ser en su vida lo que ella quisiera.

Miradas de amor.Where stories live. Discover now