Jessica Jenkins.

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NARRA SAMANTA

Jessica volvía a tener esa mirada, la que vi por primera vez, la que conocía todo el mundo... La mirada de Jessica Jenkins.

Nuestra entrada a la central había sido como estrellas de cine; tras esquivar a todos los periodistas de la entrada, finalmente, pudimos entrar.

Veníamos de casa; una vez que hablamos con Jaime, habíamos acordado que, sobre todo por Jessica, convendría ducharnos y vestirnos con algo que no fuera una sudadera de hacía días. Ella había recuperado su placa, su porte y su garra; Jessica, volvía a ser mi imparable mujer.

El cuervo había encontrado absolutamente todo el rastro de Samuel. Mensajes, fotografías, búsquedas, historiales... Absolutamente todo. Prácticamente los últimos meses del jefe de inspectores, habían girado en torno a Jessica. Y todo eso, lo tenía Jessica en una carpeta que sólo llevaba ella; aunque a mí me había dado un pen drive, ella llevaba otro, Jaime otro, en nuestra casa había guardado dos copias y el cuervo tenía la información de todo.

Una vez que lo había reunido todo, Jessica llamó a Jaime desde el teléfono de la habitación. Una llamada corta; era como si los dos ya supieran lo que tenían que hacer cada uno.

De hecho, Jessica, de camino a casa, me explicó lo que iba a pasar. Una rueda de prensa en la que estaríamos Samuel, Jaime, dos agentes uniformados, ella y yo. Mi presencia era, exclusivamente, porque la había pedido ella; porque yo, realmente, no pintaba absolutamente nada.

La versión de la prensa era que Jessica iba a explicar todo lo que había pasado. La versión para Samuel era que ella finalmente se iba a entregar, no sin antes explicar todo lo que había pasado. Y la versión para los restantes, era que Samuel iba a salir de aquella habitación, esposado.

Y ahí estábamos, esperando las dos en una sala a que llegara la hora de la rueda de prensa. Más de treinta medios de comunicación habían solicitado estar presentes; no quería ni mirar todo lo que iba a pasar. Pero ahí estaba ella, apoyada en el respaldo de un sofá, leyendo los papeles; y con su habitual indumentaria. Definitivamente estaba viendo a otra persona completamente distinta a la de horas atrás en la habitación. Y saber que sólo yo podía ver eso, porque sólo a mí me dejaba, me hizo sentir tan feliz.

- Jess... - me miró – Gracias.

- ¿Por qué?

- Por dejarme verte y conocerte. Porque creo que sólo tus padres y yo sabemos cómo eres en verdad; y en algunos aspectos, sólo yo – ella sonrió incorporándose – Verte en casa, pidiéndome siempre que te abrace o que te bese; y verte ahora que eres... - bufé – Como una diosa. No sé... - me encogí de hombros – Gracias.

- Eres con la única persona que quiero ser yo – dijo colocándome los cuellos de la americana – La única que quiero que me vea – me acarició las mejillas – Eres tú.

Sonreí justo antes de besarla. Todo en mi vida parecía volver a la normalidad.

- Vas a salir ahí y vas a poner tu nombre en lo alto – dije mirándola – Porque Jessica Jenkins sólo hay y habrá una.

Me guiñó un ojo; y nos preparamos. Pues tan sólo uno minutos después, Jaime entró para avisarnos y sobre todo para pedirme que saliera un segundo. Pensando por un momento que querría hablar con Jessica, a ella la dejó sola y vino conmigo.

- Cuando acabe todo esto; las cosas van a cambiar.

- Eso me lo imagino.

- Vamos a proponer a Jessica como jefa de inspectores.

- ¿De verdad?

- Sí, ya la va tocando – sonrió – Pero bueno, quizás es mejor que se lo digas tú. Creo que la va a hacer ilusión.

Miradas de amor.Where stories live. Discover now