Capítulo 5

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Hace 7 años

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Hace 7 años.


Eran las cinco de la tarde cuando Alec se disponía a salir del instituto, ya había terminado de hacer sus deberes de cazador, estaba a punto de salir cuando la alarma sonó y vio a su parabatai corriendo por el pasillo.

—Jace, ¿qué pasa? —preguntó sujetando a su parabatai.

— ¿Alec? Hermano, pensé que ya te habías ido —dijo el rubio mirando al ojiazul—. Disculpa, pero tenemos un demonio que atrapar —la alarma no dejaba de sonar—. Tenemos un demonio nivel ocho, justo estoy yendo donde Clary y Simón para que me ayuden, además será un buen entramiento para él.

—Sí, tienes razón, entre parabatai es mejor la pelea —respondió Alec un poco avergonzado, si bien, ya habían pasado varias semanas que ambos no cazaban juntos, por lo general, tenía papeleo que hacer, o bien, Jace como encargado de defensa del instituto, tenía que estar atento a los diferentes ataques, hoy era un día de esos, Alec no supo qué decir.

— ¿Vienes? —preguntó el rubio—. Claro, si no tienes algo que hacer —Jace miraba el rostro de su hermano, quien sonreía.

—Déjame ir por mis armas —Alec se fue directo al almacén por sus armas. Jace no pudo evitar tener una gran sonrisa en su rostro, hasta que recordó que debía que avisar a los chicos sobre el ataque y salió corriendo por el pasillo.

Con la alarma sonando, Jace corría por el pasillo mientras enviaba un mensaje a su novia para que se alistara, para cuando llegó con ellos, tanto como Clary como Simón estaban listos.

—Bien… —dijo Jace—. Escucha bien Simón, este demonio es nivel ocho, tienen que usar sus runas más poderosas, acuérdate de todo lo aprendido —tocó su hombro—. Sé que lo harás bien, además tienes a tu hermosa parabatai, que encima es mi genial novia, no tendrás problemas —Los dos chicos sonrieron.

Alec llegó con sus armas en manos, Clary y Simón estaban felices al ver que él los acompañaría, ya que se sentían más seguros con alguien con experimentado.

—Jace, ¿nos vamos? —preguntó el ojiazul.

—Sí, vamos y... —fue interrumpido por su novia.

—No hagas eso —Jace la miró dudoso—. No te despidas… Sé que es un demonio nivel ocho y que Simón y yo no tenemos experiencia, pero lo haremos bien.

Al escuchar eso sonrió.

—Muy bien, vamos, tenemos un demonio que matar.


Al llegar al edificio se separaron en dos grupos: Clary con Simón y Alec con Jace, los primeros se quedaron en la planta baja y los segundos fueron a la planta alta. Al llegar al segundo piso, se sentía el olor a azufre, muy tradicional de los demonios. Por esto es que ambos comenzaron a buscar al demonio, escuchando un ruido en la última habitación, encaminándose al lugar. Antes de que Alec abriera la puerta, esta lo hizo por sí sola, los parabatai se miraron y, como ya sabían qué hacer, el primero en entrar fue el rubio seguido por el pelinegro, cuando ya se encontraban dentro en posición de pelea, el demonio hizo su aparición tenía la apariencia de un joven muy apuesto: cabellos rubios, ojos verdes, parecía inofensivo, hasta Jace pensó que el sensor se había equivocado, pero cuando ambos cazadores salieron volando por los aires y el demonio mostró su sonrisa diabólica, y sus ojos cambiaron a negros, se dieron que era un verdadero demonio. Alec ayudó a su parabatai a ponerse de pie, lo que el demonio aprovechó para atacarlos golpeando al ojiazul, haciéndole caer de rodillas, Jace sacó su espada serafín nombrándola y lo atacó, el demonio con un solo dedo lo detuvo. Alec aprovechó para atacarlo por la espalda, pero el demonio con mucha habilidad lo esquivó, este hizo un movimiento con sus manos y los dos cazadores fueron expulsados quedando pegados en la pared, era como una fuerza invisible que no les permitía moverse, por más que forcejeaban, el demonio solo se acercó a ellos hablando por primera vez desde que había comenzado la lucha.

—Ustedes sí nos subestiman, ¿no se supone que son expertos matando demonios? Ni siquiera han podido ponerme un solo dedo encima.

—Maldito —gritó Jace—. ¿Por qué no me sueltas y me dejas demostrarte de qué soy capaz? —forcejeaba contra la magia del demonio.

—Si ni siquiera puedes soltarte de mí agarre, ¿crees que tendrías oportunidad conmigo? —dijo mirando fijamente a Jace.

—Mi hermano tiene razón, ¿por qué no nos sueltas y compruebas de lo que somos capaces? —habló Alec.

El demonio recogió una de las espadas del suelo y empezó acercarse más a los cazadores, turnaba su mirada entre el ojiazul y el rubio, el demonio finalmente dejó su mirada en ambos y terminó de acercarse, los cazadores sabían que las cosas se iban a complicar.

— ¿Será cierto eso que dicen que los parabatai pueden sentir el dolor de su compañero? — Ambos cazadores se tensaron—. No, no se asusten, solo voy a lastimar a uno —movía el cuchillo de lado a lado sonriendo—. Ya sé, serás tú —dijo mirando a Jace.

—Te reto a que lo hagas maldito —respondió el rubio.

El demonio rasgó la camiseta de Jace y sonrió diabólicamente.

El grito de Jace se pudo escuchar en todo el edificio y un segundo grito también. Alec sentía el dolor de su hermano.

—Esto es solo el principio —empezó a reír el demonio.

Y, nuevamente, se empezaron a oír los gritos.

Cuando Clary escuchó las exclamaciones de dolor de su novio no dudó en salir corriendo a ayudarlo, Simón también corrió en dirección a su parabatai, corriendo por el pasillo del segundo piso oyeron de donde provenían los alaridos y se dirigieron a ese lugar, no era necesario que abrieran la puerta ya que esta se encontraba abierta.

Al entrar Clary vio la escena más horrible, Jace se encontraba ensangrentado por todo su torso.

— ¡Nooooo! —gritó, corriendo hacia donde su novio, Simón la detuvo, pero ella quería estar cerca de su novio.

—No, Clary, ¡quédate donde estás! —dijo Jace, al mismo tiempo que le dedicaba una sonrisa dolorida para calmarla.

El demonio miró a Clary con su típica sonrisa, hizo una reverencia y clavó de nuevo el cuchillo en Jace, la pelirroja trataba de zafarse de los brazos de Simón, sin embargo, él le sujetaba con fuerza, no quería que a su amiga le pasara algo. Alec también sufría, podía sentir el dolor de su parabatai, aunque no tuviera daño físico, podía sentir como si esos cuchillos hubieran entrado en su cuerpo. Simón le hizo una señal a Clary, ella se hizo a un lado, Simón tomó su arco, se disponía a disparar, pero Clary lo detuvo para dibujar una runa en la flecha, el cazador la lanzó, no obstante, la flecha chocó con un campo de fuerza.

—Soy un demonio poderoso, cazador, esas armas no pueden hacerme daño, además, soy el protegido de un príncipe del infierno: Malac… Mi nombre es Abad.

—Dime, demonio, ¿tu amo es el que te mandó a atacar? —inquirió Clary, el demonio parecía no querer responder, solo la miraba con su horrible sonrisa.

—No —respondió finalmente—. Estoy haciendo esto por diversión y por venganza —dijo Abad mirando a Alec.
— ¿Venganza? —Pregunto Alec—. No me digas… seguro mi familia y tú tienen pasado, siempre es lo mismo.

—Algo así —dijo Abad—. Tu querido padre mató a mi hermano y me encerró en una trampa, pero eso pasó hace quince años y hasta hace dos días logré salir —decía caminando ahora hacia Alec—. Si no fuera por mi amo… bueno, creo que he hablado mucho.

El demonio se acercó más al pelinegro, sujetó su rostro y clavó un beso en sus labios, Alec quedó perturbado cuando el demonio lo soltó, Alec pudo escupir en su cara.

— ¿Qué pasa? —El demonio estaba limpiándose el rostro con el dorso de la mano—. Me habían dicho que al gran Alexander Lightwood le gustaban los hombres.

— ¡Que sea gay no significa que me gusten todos los hombres! —dijo molesto el ojiazul.

Clary aprovechó la distracción para acercarse al demonio, todo lo posible, en su mente ya tenía una nueva runa que podría detener al demonio Abad, Simón de un momento a otro atacó al demonio y Clary usó ese momento para dibujar la runa, lo que hizo que el demonio se quedara paralizado, esta runa consumía mucha energía de la creadora es por eso que la pelirroja había quedado débil, Simón utilizó su espada y la clavó al demonio quien gritó de dolor, Clary, con las pocas fuerzas que le quedaban logró liberar a sus compañeros, Alec corrió al lado de su parabatai y dibujó las iratzes para que Jace pudiera curarse más rápido, mientras ambos se ocupaban de Jace, un golpe muy fuerte se escuchó, seguido de un grito de dolor. Simón estaba en el suelo sangrando, Abad se había liberado de la runa y había clavado una daga a Simón, Clary pudo sentir el dolor, Jace que se estaba recuperando, se acercó a ella preocupado.

—Simón, Simón —gritaba Clary—. Jace, él me necesita —el rubio no quería soltar a su novia, pero sabía que ella tenía que ir.

Jace juntó todas sus fuerzas y, con ayuda de su hermano, logró ponerse en pie, miró a su parabatai y este entendió lo que quería hacer, debían realizar una distracción para que Clary pudiera ir junto a Simón, Alec empujó a Jace al suelo y corrió en dirección al demonio, quien, enojado por lo que le habían hecho, empezó a sacar todo su poder, tomó al ojiazul del cuello y empezó a estrangularlo, tanto fue el agarre que el cazador comenzó a escupir sangre por la boca, a Jace le empezó a doler la runa parabatai, sabía que eso no era buena señal, Clary estaba entre ir junto a su parabatai o quedarse con su novio, pero no tuvo que decidir ya que tanto Simón como Jace y ella salieron volando por los aires. Se pudo observar un resplandor blanco que iluminó todo el lugar, los cazadores se taparon los ojos por aquel brillo, al cabo de unos segundos desapareció y Clary dirigió su mirada hacia donde estaba el demonio y vio que ya no estaba, aprovechó para ver si su novio se encontraba bien y corrió luego junto a su parabatai, afortunadamente, la herida no era muy seria, empezó a dibujar las runas de curación sobre él.

—Alec, Alec —se escuchó decir a Jace, el rubio se acercó como pudo a su hermano, pero este no reaccionaba, se tocó la runa parabatai y se dio cuenta de que no podía sentir a Alec, el rubio comenzó a llorar, abrazando a su hermano, Clary que tenía a Simón sujetado se acercó con él, dejó a Simón en el suelo y ella se acercó a su novio, llorando junto a él, Alec estaba muerto.

Pasaron unos minutos intentando calmarse un poco para poder llamar a Izzy, quien llegó rápidamente al lugar, buscando a los cazadores, al ver la escena no pudo evitar tirarse junto al cuerpo de su hermano. Tanto era lo que estaba pasando que hasta un momento después fue Clary quien recordó que era momento de avisarle a Magnus, siendo Izzy quien se presentó de voluntaria para hacerlo.


En algún lugar del planeta, Abad se encontraba junto a su amo Malac.

—Amo, le tengo un regalo —dijo inclinándose ante este, chasqueó los dedos y apareció un chico con ojos azules runas en su cuerpo.

Cuando la luz blanca iluminó el lugar, Abad aprovechó para mandar al ojiazul a su guarida y puso un cuerpo cualquiera y le puso la misma apariencia que el cazador. El ojiazul empezó a reaccionar y se puso tenso al verse al lado de ambos demonios.

—Sí que eres hermoso —decía Malac acercándose a Alec, quien estaba atado, no podía moverse quería alejarse de él porque le gustaba como lo miraba.

—Serás un gran juguete —dijo Malac—. Ya sabes qué hacer, Abad —el siervo asintió y se acercó al cazador que trababa de zafarse del agarre de las cadenas. Al estar Abad cerca del ojiazul, soltó su sonrisa, típica de él.

—Ahora me toca divertirme más, tocó la cabeza del cazador quien empezó a temblar, después todo se volvió negro para él.






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