Capítulo 16

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—¡Alec! —gritaron en unísono Magnus, Jace y Meg

—¿Qué es este lugar?, ¿dónde estoy? —Alec miraba a todos lados, el nefelim estaba desorientado.

—Estás en la enfermería, acabas de salir de una operación —explicó el rubio a su parabatai. Alexander miró fijamente a Jace, pero sintió un apretón fuerte en su mano izquierda y entonces dirigió su vista a esa dirección.

Magnus sonrió al ver como Alec le estaba mirando.

—Hola, Alexander. ¿Cómo te sientes?

—Bien, gracias... ¿Pero quién eres? —Aquella pregunta hizo que el corazón de Magnus se quebrara, pero no quiso que su cazador olvidadizo sintiera su dolor. Con todo el dolor de su corazón roto, soltó la mano del ojiazul y se alejó de la cama y miró hacia la pared.

—Jace... —Llamó el nefelim—. ¿Quién es?

Jace no sabía como debía responder aquella pregunta y busco ayuda con la mirada al brujo, pero la expresión que le dio Magnus al rubio fue como diciendo que no dijera nada.

—Un amigo —finalmente respondió—, un amigo muy cercano a nosotros —Jace se sintió fatal en decir aquello, sin embargo, no tuvo opción.

Alexander iba a decir algo, pero la puerta se abrió de golpe. Jace y Magnus se alarmaron, sin embargo, se trataba de Isabel y aquello les hizo tranquilizarse.

—¡Alec! —La cazadora se abalanzó a la cama, tomo la mano derecha de su hermano. Estaba muy emocionada—. Que bueno que estés bien, hermano mayor.

Pero la azabache se dio cuenta que algo marchaba mal, ya que no obtuvo reacción  de parte de Alec y además el ojiazul le miraba con el ceño fruncido. Inmediatamente Isabel soltó la mano de Alec.

—¿Alec?

—Perdón, pero no te conozco.

Isabel por poco casi cae al suelo, de no ser por el brujo que la sujeto a tiempo.

—Tienes que ser fuerte —dijo Magnus a la cazadora en su oído—. A mi tampoco me recuerda.

Izzy se refugio en los brazos del brujo. Quería echarse a llorar, pero Magnus le recordó que esperaba un bebé y las emociones fuertes no le hacían bien. Así que la cazadora se trago su dolor. Y para evitar alguna desgracia, Magnus sacó a su cuñada de la habitación.

—¿Jace? —llamó Alec a su parabatai, quien estaba cruzado de brazos mirandolo con el ceño fruncido.

—¿De verdad no los recuerdas? ¿A ninguno de ellos? —preguntó el rubio con tono molesto. Alec negó—. No comprendo, ¿cómo es posible que me recuerdes a mi y no a ellos?

—¿Debería?

—Es obvio, ellos son familia... Magnus es... —Meg interrumpió al rubio y lo alejo de la cama—. ¿Qué haces?

—¿Acaso eres tonto? —regaño la demonio al rubio—. No ves que el chico acaba de salir de una operación, seguro sus recuerdos están... no sé, acomodándose o que se yo. Pero debes tener un poco de tino con él y agradecer que te recuerde.

—Pero...

—Pero nada —interrumpido la mujer—, en estos momentos es mejor guardar silencio. Espera un día o dos, y si continúa sin recordar nada de ellos en ese lapso de tiempo, llamas a esos hermanos que lo operaron.

ENTRE DOS MUNDOS Where stories live. Discover now