Reto final: Esqueleto exquisito versión 2

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Siento muchísimo haber estado tan ausente. Ha sido muy muy dificil para mi enfrentarme a ciertos problemas personales. Pero bueno, ya estoy muy, muy tranquila, por que todo ha pasado, todo está bien, y nadie está en riesgo ni nada.

Hace tiempo os dije que subiría el reto final. Hacer una escena entre todos ha sido increible, enserio. Cuando llegué al cuarto escritor, primero se maldijo por no escribir tan bien como el tercero, y después dijo que tal vez no sería capaz de seguirlo. ¿Por qué? Sois tan buenos que  se lo habeis puesto dificil al siguiente. Os explico como va:

El orden va así: @Vivirlocamente (Que ha escrito el principio de la escena), @Hugo_ita, @Letimestre, @AllOfSomebody (Hugo garcía), @PurpleSweets y @LucyBeHappy/@Serguius1990, que hemos escrito un final juntos. Así que espero que os guste lo que ha salido. Quería decir, antes de que Hugo_Ita me odie, que al juntarlas todas me di cuenta de una pequeña discordancia; En el final de la suya y el principio de Leti hablaba la misma persona, así que tuve que suprimir una de las frases. Mil perdones. Igual, quedó increible.

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No sé cuánto tiempo podré estar aquí fuera esperando a que me digan algo. Esto es insoportable. Llevo cuatro horas esperando a que un médico salga y me diga que mi futura esposa va a estar bien. Maldito sea quien la haya atropellado, juro por mi vida que me las vas a pagar. No quedaré tranquilo hasta que no lo vea entre rejas. 

— ¿Familiares de la señorita Ariadne Smith? —pregunta una voz detrás de mí. 

Me giro rápidamente y me acerco hasta tenerlo enfrente. — ¿Cómo está? —pregunto apresuradamente.

— La señorita Smith tiene grandes heridas en el cuerpo y dos costillas rotas. Necesita reposo y mucho relax. Está muy nerviosa, le vamos a poner un calmante para que se tranquilice.

— ¿Puedo pasar a verla?

— Por supuesto, sígame.

Sigo al médico esperando ansioso verla de nuevo, ver sus dulces ojos y su magnífica sonrisa, esa que me enamoró por completo aquel primer día que nos vimos en aquella cafetería. Paramos delante de la puerta donde se encuentra mi pequeña hermosa. Respiro un par de veces y entro detrás del médico. Ahí está, tumbada en esa horrible camilla, llena de goteros y algunos cables. Me acerco rápidamente a mi chica y le acaricio el cabello mientras la miro fijamente, hundiéndome en el verde de sus ojos con ese toque dorado cuando los rayos del sol impactan en su hermoso rostro. Ariadne me mira con ternura, acaricio su mejilla y me acerco a sus finos y jugosos labios, la beso. Es un beso dulce y lleno de amor. Lágrimas caen de los ojos de mi pequeña princesa.

—Tranquila preciosa, estoy aquí contigo. Nada ni nadie me va a separar de ti— la miro a los ojos para que vea la determinación en mi mirada. Ella me acaricia el rostro y me acerca a ella. 

Sus labios rozan suavemente los míos y siento que vuelvo a la vida. Sentir su corazón latiendo, sus manos cálidas sobre mí y sus suaves labios besando los míos, lloraré de felicidad y no me sentiría ridículo. El que dijo que los hombres no lloran no había conocido lo que era el amor ni tampoco lo que era estar a punto de perderlo. 

— ¿Ni la muerte?— su pregunta me toma por sorpresa, sonrío y respondo totalmente convencido de nuestro gran amor. 

—Ni la muerte nos separará Ariadne, porque te perseguiré hasta los confines del cielo y la tierra—. Entrelazo nuestras manos y nos miramos a los ojos, no necesitamos palabras porque nuestros corazones hablan por nosotros. 

En algún momento que no sabría identificar (normal; sus ojos estaban clavado en mis pupilas), La puerta se abrió y cerró de golpe. Al principio vi la palabra miedo escrita con todas sus letras y en mayúsculas en los ojos de mi chica, aunque en seguida se suavizaron; Sergio dio un paso al frente, y las cortinas azules que se ceñían a la ventana se agitaron con la brisa de verano que corría desde el exterior.

— Solo por curiosidad; mira por la ventana —Dijo, sin pizca alguna de su típico aire bromista. 

Ariadne tiró de las sábanas para tratar de incorporarse y tirar de mi mano, pero ya era tarde; Un ferrari color rojo estaba parado frente a la puerta, con su dueño apoyado contra la ventanilla del co-piloto. Quien me saludó con la mano en cuanto vio mi figura detrás del cristal.

— Vaya, qué considerado —Admití, tirando de la cortina para salir de ella— la ha atropellado con un coche digno de ella. Todo un ferrari. Chapó, ¿Eh?

— León. Estate... quieto — Se quejó ella, cuando Sergio impidió que se moviera. Sus costillas rotas crujieron de manera cruel— No hagas tonterías.

— ¿Tonterias? Me está esperando en la puerta para saber como te encuentras. Lo menos que puedo hacer es bajar a saludar. 

Encontrar el ascensor fue relativamente difícil. Ya fuese por que había tapones de enfermeras en mitad del pasillo o por que algunas se empeñaban en hacerme preguntas tontas como "¿Sabe que si forma algún escandalo publico no volverá a entrar, verdad?", hicieron que llegase a las escaleras(dando por perdida la opción del ascensor) casi diez minutos después. La primera planta estaba más desierta. las puertas de cristal automáticas se abrian y cerraban continuamente, con la gente que entraba y salía. Se podía ver perfectamente cómo Carlos no se había ido a ninguna parte, y, encima, seguía conservando aquella estúpida sonrisa cara. La sangre hervía dentro de mi. Y él debió notar eso demasiado rápido, por que su expresión se volvio seria cuando las puertas se abrieron para mi.

— ¿Sabes? —Preguntó, ignorando mi fuerte agarre sobre las solapas de su camisa— Creo que tu cara me gusta cada vez menos. Si no tuviese que verla... estaría bien.

— ¿Sabes? —Sonreí con falsedad, cerrando mi puño a la altura de mi cinturón— Creo que podemos arreglar eso.

Imagino que no fue fácil verlo todo negro justo después, pero... no todas las vísperas de bodas eran color de rosa.

El Juego de la inspiraciónOnde histórias criam vida. Descubra agora