Capítulo 1

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Multimedia: Khalid-Saturday Nights

Gemma

Meses después...

El frío de la noche impacta contra mi rostro cuando bajo del taxi, después de cerrar la puerta a mis espaldas observo cómo se va alejando, como poco a poco se convierte en un punto rojo en las distancia por los focos de la parte trasera. Cierro los ojos por un breve segundo, disfrutando que el viento agita mi cabello hacia distintas direcciones, no dejo que crezca, amo que este sobre mis hombros, me gusta así. Porque tenerlo largo hace que me parezca a ella y no quiero parecerme a ella.

Acomodo mis lentes y dejo salir un suspiro pesado, mi cuerpo se siente entumecido debido a que estuve sentada todo el día enfrente del computador diseñando, necesito darme una larga ducha e ir directo a la cama.

—¿Gina? —llamo en voz alta al estar dentro de la casa y solo el silencio es mi respuesta.

Dejo salir un suspiro de alivio que se mezcla con uno de cansancio. No está, y que no lo esté me hace sentir dividida, una parte de mi se siente aliviada a que quizás no voy a escucharla gritarme, a que no tendré que lidiar con ella, pero la otra parte, esa parte masoquista se asusta al no saber dónde mierda puede estár, no saber si está bien me carcome la mente, me hiere con furia.

—Esto es una completa mierda —murmuro para mí misma.

El aroma asqueroso del vómito se cuela por mi nariz y hace que mi estómago se retuerza con violencia, el líquido caliente y agrio sube por mi garganta y llevo mis manos hacia mi boca, como si eso pudiera evitar que el vómito salga y se mezcle con el que ya está en el suelo.

Dejo mis cosas en mi habitación para luego bajar a la planta baja y deslizar mi mirada por el pequeño lugar. Hay botellas partidas, vómito, colillas de cigarro y cenizas por todos lados, suspiro enojada y con ganas de gritar. Trago la ira y el dolor que se filtra por mi cuerpo y ato mi cabello en una cola alta. Me acerco a la ventana más cercana y abro, dejando que el aire limpio se lleve la suciedad que hay aquí adentro.

Siempre es lo mismo, no importa cuantas veces limpie, no importa cuantas veces le pida que no haga fiestas en la casa o que intente que todo esté limpio, ella nunca me escucha, siempre me ignora y hace lo que se le pega la gana. Estoy tan harta de lo mismo, pero no puedo dejarla sola, no soportaría la idea de que algo le haya pasado por mi culpa.

Paso la mayor parte del tiempo limpiando el desastre que ella misma ocasiona, mis dedos comienzan a doler y el sudor se esparce por todo mi rostro cuando terminó con la sala, luego pasó a la cocina, también está hecha un maldito asco, dejo que todo desprenda el olor a desinfectante de lavanda y brille de lo limpio. Cuando quiero ir en dirección de mi habitación para cambiarme, mis ojos se desvían hacia la habitación de enfrente, es la de ella.

Dudosa y temblorosa entro, estiro la mano hasta dar con el interruptor de la luz. Todo también está hecho un asco, es un completo desorden, entro en la habitación y organizó todo, abro la ventana y suspiro cuando termino de arreglar todo, aunque mis huesos gritan del dolor que se filtra por cada parte de mi cuerpo.

Mis ojos se dirigen hacia una parte de la cama, veo el oso de peluche de mi hermano, trago saliva con fuerza y no me atrevo a tocarlo, sé que para ella es sagrado, sé que lo abraza mientras se queda dormida, ese oso tiene una bandana en la cabeza, era la que mi padre usaba cuando tenía el cabello largo. Gina siempre le decía que parecía un chico malo con ella, lo recuerdo muy bien, lo hago debido a los vídeos que hay de ellos en el ático guardados.

Papá hacia música, cuando joven tenía una pequeña banda y Gina fue a uno de sus conciertos, así fue como se conocieron, cómo se enamoraron, como formaron una familia. Antes este cuarto estaba lleno de amor, de felicidad, dos niños se metían en la cama cuando tenían miedo de las tormentas, sus padres los abrazaban y daban amor, dos padres jugaban con ellos, miraban películas, festejaban navidad y año nuevo en esta casa, ahora, solo viejos recuerdos, tristeza y dolor cubre las paredes de lo que anteriormente fue un hogar feliz.

Más allá de su mirada©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora