Capítulo 27

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BTS- Let me know

GEMMA

Me ahogo.

El aire es tan escaso en mis pulmones que me ahogo, el corazón va tan rápido que temo que deje de latir, que deje de golpear con fuerza mi caja torácica y decida que es momento de detenerse. El mundo a mi alrededor da vueltas, los sonidos son lejanos y el tiempo parece detenerse para mi'.

Cuando supe que mi padre y mi hermano había muerto, mi cerebro demoró en aceptarlo, todo parecía tan irreal, tan inexistente. Luego, una noche desperté llorando y gritando.

Gina estuvo ahí.

Ella me consoló, me pidió perdón de mil maneras diferentes. Luego, cuando empezó a cambiar podía verlo, había inquietud en sus ojos, indecisión, y no entendía porque a veces parecía querer abrazarme y luego irse.

Cuando tenía pesadillas, se metía en silencio en mi cama y me dejaba abrazarla, dejaba que me acurrucara en su pecho y luego se iba. Luego, con el paso del tiempo, se limitaba a llevar a mi habitación leche tibia y luego se iba sin decir nada.

Y cuando ya cumplí los 18, no dejaba nada. Era una de las pocas cosas que hacía para mí, era algo que apreciaba y atesoraba dentro de mí corazón. Cuando salí del instituto, dejó un papel en mi cuarto que decía que los ahorros que mi padre tenía en una cuenta eran para mis estudios, y junto a mi trabajo de medio tiempo logré graduarme.

Había noches en las que me quedaba dormida y despertaba sin los cuadernos y materiales en mi cama, estaba arropada y todo lucía en orden. Y, aunque siempre supe que era ella, una parte de mi se negaba a aceptarlo, porque ella me odiaba, porque no me amaba, pero la otra parte, lo aceptaba, se conformaba y esperaba que llegara el día en el cual me dijera que todo había acabado.

Que volveríamos a ser familia. Que las malas miradas y los desprecios se irían.

Me sigo ahogando, lucho contra la sensación de asfixia que se acumula en mi pecho mientras retrocedo. Mientras la venda cae de mis ojos y el dolor me azota el alma.

Él sabía dónde estaba.

Él mintió.

—Gemma...

La perdí. No podré recuperarla.

Sollozo, me quiebro en pedazos y no intento recogerlos. Solo dejo que el dolor salga, que la tristeza se escabulla por cada rincón de mi cuerpo, que el sentimiento de traición me cubra el alma.

—Gemma...

—¿Cómo pudiste? —inquiero entre el llanto.

Sus ojos me observan con dolor, con tristeza. Intenta acercarse, intenta tocarme y me sigo alejando. Las lágrimas caen por sus mejillas, luce desesperado, angustiado. Y no me afecta, verlo así no me afecta, porque mi alma está sangrando, porque estoy hecha pedazos.

—La policía va a encontrarla, ella estará bien.

Me rio, es una risa agria y venenosa que sale de mis labios. Niego con la cabeza.

—Muerta, ¿la van a encontrar muerta?

—Gemma...

—¡Mentiste! —grito adolorida—. ¡Sabías que quería encontrarla! ¡Sabías que quería protegerla de ese hijo de puta y me mentiste!

—Gemma...

—¿Cómo pudiste? —reprocho sin dejarlo hablar—. ¿Cómo mierdas pudiste verme llorar? ¿Cómo pudiste consolarme teniendo la solución? ¡¿Cómo pudiste hacerme esto?!

Más allá de su mirada©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora