Capítulo 2

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Multimedia: Harry Styles- Sign Of the times

GEMMA

«—¿Iremos a buscar a mamá? —curioseo con la voz infantil.

—Lo haremos dentro de un rato, pero primero te llevaré al cine como te prometí, cariño.

—Yo no quiero ir al cine —dice George—. Quiero ir al fútbol .

Resoplo enojada, ayer fuimos al fútbol y siempre me quedó sentada en las gradas, nunca puedo ir detrás del balón. Y si lo hago, el hombre alto y de gorra azul me regaña.

Hago un puchero y me cruzo de brazo, mientras que le sacó a George la lengua, sabe que lo hago cuando no estoy de acuerdo con ir al fútbol. Él sonríe burlón y me saca el dedo del medio.

Abrí de manera exagerada mis ojos y volteo a ver a papá con la boca entreabierta.

—¡Papi, George está de grosero! —bramo en tono chillón.

Papá voltea a ver hacia George, lo mira con ojos asesinos, así siempre dice mamá que lo hace.

—George, no hagas esas señas, ya te lo he repetido muchas veces.

—Lo siento, papi.

Mi padre nos observa a ambos y después nos sonríe, está acomodando mi ropa desordenada. Y deja un beso en mi frente, para después pasear sus manos por mi cabello negro y atarlo en una cola alta.

—Entre ustedes se deben de cuidar —susurra con cautela—. ¿Entienden? No deben de ser groseros entre ambos y mucho menos discutir. ¿Bien?

—Sí, papi —decimos al unísono.

—Bien, es hora de irnos.»

Sollozo y tapo mi boca para amortiguarlo, limpio las lágrimas que se deslizan por mis mejillas y me hago un ovillo en mi cama, debería sonreír y estar feliz por recordarlos, debería sonreír porque no fue una pesadilla, pero no puedo, no cuando ellos no están aquí.

Ninguno de los dos me cuida ahora.

Miro la hora en el reloj, son las cuatro de la madrugada y parece que el sueño ha decidido abandonar mi cuerpo, abrazo una almohada y me quedo mirando una pared de la habitación, sin hacer nada más que sólo existir.




Le sonrío al guardia de seguridad y subo hasta mi oficina, mis ojos arden y se sienten pesados, pero sigo sonriendo. Entro en mi oficina y dejo el bolso y el abrigo a un lado, enciendo la computadora y le doy un sorbo a mi café, mi estómago esta revuelto y sé que si ingiero alguna clase de alimento sólido lo vomitaré todo.

—Buenos días —saluda una alegre Annabet entrando a mi oficina.

Le sonrío y ella entra con dos bolsas de comida, su cabello negro está atado en una cola alta y sus ojos verdes brillan de felicidad, cualquiera lo estaría al estar recién comprometida, tener un prometido maravilloso a su lado y un hijo que es un amor.

Ella tiene una familia feliz.

—Buenos días —murmuro con la voz ronca.

Frunce su ceño y se deja caer en la silla enfrente de mí, dejando las bolsas de comida sobre el escritorio.

—¿Todo bien? —curiosea y me observa con preocupación.

Últimamente me mira así, con preocupación, a veces me recuerda a Less, ella también me miraba así. Cuando llegaba a su apartamento me abrazaba y sin saber nada, pronunciaba que todo estaría bien. Muchas veces siento que su recuerdo se va borrando de mi memoria, pienso en cómo eran sus ojos, eran cafés oscuros, su cabello castaño y siempre tenía pintura en alguna parte del cuerpo.

Más allá de su mirada©Where stories live. Discover now