Capítulo 28

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Ruel- Hard Sometimes

CHAD

El alcohol que recorre mis venas no hace que olvide lo que me tortura, no alivia el dolor que hay en mi pecho y me está asfixiando, el líquido que recorre mis venas solo hace que sea un poco ligero ser yo.

Porque odio quién soy, lo he hecho los últimos días.

Bebo de golpe el último sorbo que quedaba en la botella de cristal y cierro los ojos cuando lo trago. Ahí, en medio de mi mente nublada están sus ojos, está el azul de su mirada lleno de tristeza, sus facciones están contraídas por el dolor y su mirada, su mirada está llena de muchas emociones, pero él odio que hay en ella es lo que desgarra mi alma.

Sentí su tristeza, pude sentir su dolor en mi propia piel.

La perdí, lo supe cuando gire hacia ella, cuando vi el dolor y la tristeza bailando en su rostro, cuando se alejaba cada vez que intentaba tocarla, cuando se fue sin ver hacia atrás y me dejo allí.

Lo hice.

La perdí.

No la he visto desde aquella vez, no responde las llamadas, los mensajes. No dejan que entre en el edificio en el que trabaja y es en vano esperarla a que salga, no sale, no lo hace sola, no sin el padre de Anne junto a ella.

No me quiere cerca, me quiere lejos.

Un sollozo sale de mi garganta y la presión en mi pecho aumenta, me consume, cubre mi alma por completo.

Iba a tener un bebé.

Por ello estuvo en el hospital, por ello se apagó, por ello había tantas emociones en su mirada cada vez que me veía. Sufrió, lo hizo sola, lo hizo por mí culpa, por haber sido tan cabrón con ella.

No lo merecía, nadie merece ser tratado así y yo lo hice con ella. La hice pedazos.

No la merezco, nunca lo he hecho.

El timbre de la casa resuena por toda la estancia y con pasos temblorosos me levanto del suelo, me sostengo de las paredes para poder ir hacia la entrada, al abrir la puerta sonrío.

—¡Vaya! Miren a quien tenemos el placer de ver frente a mi.

Una mueca de asco se dibuja en el rostro se Owen y lo siguiente que siento es un golpe en mi mejilla derecha, debido a que no estoy en mis cinco sentidos pierdo el equilibrio y caigo de bruces al suelo.

El dolor se extiende por la zona de mi mejilla y por mi espalda baja, el sabor a hierro inunda mi paladar y hago una mueca de asco. Llevo la mano hacia mi mejilla y la masajeo.

—Supongo que me lo merecía.

Owen, frente de mi niega con la cabeza.

—Lo haces y agradece que solo te daré uno.

Una sonrisa torcida se desliza por mis labios.

—Que benevolente eres.

—Demasiado.

Sus manos van hacia mis brazos y me ayudan a parar, luego ambos comenzamos a caminar y me deja en el sofá, mientras que él busca hielo para mi rostro y su mano. Sus ojos recorren el lugar y una sonrisa torcida se genera en mis labios. Sé lo que va a decir justo en el momento en el cual sus ojos dan con los míos.

—Limpiare todo.

—¿Esto has hecho? Beber hasta perder la conciencia.

Niego con la cabeza e intento alcanzar la botella que aún tiene alcohol. Cuando la tengo en mi mano bebo un trago.

Más allá de su mirada©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora