Capítulo 7

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Bruno Mars- Again

CHAD

—¿Otro? —pregunta el hombre detrás de la barra.

Asiento torpemente con la cabeza y observo cómo cambia una mirada con el hombre a su lado. Gruño por la frustración y le arrebató la botella de whisky de la mano, saco algunos billetes de la cartera y los coloco en la barra, él los toma y no dice nada.

No debo precipitarme, no debí acercarme demasiado, no debí acorralarla. ¿En qué estaba pensando al decirle que quería una oportunidad? ¿Por qué creí que ella me daría otra oportunidad? Soy un imbécil, fui un cabrón que la lastimó, que la hirió.

¿Por qué debería darme una oportunidad cuando yo no lo hice con ella? Maldigo entre dientes y doy un largo sorbo a la botella, el alcohol quema mi garganta, pero lo ignoro.

La hice llorar, le sigo haciendo daño. Soy un maldito imbécil.

—Hola —saludan a mi lado.

Vuelvo lentamente la mirada hacia la voz, una mujer de cabello castaño y ojos negros me sonríe, tiene los labios pintados en rojo carmesí y su cuerpo es cubierto por un vestido plateado de lentejuelas.

—¿Quieres compañía? A veces un poco de consuelo no nos hace mal.

No respondo. Se está acercando, cada vez más su rostro está cerca del mío. Su cabello no es negro y tampoco es corto, su nariz no tiene pequeñas y dulces pecas y, sobre todo; sus ojos no son azules, no son como el color del cielo y a veces como el del océano, ella no acelera mi pulso, no hace que algo caliente y agradable se deslice por mi pecho.

Ella no es Gemma Snok.

Me aparto antes de que me bese. Tomo la botella y le doy un largo trago, escucho a la mujer hablarme e intentar llamar mi atención, pero no lo logra, maldigo entre dientes cuando una de sus manos se posa en mi muslo y va subiendo.

La aparto y volteo a verla.

—Busca a otro al cual calentar. Aquí no encontrarás nada.

Su boca se abre y me mira ofendida, dice algo que no me importa escuchar y se va, dejándome sólo con la botella entre las manos.

Ame a Clary, ella era todo lo que más amaba, sus ojos cafés, su cabello rojo, esa mirada de ternura que me daba. Ame a esa mujer con locura, pero las cosas fueron cambiando con el tiempo, ya no éramos adolescentes enamorados, ahora éramos adultos con distintas metas y sueños.

Las cosas estaban mal cuando vivíamos en Vancouver, Canadá, no éramos una pareja como tal, éramos más como mejores amigos que se besaban y acostaban. Ahí estaba el cariño mutuo, pero no estaba el amor de una pareja.

Cuando nos mudamos a Toronto, las cosas fueron de mal en peor, ambos estábamos cada vez más ocupados, ella estaba con su carrera de abogada y yo, estaba intentando construir un hotel.

No teníamos tiempo y peleábamos cada vez más, no sé si lo que dijo Juls es verdad, no sé si era cuestión de tiempo para que ambos termináramos rompiendo, sólo sé, que jamás planee acostarme con Gemma.

Ella es dulce y tierna, habla hasta por las orejas y sale con cosas que te hace verla extraño, pero esos detalles, esas pequeñas cosas me hacían sonreír, me alegraban el día.

Cuando me llamó para que la ayudará, cuando pidió un amigo, algo dentro de mí se retorció con fuerza al escuchar su voz rota, suplicante, me dolió hasta el alma verla llorando por culpa de su madre. La acompañe mientras bebía, la compaña en su pena.

Más allá de su mirada©Where stories live. Discover now