10. Un sábado de marzo

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2 de marzo de 2019. 14.23 pm. Madrid.

¡Ding dong!

Suena el timbre en casa de María Villar. Abre ella y se encuentra a Marta, que sostiene una estatuilla. Con gesto teatral y boca abierta la blande con aire triunfal.

- I'm the winner, bitch.

María ríe y la abraza.

- Tía, eres lo puto más. ¿Cómo te sientes habiéndole ganado en algo a Natalia Lacunza?

- Pos como una fucking queen. He ganado en la vida.

Marta entra, deja su maleta en cualquier lado y se desploma en el sofá.

- Martuka... -saluda Pablo sin dejar de mirar la pantalla. Está jugando al overwatch.

- Bueno -dice María-, cuéntame qué tal fue todo. Te estuve animando todo el tiempo.

- Ya, tía, vi tu storie. Pues bien, no sé. Otra vez en la tele. Me hizo ilusión ver a Noemí y tal.

- Pero, joder, ese programa tiene un formato pochísimo -dice Pablo, que ha dejado de jugar.

- Illo, qué quieres -responde Marta un poco cortada. A ver cuánto dura porque me he enterado de que la audiencia está por los suelos. El próximo viernes van Sabela y Dave.

- ¿Y Alba? -pregunta la Mari.

- Alba no creo que vaya a no ser que Noemí la convenza. Dice que no volverá a pisar un plató de televisión si puede evitarlo. Ella diva.

- Sinceramiento yo tampoco iré si puedo evitarlo. Con el bluff de eurovisión puse fin a mi carrera en los platós -responde María. Después se pone a parodiarse a sí misma bailando la coreo de Muérdeme.

Marta y María van a la cocina y María le muestra a su amiga la nevera pelada.

- ¿Tú te crees que esto es normal? Soy superperra, tía. Odio ir a la compra.

En la nevera hay solamente una manzana amarilla y en el estante de arriba un chorizo solitario. María lo coje y dice que lo único que se puede hacer son unos macarrones.

- Pos por mí bien. Venga, te ayudo.

Un rato después ya han comido y están los tres en el sofá. Pablo ha reanudado su partida y las chicas stalkean instagram con sus respectivos móviles, mandan whatsapps al grupo de ot, etc. Después de un rato con el teléfono en la mano Marta suelta el suyo con desgana en el sofa. Resopla de aburrimiento. Se queda mirando a Pablo.

- Pablooooo.

- Qué.

- Porfi, ¿me dejas...?

Pablo la mira con gesto interrogante.

- ¿Me dejas maquillarte?

- Tronca, no. Qué dices.

- Por favor, Pablo, tío, nunca te pido nada -insiste Marta con gesto suplicante.

- Que no, coño.

- Sí, Marta, maquíllalo -la apoya María. ¡Maquíllalo!

Después de un prolongado tira y afloja Marta va a por su estuche de maquillaje y Pablo, resignado y dócil, se somete a los deseos de esas dos intensas y le ofrece su rostro ojeroso y flaco a la andaluza.

- Déjame guapo, cabrona.

- I'll try my best -dice Marta con el tono de una actriz de doblaje profesional.

María filma el proceso y afirma que en un futuro no muy lejano subirá el vídeo a youtube. Después de casi una hora de trabajo, Marta concluye su obra. El rostro de Pablo tiene ahora un aspecto excelente. Base de color, sombras rosadas, un eyeliner digno de Amy Winehouse.

María besa a su novio con pasión.

- Pablo, estás guapísimo -exclama incrédula María sin dejar de mirarle. Después mira a Marta y entre suplicante y emocionada, como iluminada por una idea genial, pregunta:

- ¿Por qué no follamos los tres?

***

Son las 18.53. Alba está sola en la habitación de un hotel en la Calle Pizarro, en Malasaña, esperando una llamada. Llaman. Es Natalia, que está a punto de llegar a Madrid en AVE desde Barcelona. Tienen una breve conversación. Esa noche Mikel va a celebrar su cumpleaños y evidentemente Nat no puede faltar. Pero le ha dicho a Mikel que llegará a Madrid a las 21.45 en lugar de a las 19.15. Por lo tanto le explica a Alba que tiene dos horas enteras para ella, que quiere verla, que necesita verla. "Ah, dos horas, qué bien. Gracias por darme las migajas de tu tiempo, Natalia Lacunza", está a punto de decirle Alba. Pero no lo dice. Sabe que no debe hacer reproches. Los reproches son el principio del fin. Va a ver a Natalia y la va a tener para ella sola dos horas. Celebremos.

Natalia llama a la puerta de la habitación. La recibe Albita en sujetador negro de encaje y un short diminuto.

- Ay, me estaba cambiando...

Pero obviamente la estaba esperando así.

Natalia la mira de arriba a abajo sin disimular su deseo. Coje a Alba en brazos y ella le rodea las caderas con sus piernas. Se besan. Entonces Nat la deposita sobre una mesa escritorio que hay contra la pared. Alba está sentada y Natalia de pie. Sus ojos están a la misma altura. Después de un beso capaz de acabar de derretir los casquetes polares Alba le sopla a Natalia el flequillo.

- Al final has dejado que te lo corten.

- Sí, ya sabes lo tenaz que puede ser una peluquera de TVE.

Natalia se sienta en el borde de la cama. Alba se baja de la mesa de un salto, se acerca a Nat con aire provocador y le quita la camiseta. Lleva un sujetador deportivo.

- Me flipa -dice Alba mirándolo y riendo. Se lo quita también. La empuja suavemente sobre la cama, tumbándola, y la besa en el espacio que hay entre sus pechos. Alba se ha colocado sobre ella y vuelven a mirarse a los ojos.

- Surprise -susurra Nat enseñándole sus dedos. Las uñas puntiagudas han desaparecido y en su lugar hay ahora uñas cortas con dibujitos geométricos.

Alba le coge una mano a Natalia y la guía hasta el interior del short diminuto que lleva puesto.

- Can you feel me now?

Albalia y la máquina del tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora