23. Coming out (III)

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Después del desayuno las chicas se quedan remoloneando un poco por la casa. Curiosean los libros de las estanterías y las piezas de merchandising de Netflix que hay en la paredes. No se quieren ir. Lo han pasado muy bien y además siempre aprenden mucho: en cierto modo los Javis siguen siendo sus profesores, y no solo de interpretación. Profesores y amigos. Suena el timbre y antes de abrir Javi mira a las tres chicas y les dice:

- Piraros ya, mariconas, que vienen Anna y Brays. Tenemos que trabajar. Vamos a hacer la lectura final de Paquita. Ambrossi y Belén llegan sobre las 12.00.

- ¿Tú has oído algo, Natalia? ¿Nos están echando? -pregunta Marta, que está muy feliz después de su confesión y de las risas que se han pasado.

- Vamos, pencas, let's go -responde Natalia-. Esta gente tiene una serie que rodar y nosotras tenemos discos que grabar.

Javi ha ido a abrir y aparecen en la sala Anna Castillo y Brays Efe. Saludan efusivamente a las tres triunfitas, que ya un poco apuradas por el exceso de confianza se disponen a marcharse. Anna se deja caer en el sofá mientras resopla:

- Ay, pero quedaos un minuto, que quiero saber de vosotras. Tías, vaya hype lo de las fallas, ¿no? Estáis super casadas.

- Tenemos el puto fandom más intenso ever. Sabes, no podemos ser amigas. Tenemos que estar liadas -dice Natalia, digna ganadora de un oscar por esta breve pero brillante interpretación-.

- A mí me encantaría que estuvieseis liadas, lo confieso. En este país necesitamos más referentes LGTBI para todo. Sobre todo mujeres. No sé. Más visibilidad.

- Bueno, venga, para eso ya estás tú, Anita -replica Brays repasando el guión con aire ausente.

- Bueno, pues mira, no está mal. Estamos seis personas en esta sala. Cinco mariconas de seis -dice Anna mirando a su alrededor.

- Fail, querida. Me temo que tenemos un pleno -dice Javi mirando a Marta como buscando su consentimiento -¿Puedo?-.

- What? -dice Anna despegando la espalda del sofá.

- Miss Sango is a lesbian.

Anna la mira con la boca abierta y palmotea como una niña.

Marta, un poco roja pero bastante feliz de ser el centro de atención se echa la melena para atrás con el dorso de la mano como en un golpe de efecto mientras dice fuck yeah!

- Tía -dice Anna-. Soy un puto oráculo. Siempre lo he sabido. Tengo un gay radar que jamás falla. Mi radar siempre me ha dicho que tú eras bollo y que estas dos están liadas.

- ¡Anna! -protesta Alba-. ¿Qué hacemos con esto, Nat? -realmente el nivel de disimulo alcanzado es digno de la estatuilla de Hollywood.

- Pero decidlo ya: "no somos amigas, nos comemos el coño"- dice Anna encantada con el mamoneo-. Oye, Marta, cuéntame. Entonces, ¿cuándo has salido? ¿Lo has dicho en twitter?

- Sí, no te jode. He sacado un comunicado oficial a primera hora. Que no, tía, que se lo acabo de decir a estas.

- Tía, pues me alegro. Para estas cosas están las amigas. Pero a ver, quiero salseo. ¿Te estás liando con alguien? Cuéntamelo.

- Detente, Anna Rosa -la reprende Brays. Hemos venido a currar, ¿te acuerdas? Que te vienes arriba y te crees en el puto Sálvame.

- No me estoy liando con nadie -dice Marta modulando la voz en plan actriz, como si estuviera respondiendo a una entrevista para la televisión. En realidad le encanta hablar del tema con gente afín: el armario es un habitáculo asfixiante y por primera vez en mucho tiempo está respirando a sus anchas:

- Y te diré más, querida Anna Rosa: Nunca me he liado con nadie. Es más, jamás me he comido un coño. Pero a Dios pongo por testigo de que estoy dispuesta a intentarlo -otro golpe de pelo-.

Todo el mundo está descojonado con la desinhibición de Marta.

- Tías, yo la primera vez que me comí un coño... -Anna arranca dispuesta a contar un apasionante relato. Pero de nuevo Brays la corta:

- ¿Quieres que vomite el desayuno? Porque si seguís hablando de coños Javi y yo vamos a vomitar.

- Ay, el marica este, qué insoportable -protesta Anna, que sigue a lo suyo-. Yo la primera vez que tuve un coño delante tampoco sabía muy bien qué hacer. Pero Marta: todo fluye, sobre todo si hay confianza y complicidad con la otra.

- Yo la primera vez tampoco sabía qué hacer -comenta Alba, que se siente cómoda en ese debate y además quiere ayudar a su amiga-. Pero si hay confianza y amor... el resto sale solo. Se va aprendiendo.

- ¿Qué edad tenías? -pregunta Anna en tono inquisitivo.

- Humm, en realidad no fue hace tanto. Yo tenía claro que era bisexual desde los 16 o 17. O sea, me atraían las tías pero me había liado con tíos sobre todo. Pero...

- ¡Alba, Marta, nos vamos! - la corta Natalia, un poco nerviosa.

Javi se pone en actitud de empezar a trabajar de verdad con Anna y Brays y las despide.

- Me ha encantado veros, de verdad. Peli y tertulia el próximo jueves. Os quiero.

Albalia y la máquina del tiempoWhere stories live. Discover now