31. Naked lunch

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- Ay, hija, pero qué guapa te veo. Irradias luz.

- Mamá, qué cosas tienes.


Marta había llegado al restaurante como deslizándose por el arcoiris. De más está decir que no logró borrar la sonrisa. Ni siquiera después del trance de comer con su dominante madre su sonrisa desapareció. No fue sin embargo una conversación agradable. Pero al menos fue liberadora.

Marta no tenía apetito. Hurgaba con la punta del tenedor la comida en el plato pero su estómago estaba cerrado. El amor había producido en su cuerpo y en su mente asombrosas sensaciones. Sentía un poder infinito. Es más: se sentía indestructible.

- Hija, no comes nada. Estás más flaca.

- No, mamá, estoy igual.


- Bueno, más guapa sí estás. Se te ve feliz. Debe ser el trabajo, ¿no?


- Sí, eso debe ser. Va todo muy bien.


- Pero... bueno... te he visto en las fotos de las promos y... no sé... no me acaban de convencer esos outfits... esas camisas estampadas abrochadas hasta el cuello.


- Qué les pasa a mis camisas, mamá. 


- Ay, no sé, hija, no sé. Tal vez deberías cultivar un look más femenino. Recuerda lo que siempre he dicho de la industria. 


- Ya, mamá. Ya. La industria es hetero. Qué le vamos a hacer.


- Oye, por cierto. Hay cada vez más rumores de que Alba y Natalia están juntas.


- ¿Y eso de dónde lo sacas?


- Hija, que yo me leo twitter. ¿Es verdad que están juntas?


- Qué te gusta un chisme, mamá. Yo qué sé. Pregúntaselo a ellas.


- Ay, hija, no te pongas así.


- Pero es que es verdad, mamá, no puedes ir por ahí metiéndote en la vida de la gente.


- Bueno, es verdad, vete tú a saber con quién estarán esas. Como hacen a pelo y a pluma...


- Mamá, en serio. No vuelvas a usar esa expresión, que pareces salida de la edad de piedra. Ser bisexual no significa ir por ahí follándose a todo lo que se menea.


- ¡Uy, cómo las defiendes! ¿No serás bisexual tú también?


- No, mamá. Yo soy homosexual, lesbiana, bollera, tortillera o como quieras llamarlo. A mí me resbala, pero no puedes ir por ahí ofendiendo a la gente.
 ¿Estamos?

- O sea, que lo tienes claro... ¡qué disgusto!


- ¡Lo tengo claro desde los 15 años! Mejor cambiamos de conversación porque esto va a terminar mal.


A Marta le entra un whatsapp. Lo mira. Es de Sofía. Dice "miss you".

- Quién te escribe.


- ¡Mamá! No puedes seguir controlando mi vida, eh. 


- Pues qué quieres que te diga. A mí me gustaba Famous para ti. Me parece un chico super majo. Aunque sea negro.


- ¡Hala! No solo homófoba sino también racista. Mamá, en serio, que no te oiga nadie. Joder, y vas de madre moderna...


- Y soy moderna.


- No, mamá, eres retrógrada.


- ¡Qué disgustos me das!


- Ah, o sea, yo te doy disgustos. Me has tenido años encerrada en el armario por el puto qué dirán. Pero los disgustos te los doy yo a ti. 
Vale.

- Marta, hija, vamos a calmarnos. ¡No te reconozco!


- Mamá, escúchame. No me reconoces porque no soy como tú quieres que sea. No me reconoces porque nunca has querido conocerme. Pero eso se acabó. Soy mayor de edad y se acabó. 


Charo intenta por todos los medios una reconciliación exprés para que la comida no acabe como el rosario de la aurora.

- Que no, hija, que no. Que no soy tan mala como tú crees... Cuéntame, ¿has conocido a alguien?


- No.


- ¿De verdad?


- No.


- Bueno, tú no tengas prisa, ya habrá tiempo para eso. Ahora debes centrarte en el disco y en el videoclip, porque lo de La Llamada ya se acaba, ¿no?


- Sí, acaba en una semana. Haremos una gran fiesta con los Javis y todo el elenco para celebrar el fin de temporada y el éxito de taquilla.


- Hay que ver. La industria será hetero, pero tus amigos ni uno. 


- Mamá. Cómo ni uno. Marilia es hetero. Julia es hetero. Noelia es hetero.
 Miki es hetero.

- Pues a ver si se te pega algo.


Marta se pone en pie arrastrando la silla y sale del restaurante.

Albalia y la máquina del tiempoWhere stories live. Discover now