11. ¿Mikel lo sabe?

1K 48 1
                                    

2 de marzo de 2019. 20.49 pm. Hotel Pizarro, Malasaña

Alba y Natalia están desnudas sobre la gran cama de 1.50 de la habitación. Se han quedado dormidas haciendo la cucharita y Alba es la primera en abrir los ojos. Su cara está casi pegada a la espalda de Natalia y su mano derecha descansa sobre su cadera. Alba le acaricia el muslo y la tripa y adelanta los labios para besarla entre los omóplatos.

- Nat... ¿estás despierta?

- Humm -responde Natalia, indicando que no está dormida pero tampoco despierta del todo. Entonces, sobresaltada, se incorpora y mira la hora en el móvil, que está sobre la mesilla. Respira aliviada al ver que no es tan tarde como pensaba y se vuelve hacia Alba.

- Qué bien se está aquí, ¿no? -pregunta mimosa mientras le quita delicadamente a Alba una pestaña de la mejilla.

Alba sabe que tal vez no sea el momento más oportuno pero al final, con algo de reparo e intentando sonar despreocupada, dice.

- Oye... tú a Mikel no le has dicho nada de lo nuestro, ¿no?

Natalia se incorpora y se pasa las manos por la cara para tratar de despejarse. No tiene mucho tiempo. Tiene que ducharse y salir.

- No, no se lo he dicho...

- Ya... dice Alba. Y después de un breve silencio se arma de valor y sigue:

- A ver, Nat, que tú puedes hacer lo que quieras, pero, no sé... Le estamos engañando, ¿no? Le estás engañando...

 - Que sí, que le estoy poniendo los cuernos, llámalo por su nombre. ¿Soy una hija de puta?

Están sentadas a lo indio sobre la cama, frente a frente.

- Pues no sé, según se mire -Alba baja la mirada-. No lo digo por mí, de verdad. O sea, a mí no me importa. Prefiero compartirte a no tenerte, claramente. Se arrepiente en el acto de haber dicho aquello. Dios, qué cursi suena. Pero a Natalia no le ha sonado cursi. La mira con ojitos enternecidos.

- Alba, soy una egoísta. No se lo he dicho por egoísmo. Y por cobardía. Ahora mismo prefiero que las cosas sigan como están. Un cambio me desestabilizaría...

- Alba mueve la cabeza rápidamente afirmando, indicando que comprende y que en realidad no está pidiendo explicaciones.

- Yo solo digo que no me parece justo para él...

Pero Nat actúa como si no hubiese tiempo en ese momento para esa conversación.

- Me ducho y me piro, ¿vale?

Alba se deja caer sobre la cama. Oye el grifo que se abre, oye a Natalia cantando una canción que no identifica. Rueda hasta la zona donde ha estado ella y aspira su lado de la almohada. Quiere retener su olor. Se le escapa una lágrima y la limpia enseguida, y se pregunta por qué el amor tiene que doler así. Está feliz de estar enamorada y ser correspondida, pero siente que siempre hay una grieta que acecha, no sabe cómo llamarlo, una incertidumbre... miedo a que termine, miedo a la pérdida...

Se levanta de la cama y se viste de cualquier manera. Se pone un jersey que le llega hasta las rodillas. Natalia sale del baño. Coge su móvil, abre la aplicación de cabify. Teclea. No sabe muy bien cómo seguir la conversación que ha interrumpido la ducha. Siente que tiene que justificarse. Al final dice:

- Oye, Albi, ya sabes que esta relación es super libre. Que si quieres acostarte con otras personas...

Alba duda un momento y luego responde:

- No, ya, si ya lo he hecho.

La respuesta sorprende a Natalia. La mira como si le hubiera dado un ataque de celos. O tal vez es simple curiosidad.

- Ah... ¿sí? ¿Con quién? ¿Le conozco? ¿O es una chica?

- Prefiero no hablar de eso. O sea, no, no la conoces. Pero vamos, que no te voy a contar nada más.

De pronto Natalia se siente mal.

- Eh. Te lo he dicho porque prefiero decirte la verdad y porque tenemos una relación abierta, ¿no?

Ahora es Alba quien lleva las riendas y Natalia se ha vuelto pequeñita, indefensa. No sabe cómo gestionar esa información inesperada. Pensaba que no le importaría que Alba se acostase con otras personas pero acaba de descubrir que sí le importa. Se pone el abrigo y ordena algo en su maleta. Abraza a Alba. Luego se despegan y se quedan mirándose a los ojos. Se besan. Natalia muerde a Alba con suavidad. Le mete la lengua en la boca. Se tocan. Se ponen otra vez cachondísimas.

- ¡Me piro! -dice Natalia como dándose ánimos a ella misma para irse de una vez.

- Tenemos que ver a Percebes la semana que viene para hablar de lo de Yu -dice Alba, con la puerta ya abierta.

- Se viene el gran disimulo again -responde Natalia risueña, más entera ya-.

- Escríbeme cuando quieras y nos vemos. Comemos o tomamos un café. Yo sigo buscando piso. Es una puta misión imposible.

Se dan un último besito.

Alba cierra la puerta.

Enciende Netflix y se pone Quién te cantará.

Albalia y la máquina del tiempoWhere stories live. Discover now