29. Plaza del 2 de mayo (II)

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Después de escuchar todas las versiones de Patax de Michael Jackson pasan a Papa Was a Rollin' Stone de los Temptations y de ahí a otros hits de la Motown. Sofía nota que Marta está un poco tensa, pero la música disco y el primer gintonic obran sobre su cuerpo un efecto expansivo y ahora baila por todo el salón, aparentemente relajada aunque sin poder apartar de su mente la idea de que un momento crítico se acerca.

Aunque su optimismo natural la ha llevado a pensar que llegado el momento podría improvisar, ahora le daba bastante vergüenza que Sofía se dé cuenta de que carece por completo de experiencia. Recuerda el consejo de Alba: "Marta, la verdad por delante. Si esa chica vale la pena eso no será un obstáculo, al contrario. Pero mejor se lo dices. ¿Qué es lo peor que puede pasar?" Y con las palabras de la Reche resonando en su cabeza circula por todo el salón, alternativamente bailando y sacando temas de conversación absurdos. A Sofía le divierte mucho lo intensa que se pone Marta dando su opinión sobre cualquier tema. Reflexiona en voz alta y se corrige a sí misma y vuelve a darse la razón. Sofía ríe hasta que le duele la mandíbula y luego piensa "Marta Sango: sinónimo de diversión asegurada".

- Anda, ven aquí que te vas a emborrachar -le dice quitándole la copa de la mano por segunda vez en la noche.

Y en un movimiento estratégico cambia a Donna Summer por Whitney Houston y baja un poco el volumen.

- Ay, no, las baladas de Whitney Houston me matan -dice Marta llevándose una mano al pecho de manera teatral.

- No me digas que te vas a poner romántica ahora-. Pero la respuesta de Sofía suena más a sugerencia que a reproche.

- TÚ me pones romántica -dice Marta sin poder evitarlo.

Sofía, con su larga melena suelta, sus vaqueros ajustados y su camiseta de los Sex Pistols, termina su copa y mira con diversión y deseo crecientes las evoluciones de Marta y sus estados de ánimo cambiantes.

Con la boca fruncida y los ojos risueños va hacia ella, la abraza apoyando la cabeza sobre su hombro y bailan pegadas la balada que suena. Luego le pone las palmas de las manos en las mejillas y la besa. Entonces se quita la camiseta y acto seguido el sujetador, que lanza de cualquier manera hacia el sofá. Marta traga saliva. Contempla esos pechos. Los toca con la punta de sus dedos. Sofía le coge la mano invitándola a que toque de verdad, no como si se estuviera quemando. Marta la acaricia y luego besa sus labios saboreando cada rincón. Sofía le quita la camiseta y la toca por encima del sujetador. Marta, completamente erizada y un poco fuera de sí cierra los ojos y dice:

- Yo nunca...

- Tú nunca qué - pregunta Sofía con dulzura mientras le desabrocha el sujetador.

- Yo nunca-nunca he estado con nadie-nadie.

No es lo que hubiera pensado Sofía cuando la vio por primera vez en el Teatro Lara. Pero a lo largo de la noche esa posibilidad ha tomado forma a través de indicios diversos y ha cruzado su imaginación como un relámpago. En cualquier caso, en el estado en que se encuentran las dos en ese momento, lo único que puede susurrarle justo antes de volver a besarla es:

- Si quieres lo hacemos juntas, yo te voy a ayudar.

Y la agarra por detrás abrazándola por la cintura y besándole la nuca y así la conduce hasta el dormitorio.

Al final, la batalla psicológica de Marta entre el miedo a exponerse y las ganas de probar se resuelve muy favorablemente. Su vida adulta ha comenzado. Y por qué no decirlo, su iniciación en el sexo ha sido excelente, romántica y satisfactoria. Como sería demasiado entrometido por mi parte describir con detalles lo que sucedió a continuación dejaré que la imaginación de mis amables lectoras trabaje un poco también.

Nos vamos al día siguiente. Alba y Natalia acaban de desayunar sentadas en el sofá.

- Oye, ¿Y Marta? -pregunta Natalia.

- Marta no volvió anoche. He entrado en su cuarto a mirar. La cama está hecha y...

- Ah, mira, hablando del rey de Roma...

Marta entra en casa y al ver a las chicas sonríe y se sienta en una silla frente a ellas. Ellas quieren interrogarla sobre su cita pero hay un tema que preocupa más y tienen que consultarla.

- Marta -empieza Alba-. Natalia necesita mudarse y yo le he dicho que se venga aquí. Si a ti no te importa, claro. Evidentemente dividiremos entre tres el alquiler.

- Claro, claro -asiente Marta rápidamente-. Pero... a ver... aquí hay solo dos habitaciones...

Alba y Natalia, sin dejar de mirar a Marta, estiran sus brazos la una hacia la otra, se cogen de la mano y entrelazan los dedos. Marta mira alternativamente las manos de las chicas y la extraña sonrisa de sus caras. Sin dejar de mirarlas con la boca abierta, entendiendo todo súbitamente, abre mucho los ojos y dice:

-O sea.

Pone cara de loca cayendo en la cuenta. Pone cara de quien ha caído en un estado catatónico pero feliz. Se levanta de la silla.

- O sea, o sea, o sea. Vale. Qué hijas de puta. ¿Y desde cuándo, si puede saberse?

- Desde el 27 de diciembre.

Marta recorre todo el salón con la boca abierta. Luego ríe a carcajadas dando palmadas.

- Pero qué hijas de puta. Venga, hasta luegui.

- Eh, de hasta luegui nada. Tú también tienes algo que contarnos, ¿no?

Albalia y la máquina del tiempoWhere stories live. Discover now