Hasta que me olvide de ti (#LatinoAwards2020)

VII (parte 1)

HASTA QUE ME OLVIDE DE TI
Por Ami Mercury

VII

Niels dormía en un sueño pesado y profundo. Su cuerpo, que no era diferente al de un cadáver expuesto en su sepelio, estaba frío, laxo e inmóvil. Ni siquiera respiraba y su mente se mantenía apagada. Era así cada día. Desde su transformación en vampiro, había tenido que volver a aprender un proceso tan básico como el de dormir, y es que no era tan sencillo. Cuando un humano normal duerme, su cuerpo realiza ciertas funciones y su cerebro mantiene una actividad constante que se manifiesta a través de los sueños. No así los vampiros. Los maduros, aquellos que ya habían vivido un tiempo con su condición, no soñaban. Niels ya empezaba a dejar de hacerlo y, con ello, dejaba atrás otro rasgo de humanidad. Y casi lo prefería: al principio, los sueños se convertían en unas pesadillas tan reales que creía enloquecer. Ahora, casi todas las mañanas cerraba los ojos para despertar llegada la tarde como si no hubiera transcurrido el tiempo. Solo un pequeño rincón de su consciencia quedaba activo: aquel encargado de advertirle de una posible amenaza.

Aprender a vivir con ello fue lo más difícil. El cerebro no distinguía entre amenazas reales o simples cambios en su entorno y, al principio, Niels se despertaba sobresaltado a diario. El vuelo de una mosca, un ruido fuerte en la calle o un crujido de las cañerías le hacían reaccionar como un autómata y, antes incluso de recuperar la consciencia, levantarse y adoptar una posición de ataque en un rincón de su dormitorio. Solo cuando comprobaba que la amenaza percibida no era tal, volvía a acostarse y se dormía en segundos.

Necesitaba un peligro real para aprender a distinguirlos y, esa tarde, pudo reconocer la diferencia. Solo supo que, una vez más, su subconsciente le hizo moverse antes de despertar y, cuando recobró la lucidez, estaba agazapado a dos metros del sofá de Olsen. Este, con la respiración agitada, le dirigía una mirada cargada de ira. Empuñaba la katana con la que acababa de atentar contra su vida. La hoja de la misma se había clavado en el brazo del sofá donde, momentos antes, reposaba su cabeza.

—¿Qué demonios...? ¿Olsen?

No respondió. Niels fue consciente de que titubeaba y esperó que aquello fuese una señal de que, en realidad, su amante no estaba intentando matarle en ese mismo momento. El optimismo no duró mucho ya que Olsen volvió al ataque unos segundos después.

No sin esfuerzo, extrajo la hoja del sable del punto donde había quedado atascada y, con un grito nacido de la misma boca del estómago, embistió hacia delante, directo al corazón de Niels, que esquivó por simple instinto. Se libró también del siguiente, un tajo que pretendió herirle desde el pecho hasta la cadera, y el siguiente, que le habría rajado el estómago de un lado a otro en caso de impactar.

Olsen le dio tregua otro segundo y, esta vez, no fue por duda sino para recuperar el aliento, pero volvió a la carga de inmediato. La afilada hoja caía una y otra vez sobre un Niels que hacía lo posible por evitarla sin tener que recurrir al ataque. Pero las opciones se le terminaban, así como el espacio, y pronto se dio cuenta de que no lograría escaparse con vida si no actuaba.

Sin tener mucha idea de lo que hacía, alzó ambos brazos al encuentro del siguiente tajo vertical y logró atrapar la hoja entre las palmas. El filo llegó a atravesar la carne pero Niels fue capaz de ejercer la fuerza necesaria para detenerlo por completo. Pronto, unas gotas densas y ennegrecidas descendieron por sus antebrazos, que temblaban por el esfuerzo, y Niels supo que debía contraatacar antes de ceder. Así que, ignorando el dolor que los cortes le producían en las palmas, cerró los dedos en torno a la hoja y tiró hacia atrás para desequilibrar a Olsen. Acto seguido, le propinó un golpe en el estómago. Olsen se dobló sobre sí mismo hasta hincar la rodilla en el suelo. Apoyado sobre la punta del sable, trató de sobreponerse lo más rápido posible mientras Niels ponía distancia entre ambos, muy poco dispuesto a continuar luchando.