IX (Parte 1)

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HASTA QUE ME OLVIDE DE TI
Por Ami Mercury


IX

El edificio, situado en una ancha avenida por la que transcurría buena parte del tráfico local, no era más siniestro ni menos común que los que tenía alrededor. Un rótulo grande y luminoso rezaba «Mutua Interestatal» con letras azules y blancas. Estaba colocado entre la planta baja y el primer piso y ocupaba todo el ancho de la entrada, con dos puertas correderas automáticas de gran tamaño. Fijados a la vitrina que separaba la recepción de la calle había varios carteles con diferente contenido. Unos anunciaban pólizas de seguro médico; otros exponían ciertos consejos para prevenir riesgos laborales. Pero ninguno de ellos delataba el cometido real de aquellas instalaciones.

Ni un solo trabajador acudía allí para hacerse el reconocimiento médico anual de su empresa. Ni un solo asegurado se hacía chequeos. A los curiosos e interesados en contratar una póliza se les derivaba, previa recomendación, a las oficinas administrativas situadas en el centro de la ciudad. Mientras, los pacientes reales entraban allí por obligación en su mayoría. Algunos, los que menos, iban a voluntad.

Este último era el caso del hombre que, no sin cierto nerviosismo, se despedía de su pareja junto a la entrada.

—Estaré aquí cuando termines —le prometía el más alto de los dos.

Sus aspectos no podían ser más dispares. Uno, rubio y de corta estatura, vestía con una desaliñada sudadera negra y vaqueros. Llevaba el pelo largo hasta las orejas, alborotado y sucio, tenía la piel extremadamente pálida y le cubría la barbilla algo de barba descuidada. Sus ojos, de un azul blanquecino, brillaban bajo unas cejas poco pobladas.

El otro le sacaba casi la cabeza, por lo que debía inclinarse bastante para hablarle como lo hacía en ese instante: al oído y en susurros. Tenía el pelo bien cortado y peinado con algo de fijador. La piel, aunque también pálida, tenía buen color en comparación a la de su pareja y, además, no lucía una sola marca gracias a la base de maquillaje con que la cubría. Llevaba sombra de ojos, delineador, máscara de pestañas y hasta se había sombreado las cejas y pintado los labios, todo acabado con la maestría adquirida tras años y años de práctica.

—Me gusta el color, te sienta bien —aludió el más bajo, refiriéndose al labial color violeta que su pareja estrenaba esa mañana.

—¿Sí? Me alegro. Es... por si acaso. Para que no te olvides de mí si...

—No me olvidaré —le interrumpió el otro—. Me han tratado muchas veces y nunca me he olvidado, ¿no?

—Tienes razón.

Sonrió y volvió a abrazarle. En mitad de ese abrazo, sintió una vibración en los vaqueros del otro y suspiró. Era la alarma en su móvil que indicaba que ya era hora de entrar.

Le besó en los labios y volvió a susurrarle al oído una única palabra antes de separarse:

—Suerte.

Tras un último vistazo a su amante, el más pálido de los dos se dirigió al interior del local con paso tranquilo.

La recepción era una sala amplia y anodina. La luz entraba anaranjada gracias al ligero tinte de los cristales y alimentaba una única planta de interior situada a la izquierda de las puertas de acceso. Junto a esta, tan solo tres asientos y, al fondo, el escritorio de la recepcionista. El hombre ocupó una de las tres sillas y se quedó en silencio.

—Disculpe. ¿Puedo ayudarle? —preguntó la mujer al cabo de solo dos minutos.

Él dudó un instante antes de lanzar una exclamación velada, como si acabara de recordar algo importante. Se levantó y, mientras se rebuscaba en los bolsillos, se acercó hasta la mesa.

Hasta que me olvide de ti (#LatinoAwards2020)Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang