X (Parte 1)

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HASTA QUE ME OLVIDE DE TI
Por Ami Mercury


X

Lo primero que identificó al despertar fue el sonido de páginas al pasar y el de la lluvia que golpeaba contra el cristal. Dejó que transcurrieran varios minutos vacíos. Su mente divagaba aún, ocupada solo por las ganas de volver a dormir y por un intento vano de sentirse cómodo y a gusto. Le encantaba la sensación de despertarse con el sonido de la lluvia, pero no la disfrutaba del todo en esta ocasión. Sentía los pies fríos, el cuerpo pesado y una horrible desazón que le nacía en el pecho y se le extendía hasta el último pelo de la cabeza.

No necesitó abrir los ojos para comprender que volvía a estar en el hospital ni esforzarse para recordar la razón: lo sabía bien. Dos lágrimas silenciosas le recorrieron las sienes en el mismo momento en que pensó en ello. Niels. Le había prometido que acabaría con él. Le había negado cualquier forma de poder estar juntos por un excesivo sentido del deber y, sobre todo, por miedo. No conocía ningún caso como el suyo, pero estaba seguro de que no saldría bien. Sabía que no saldría bien. Y, aun así, en ese momento las dudas empezaban a asaltarle de una forma tan violenta que le impedían respirar. A la pena que ya sentía le siguieron la impotencia, la desesperanza y la rabia hacia sí mismo y esas lágrimas lentas se convirtieron en un torrente que, tal y como había empezado, terminó.

Intentó alzar el brazo derecho para enjugárselas y se dio cuenta de que no podía. Algo frío y metálico se le clavó en la muñeca. Al intentarlo de nuevo, percibió cierto tintineo y no necesitó mirar para saber que estaba esposado a la cama. Por suerte aún tenía el brazo izquierdo libre, así que pudo restregarse los ojos de todas formas y dar un vistazo solo por asegurarse de que estaba en lo cierto. Su situación, al menos, le sirvió para dejar a un lado la tristeza que el recuerdo de Niels le provocaba y centrarse en el momento.

—¿Qué se supone que significa esto? —preguntó al aire.

Aún no había visto al agente uniformado que, hasta hacía un momento, hojeaba una revista con displicencia mientras mordisqueaba un sándwich de pavo, pero sí sabía que estaba ahí.

El guarda, que había ignorado por completo sus sollozos, sí dejó lo que estaba haciendo en cuanto le oyó hablar y se puso en pie.

—Está usted retenido por sospecha de agresión —explicó, con ese tono autoritario que los agentes usaban para intimidar.

—¿Qué? ¡Pero yo no he hecho nada! ¡Al revés: fui yo el agredido! Debe tratarse de un error...

Aun a sabiendas de que era inútil, Olsen forcejeó de nuevo con las esposas. Era un simple mecanismo de defensa ante una situación en la que se sentía indefenso.

—A mí no me lo cuente; solo cumplo órdenes. Voy a avisar a mi superior y usted se va a quedar aquí quietecito y sin hacer ninguna tontería, ¿estamos?

—Como si pudiera hacer algo —se quejó con sarcasmo mientras tensaba la cadena de las esposas.

El agente abandonó la habitación con una última mirada de advertencia y Olsen agradeció el quedarse a solas a pesar de las circunstancias. Ya no tenía ganas de llorar tras el momento tenso, pero no podía decirse tampoco que se sintiera feliz. Todavía le rondaban por la cabeza las mismas dudas con respecto a lo que había sucedido y, con la sospecha de que no llegaría a disiparlas, ahora tenía que preparar su historia. Suspiró, cerró los ojos, y dedicó el resto del tiempo a imaginar cómo sería la vida al lado de un Niels humano.

El agente que le vigilaba no regresó a la habitación, pero la puerta permanecía abierta y Olsen sospechó que continuaba ahí fuera mientras esperaba a su superior. Paciencia no le faltaba: tardó más de una hora en aparecer por allí.

Hasta que me olvide de ti (#LatinoAwards2020)Where stories live. Discover now