XVIII (Parte 2)

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HASTA QUE ME OLVIDE DE TI
Por Ami Mercury

XVIII (Parte 2)


Niels emitió una risa aislada. Había tenido esa sensación con él desde el primer momento, la certeza de que podría dejar volar su imaginación y hacerle todo cuanto quisiera. Un par de dolorosos latidos casi lo hicieron doblarse sobre sí mismo. Era así siempre que el corazón tuviera poca sangre que transportar; amar le dolía, literalmente, y solo había una forma de evitarlo.

Olsen jadeó al no esperarse el mordisco. Los colmillos le horadaron la carne del cuello y la sensación de la sangre viajando hasta la boca de su amante lo excitó todavía más. Protestó cuando Niels se separó demasiado pronto.

—Silencio —ordenó este.

Volvió a ponerse frente a él. Lo besó y este se relamió los labios manchados con su propia sangre. Era un espectáculo de lo más erótico, y Niels tenía asiento en primera fila.

Volvió a pasar las manos por el torso amarrado. Atrapó los pezones entre los dedos, apretó y tiró con saña, sin reprimirse más que para cuidar que la fuerza no sobrepasara los límites de lo humano. Castigó así la zona hasta verla enrojecer y entonces descendió hasta clavar una rodilla en el suelo. Permitió que transcurrieran unos segundos solo para desesperar a Olsen con la incertidumbre, y entonces lo tomó entre los labios. Olsen tensó los brazos en el acto reflejo de intentar tocarlo. Por supuesto, no tuvo éxito.

No le frustraba la situación, al contrario. Se encontraba a merced de un hombre que podría asesinarlo con solo un mordisco y, sin embargo, sabía que no lo haría. Podía rendirse a la oscuridad y a la boca caliente de Niels, a sus colmillos que de vez en cuando arañaban la piel sensible, y dejar que hiciera con él lo que quisiera. Y, por irónico y extraño que pudiera parecer, Olsen se sentía poderoso así.

Atado y ciego, tenía poder sobre su amante. Le había cedido el control total y, aun así, sabía bien que con sus reacciones lo manejaba a su antojo. Un gemido más fuerte que otro, un forcejeo y Niels hacía justo lo que él deseaba: parar. Desesperarlo, jugar con él, manejarlo. Hasta en esos momentos en que se alejaba y lo dejaba a oscuras y sin la más mínima idea de qué sucedería a continuación, Olsen sabía que no iba a abandonarlo.

Que lo iba a llevar al paraíso tarde o temprano.

—Arrodíllate —ordenó Niels, y su tono ya no era el tierno de momentos antes: era una orden concisa y ruda, y pobre de él como desobedeciera.

No tenía intención de hacerlo. Se dejó caer al suelo y exhaló todo el aire al sentir el tirón en el cuero cabelludo. Niels le había obligado a echar atrás la cabeza y entreabrió los labios en cuanto oyó el sonido de una cremallera. Esperó a que se los acariciara con su sexo ya en alza, sin recordar que era experto en cambiar el ritmo de forma extrema.

Niels se apretó contra él sin medias tintas, directo a su garganta. Olsen apenas fue capaz de albergarlo en la boca, sorprendido por lo repentino de su acción, y tosió un par de veces antes de hacerse a la idea. No tuvo tiempo de saborear: Niels se precipitaba contra su paladar en violentos empujones. Lo mantenía bien agarrado del pelo, sin tocar el pañuelo que le cubría los ojos, y le movió la cabeza a su antojo una vez, dos, tres... Entonces, se detuvo.

—Dame más —protestó Olsen.

A cambio recibió una cachetada. El escozor en la mejilla fue delicioso, tanto como la posterior caricia.

—¿Tanto te gusta que te folle la boca, Olsen?

—Me gusta que me folles, punto. Cómo lo hagas..., es cosa tuya.

Hasta que me olvide de ti (#LatinoAwards2020)Where stories live. Discover now