Capítulo 3

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Gabriele Patterson.
13 de Abril, Lunes. 16.35.
°
Limpio el polvo de la puerta de una de las empleadas, suspiro a causa del hambre pero intento sacar las fuerzas, de donde no las tengo, para acabar de limpiar.
Me giro para entrar al despacho del señor Oviedo viendo sus ojos clavados en mi cuerpo mientras sonrie de esa manera tan profunda y sexy que tiene loca a las mujeres de Europa.
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-¿Qué quiere de mi despacho? -pregunta.
-Iba a pasar a limpiarlo, señor. -digo nerviosa.
-¿A qué hora entra del descanso? -pregunta.
-No tengo descanso, señor. -anuncio bajando la cabeza.
-Pase a mi despacho. -dice frio.
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Entro, él se sienta en su mesa y enciende su ordenador.
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-¿Cuál es su horario? -pregunta.
-Desde las nueve y media hasta que acabe de limpiarlo todo, como no acabe no puedo marcharme. -digo incomoda.
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Sus ojos nuevamente recorren mi figura, se pone en pie quitandose la americana y camino varios pasos hacia atrás.
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-Cambiaré su horario, lo igualaré con el del resto de trabajadores. -asegura.
-No importa señor, además, vosotros sois más que una simple limpiadora como yo. -dice.
-¿Por qué se siente inferior? -pregunta.
-Señor... Dejeme acabar mi trabajo. -choco con la pared.
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Se rie de esa manera tan sexy, me deja via libre para salir de ahí y camino apresurada hacia el cuarto de limpiezas.
Recojo todo, veo como la mujer entra en la oficina coincidiendo con la salida del despacho del señor, ella le sonrie pero él la ignora hundido en los papeles.
Salgo de ahí, camino hacia mi casa y camino mirando el suelo, como de costumbre.
Llego a mi triste y pobre portal, subo hacia mi casa andando ya que no hay ascensor y una vez dentro paso a la cocina.
Abro la nevera viendo la poca comida que tengo, agarro un poco de lechuga haciendome una ensalada y como mientras miro el pequeño televisor que tengo.
Escucho el motor de un coche bajo mi edificio, me asomo a la ventana y veo un lujoso coche que en cuanto salgo a la ventana sale de ahí rápidamente ¿qué hace ese coche tan lujoso en una calle tan pobre como la mia?

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