Capítulo 46

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Gabrielle Patterson.
27 de Mayo, Domingo. 12.00.
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Limpio el polvo del espejo subida a la encimera del baño, él se asoma a la puerta y rie observandome.
~
-Te vas a caer. -dice sonriendo.
-Hago esto millones de veces, nunca me ha pasado nada. -digo segura.
-Hasta que te caigas y te mate por el susto. -dice serio.
~
Me bajo, él se rie y me abraza pasando sus brazos por mi cintura.
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-Te amo. -susurro.
-Nos van a ver, cariño. -advierto.
-Ven a mi despacho, hay algo de lo que debemos hablar. -frunzo el ceño.
-Vamos. -digo nerviosa.
~
Sale del baño, recojo un poco los productos y voy a su despacho.
~
-Bebé. -comiemza a hablar mientras abre un cajón.
-¿Qué sucede? -pregunto.
-Esto es un contrato, no me pienso consentir azotarte sin que te leas esto, te niegue o aceptes cualquiera de las cosas que viene aqui. -pone en papel sobre la mesa.
-¿Tiene que ser ahora? -digo nerviosa.
-Te lo lees en dos minutos. -dice sonriendo.
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Niego, me pongo en pie y él me mira.
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-Tengo mucho trabajo. -insisto.
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Se pone en pie cuando intento marcharme, me agarra el brazo y observo sus ojos.
~
-Son cinco minutos, no mas nena. -dice.
-Suelteme, señor. -susurro.
-En el contrato solo hay límites sexuales, nuestra relación sentimental no está sobre papel. -dice nervioso.
-¿Puedo marcharme a casa? -pregunto.
-Claro nena, recojo un par de cositas y nos vamis juntos. -dice dulce.
-Yo sola, suélteme. -susurro.
~
Me suelta desconcertado y salgo de ahí casi corriendo, rompiendo en un llanto de impotencia.
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00.00
Mi porterillo vuelve a sonar, nose cuantas veces lleva sonando desde las siete de la tarde, decido cogerlo por él, por dejarle claro que no quiero nada por él por su bien.
~
-No más, dejeme tranquila, usted y yo jamás hemos tenido cualquier relación. -mi voz cortada me delata.
-Nena, llevas todo este tiempo llorando. -su voz está rota.
-Disfruta de tu esposa y hija. -digo sollozando.
-Te amo muñequita, te amo tanto. -susurra.
-Adios, señor Oviedo. -digo.
~
Cuelgo el porterillo, me asomo al balcón viéndole patalear una lata, seca sus ojos y entra en su coche apoyándose sobre el volante llorando.

Para pasar el ratoWhere stories live. Discover now