Capítulo 28 Las mentiras tienen patas cortas

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🍁Capítulo 28 «Las mentiras tienen patas cortas»

—La... cu...en...ta.

Una voz entrecortada susurró en el oído de Julia, quien en respuesta, gritó de la impresión y salió de su escondite, para luego voltear detrás suyo. Trató de respirar por tal susto posando su mano en su pecho. Siendo de noche y ella al estar en un lugar tan oscuro, esa situación podría poner de nervios a cualquiera.

—La cuenta..., ¡no me pagó la cuenta! Voy a ser despedido, maldición, sólo págame.–Reclamó el mesero con recibo en mano.

—Un momento, creo que mi corazón ya regresó a su lugar.–Julia golpeó su pecho y respiró más tranquila.—Bien, es verdad, lo siento, me olvidé. Te daré el dinero ¿Bien?

El mesero sólo asintió más calmado.

Buscó bolsillo por bolsillo su monedero azul, pero ni un pedazo de papel encontró en su ropa. Su plata, probablemente se le había caído al correr.

Julia sonrió nerviosa y volteó hacia el mesero.

—Dime, sólo por curiosidad.

—¿Y el dinero?

—¿Das fiado?

—¿Me estás bromeando?

—¡Oye tú!–La voz de aquel adulto mayor se oyó detrás de ella, agitando de nuevo el corazón de Julia por el susto.

¡Me olvidé que estaba escondiéndome de ellos!, maldita sea, ¿por qué la mala suerte siempre me acompaña?

—Yo te vi en el restaurante, ¿y ahora te estabas escondiendo?
¿Quién te mandó para vigilarme?

—¿Perdón?–Se señaló.—¿Yo?

Pero sí a usted no lo vigilaba, bueno en parte sí...

—Señor, no sé qué pasa aquí, pero yo sólo quiero que me pague esa mujer. Así que primero soy yo.

El mesero sólo obtuvo como respuesta una mirada de desprecio de aquel hombre, era un adulto mayor, pero poseía un buen físico, lo suficiente como para dar temor, sobre todo por su rostro de pocos amigos.

La bufanda de ella fue sostenida por aquel hombre alterado y Julia también lo agarró fuerte para que su rostro no fuera descubierto por Ayla.

—Señor, usted se equivoca yo ni siquiera sé de qué me habla. No es necesaria tanta violencia.

—Oiga está bien que esté molesto, y yo también, pero es una mujer.–El mesero trató de detenerlo.

Un momento, pero yo no lo soy...

Julia jaló con fuerza para zafarse de él y logró en el segundo intento, pero al final la bufanda se cayó por la gravedad y su rostro fue descubierto, dejándola con conmoción, aunque no era la única persona.

—¡Tú eres!–La voz de Ayla esta vez sonó alterada.

—¿Quién soy?–Disimuló Julia volteando.

—¡Eres esa mujer!, ¿acaso tú me perseguías a mi? Tú...–Ayla se acercó a ella y miró su celular en su mano, sin titubeos le quitó en un descuido y luego la miró a los ojos.—¿Me estabas tomando fotos? ¡Contéstame!

Sólo una frase:

Quiero ir a casa.
Realmente quiero irme.

—Mesero, como verás la situación aquí es bastante tensa. ¿Me darías unos minutos?

—Sí..., pero sólo no olvide pagarme.

Ahora soy Juli@  |Finalizado|Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ