Capítulo 7

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Ethan decidió confiar ciegamente en aquella chica. Al fin y al cabo, era lo único que tenía en ese momento, y ella le llevaba en sentido contrario a donde habían ido sus perseguidores.

Se notaba que ella podía correr mucho más rápido que Ethan, y que se estaba conteniendo un poco para que Ethan pudiera seguirle el ritmo. Mientras corrían, decidió ignorar el resto de la ciudad y se fijó mejor en ella: iba vestida de negro, con una camiseta de tirantes y unas mallas ajustadas. Unas botas militares y un arnés en la pierna donde guardaba un arma. Ethan nunca había estado tan cerca de un arma en su vida, pero no fue aquello lo que ms le llamó la atención de ella. Llevaba unos guantes de cuero negro sin dedos, y en su antebrazo derecho, tenía un tatuaje de una rosa negra.

Ethan se preguntaba de donde había salido aquella chica, porque ella sabía su nombre, y a donde le llevaba.

Cruzaron calles por docenas sin decir nada y corrieron por callejones hasta que se vieron frente a un rascacielos enorme. Quiso preguntar si era allí donde le llevaba, pero antes de que pudiera abrir la boca, la chica abrió las puertas y entraron.

En el vestíbulo no había techo, solo una pared frente a ellos que subía hasta lo más alto. Había mucha gente de su misma edad, más mayores e incluso de otros países.

–Necesito hablar con quien más mande aquí.– Dijo ella al llegar al mostrador. Si, Ethan no lo vio hasta que ella frenó de golpe y estuvo a punto de comérselo.

–¿Por algún motivo en especial?

–Si, él.– Ella le miró.– Es urgente.

La chica que había tras el mostrador hizo una llamada y después les acompaño hasta un ascensor. Ethan seguía cogido de la mano de ella y sólo se soltó cuando ella se dio media vuelta para contestar un mensaje. La otra chica que les acompañaba no era mucho más mayor que él. Aparentaba tener unos veinticinco como mucho, pero iba vestida como si fuera ejecutiva de un alto cargo.

El ascensor subió hasta una de las plantas más altas y cuando las puertas se abrieron, la recepcionista salió a paso ligero, la chica que le había llevado hasta allí le dio un pequeño empujón para que le siguiera y no se quedase atrás.

–¿Donde estamos?– Preguntó Ethan  por primera vez muerto de miedo.

–Ahora te lo cuento.

–¿Qué hacemos aquí? ¿Por qué...?

–He dicho que te lo cuanto ahora. Pero primero tenemos que hablar con alguien.

Ethan quería seguir preguntando hasta que alguien le dijera la verdad, pero ambas siguieron caminado hasta que la secretaria abrió unas grandes puertas de madera.

Al otro lado de la sala había un despacho enorme, con ventanas por las que se veía la ciudad y librerías llenas de libros. Había un hombre de unos treinta años con camisa y corbata, pero con deportivas como las suyas.

–Señor, está señorita quiere hablar con usted. Dice que es urgente.

–Está bien, Gabriella.– Dijo y después, la secretaria se marchó.– Soy Cory Sanders. Director del edificio A.

–¿Edificio A?– Preguntó Ethan extrañado.– ¿A de qué? ¿De Avengers?

–Yo soy Vera Campbell y él es Ethan Monroe.– Dijo la chica, que al parecer se llamaba Vera, ignorandole.

–Vale, ¿y de que querías hablar que es tan urgente?

–Si, porque yo quiero una explicación.– Dijo Ethan cruzándose de brazos.

–El otro día, Ethan hizo el examen de inteligencia que se realiza todos los años en segundo de bachillerato, y Esta mañana, uno de los coches negros que llevaban una semana patrullando la ciudad se le iba a llevar.

–¿Por qué?– Dijo Cory notablemente interesado.

–No lo sé. Pero he conseguido escuchar que creen que Ethan podría tener posibilidades de ser el 100%.

–¿El que?

–No es posible.– Dijo Cory.– El 100% no es algo que se pueda tomar a la ligera.

–Ya lo sé.– Dijo muy sería.– Pero si no lo fuera, ¿por qué se lo estaban llevando? Después de ese examen nunca pasa nada, pero esta vez, se lo llevaban a él.

–¿Alguno de vosotros podría explicarme que demonios es eso del 100%?– Dijo Ethan levantando la voz. Vera y Cory se miraron serios y después Cory se acercó a él.

–¿Qué sabes sobre el cerebro humano?

–Poco, la verdad.

–La capacidad del cerebro humano sólo alcanza el 10% de su capacidad total.– Explicó.– Los hombres que fueron a buscarte, trabajan para una organización que busca a alguien capaz de controlar el 100% de su capacidad cerebral y utilizarlo a su favor.

–¿Y que clase de organización es esa?

–Aún no lo tenemos claro. El examen es cosa del gobierno, pero esos coches siempre aparecen cuando se acerca la fecha.

–¿Y por qué me querían a mí? Si tengo testofobia, y tras contestar tres preguntas tuve que salir a vomitar. Durante hora y media.

–Pues algo verían en ti.– Dijo Vera mirándole. Sus ojos azules le imponían muchísimo.

–¿Y tu de donde has salido?

–Me dedico a salvar a gente como tú.

–En el edificio A, nos encargamos de proteger a gente con una capacidad cerebral avanzada. Y no sólo de América, gente de al rededor del mundo viene en busca de seguridad.

–Yo trabajo en otra base de seguridad.– Dijo Vera.– Pero dada tu ubicación, he decidido traerte aquí.– Dijo y le sonó el móvil.– Lo siento. Tengo que cogerlo.– Acto seguido, salió del despacho a contestar.

–¿Cuanto tiempo tengo que quedarme aquí?– Le preguntó a Cory.

–Depende. Me gustaría hacerte unas pruebas para saber si esa gente tenía razón acerca de ti.

–¿Qué... clase de pruebas?

–Nada serio. Tranquilo.

–¿Y no puedo venir a hacerme las pruebas sin más? Yo quiero irme a casa.

–Es peligroso. Puedes quedarte aquí, te buscaré un compañero de cuarto.

–¿Pero y todas mis cosas? ¿Mis clases? ¿Mis padres? ¿Mi hermana? ¿Qué pasa con todo eso?

–No te preocupes, Ethan.– Dijo dedicándole una sonrisa.– Todo saldrá bien.

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