Capítulo 39

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Siete horas y cuarenta minutos más tarde, los chicos llegaron a Los Ángeles. No habían parado ni siquiera para ir al baño. Tenían todos tanto miedo de que pudieran cogerles de nuevo que no pararon hasta volver a casa.

Casi parecía irreal estar de nuevo allí, pero no tuvieron tiempo pero apenas relajarse. Habían llegado sobre las nueve de la noche, por lo que cuando Cory les vio llegar, un ejército de médicos fue a recibirles. Se llevaron a Ethan en una camilla y el resto fué a la enfermería. Daban asco y estaban cansadisimo.

–¿Quién lo diría?– Dijo Arya cuando terminaron de hacerles pruebas mirando las armas que se habían llevado, todas apiladas en un rincón.

–Yo no.– Dijo Mika.

–¿Y qué pasar continuamente?

–A continuación, Yurgen.– Le ayudó Terence.

Ne vazhno. ¿Qué pasar?

–Habrá que esperar.– Dijo Mika.– Ver si Ethan sobrevive y seguir con nuestras vidas, con o sin él.

–Pero que bruta eres.– Le dijo Daniel.

–Eh, yo no me he metido con tu novia.– Dijo Terence y a Mika se le escapó una sonrisa.– Tandem.

Dos día amas tarde, Ethan despertó. Estaba en la enfermería, vigilado durante veinticuatro horas, pero él se sentía bien. Como si solo hubiera cerrado los ojos un par de minutos, pero aun así tuvieron que explicarle todo lo que había pasado.

No se sentía diferente tras haber alcanzado toda su capacidad cerebral. Era como si todas las voces y dolores de cabeza se hubieran callado y hubiera vuelto a como era antes de empezar toda aquella locura.

Pero no podía dejar de pensar en Vera. Nadie sabía dónde estaba ni si estaba bien, no daba señales de vida y aún así, Ethan estaba convencido de que seguía viva, y la esperaba todos los días mirando por la ventana de su cuarto.

–Han pasado tres días.– Le dijo Terence.– ¿No crees que si hubiera querido contactar contigo ya lo habría hecho?

–A lo mejor no puede.

–Tienes que empezar a pensar en otras posibilidades.

–¿Quieres que empiece a pensar que está muerta?

–No estoy diciendo eso, pero es una posibilidad bastante probable.

–No lo está. Es demasiado buena en su trabajo como para morir.

–Si, claro. Por eso nos engaño para secuestrarnos y torturarte.

Al oír aquello, Ethan se acercó todo lo rápido que pudo a Terence y le apuntó a la frente con una pistola que había hecho con sus dedos.

–Si a ti te obligasen a hacer algo a punta de pistola, ¿que harías?– A Ethan empezó a temblarle la mano.– Vera estaba entre la espada y la pared...

–¿La has perdonado?

–¿Y que querías que hiciera?– Bajó la mano.– Tu mejor que nadie sabes que por amor se puede hacer de todo.

–Ya... Pero empieza a hacerte a la idea de que es una posibilidad. ¿Vale?

Ethan no quería creer a Terence, pero en el fondo sabía que tenía razón y seguir en el edificio A no le hacía más que recordar todo lo que había pasado, así que tomó una decisión:

–Cory, quiero volver a casa.– Dijo reuniéndose con él.

–¿Y eso?

–Aquí no estoy agusto. Quiero volver a mi vida.

–Ethan, sabes que no es seguro...

–Me importa una mierda.– Cory arqueó las cejas.– Después de todo lo que ha pasado, creo que puedo defenderme sólito.

–Bueno, no quiero obligarte a estar en un sitio que no quieres. Así que si realmente es lo que quieres, adelante. Ya sabes donde estamos si alguna vez necesitas ayuda.

Ethan sonrió. Por primera vez desde hace semanas podía hacer lo que quisiera.

–Así que te vas enserio.– Dijo Mika cuando los chicos se reunieron para despedirle.

–Si. La verdad es que no veía el momento de volver a casa.

–Ahora vas a ser un crack en el instituto, bueno, más de lo que ya eras.– Todos se rieron.

–Chicos, voy a echaros de menos.

–No problemo. Tu poder venir visita y nosotros podemos visita tu.

–Si, me encantaría.

–Tu cuídate mucho.– Le dijo Arya.

–Y si alguien te amenaza, tu dale una paliza.

–Ahí, inculcando la violencia a los jóvenes.– Dijo Daniel.

–Vamos a echarte mucho de menos. Yo por lo menos.– Le dijo Terence.

–Yo también. Eres el hermano mayor que nunca tuve.– Terence sonrió.

Ethan volvió a casa por la tarde. No tenía ninguna prisa, así que se tomó su tiempo para volver a casa. Se había quitado la pulsera de control que le marcaba su porcentaje cerebral, así que ahora no era más que otro chico paseando por Los Ángeles.

Al ver su casa sonrió. Se acercó a la puerta, respiró hondo para calmarse y después tocó el timbre. Al escuchar ladrar a Sasha se emocionó, y todavía más cuando su madre abrió la puerta.

–¡Ethan!

–¡Mamá!– Dijo abrazándola.

–Cielo, como me alegro de volver a verte.

–Y yo a ti, mamá. Te he echado muchísimo de menos.– Sasha ladró mientras pegaba saltos para chupar a Ethan.

–Hazle un poco de caso, anda.

–¡Hola, mi reina!– Dijo arrodillándose frente a Sasha y ella empezó a chuparle toda la cara.– Vale, vale. Yo también te quiero.

–¡Ethan!– Escuchó gritar a Lexie desde el otro lado del pasillo mientras corría hasta abrazarle y tirarle al suelo.

–Lex, Dios. Como te he echado de menos.

–Y yo a ti. Te quiero.

–Yo también te quiero.

Ethan se alegraba de haber vuelto, de estar con sus padres, su hermana, su perra, su vida.

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