Capítulo 26

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Todos estaban deseando salir de Fresno. Desde que habían llegado, su suerte no había sido para nada buena, así que todos pensaron que nada podía ir peor.

Por el camino, todo el mundo se quedó mirando como Ethan era capaz de completar dos cubos de Rubik, uno con cada mano mientras contestaba preguntas que Mika le hacía acerca de todos los temas de los que había estudiado.

–Me rindo.– Dijo Mika lanzando su móvil hacía delante, pero antes de que pudiera caer al suelo, Ethan alargó la mano para cogerlo, pero en vez de eso, lo hizo flotar como si estuviera suspendido de un hilo.

–La virgen...– Suspiró Terence.

–¿Como has hecho eso?

–Supongo que... Es como la capacidad coger cosas, pero sin cogerlas. Aunque en realidad, lo siento como si lo tuviera en la mano.– Dijo llevando el móvil de nuevo hasta Mika mientras Vera se reía.

–Yo tener que llevar a ti Rusia.– Dijo Yurgen.– Cuando yo volver, llevarte conmigo y presentar babushka.

–¿Qué?

–Qué te quiere presentar a su abuela rusa.– Le tradujo Terence.

–Babushka ser gran mujer. Yo volver por ella un día Rusia.

–Ya... Pues, me encantaría conocer a tu babushka, pero el frío no es para mí.

–Hombres de Ángeles débiles como mosquitos. ¡Rusos auténticos hombres verdad!

Cuando llegaron a Oakland y encontraron el hotel donde había reservado, ninguno tenía sueño. Habiendo reservado con tan poca antelación, Terence sólo pudo encontrar un hotel de dos estrellas con habitaciones dobles y baño al final del pasillo. No era lo más lujoso en lo que habían dormido, pero al menos no dormían en una fábrica abandonada llena de armas y bombas.

–¿No tienes sueño?– Le preguntó Terence al rato de estar en la habitación con Ethan.

–No. ¿Por qué?

–No sé. Como últimamente dormías mucho, pensé que te apetecería dormir.

–Todavía no tengo sueño. ¿Y tú? Estar a punto de morir por una bomba bajo tus pies debe de ser agotador.

–No te lo discuto.– Se tumbó en la cama.

–Oye, eh... voy a dar una vuelta a ver si me entra el sueño, ¿vale?

–¿A donde? Si tenemos vistas a un descampado. No ha sido mi mejor plan...

–Pues por el hotel. Tu duérmete.

–Recuerda que la última vez que te fuiste solo, te drogaron y secuestraron.

–No te preocupes. Si me pasa algo, grito.

Terence se quedó en la habitación medio dormido mientras Ethan salía al pasillo. El baño era compartido con toda la gente de la planta, por suerte, no era una planta muy grande y todas las habitaciones que estaban reservadas eran suyas, así que técnicamente era como compartir el baño entre ellos.

Al rato de estar paseando por el pasillo, la puerta del baño se abrió. Ethan se dio media vuelta para mirar y vio como Vera se acercaba con el pelo mojado, una toalla al hombro y sólo vestida con una camiseta de tirantes y la ropa interior. Al verla Ethan no supo que pensar. Por un lado se quedó sin palabras, y por otro se preguntaba porque había salido así en un hotel público para llegar hasta la habitación.

–Hola.– Dijo ella cuando se dio cuenta de que no estaba sola.– ¿No tienes sueño?

–No.– Dijo negando con la cabeza.– ¿Y tu?

–Ahora un poco, pero necesitaba pegarme una ducha.

–¿Y tu ropa está...?– Vera se rió.

–Se me han olvidado los pantalones. Creí que lo tenía todo pero no.– Sonrió.– Pero bueno, tu ya me has visto así.

–Si, ya bueno...– Notó que empezaba a calentarse, intentó controlarse un poco y consiguió no prenderse en llamas.– ¿Qué tal tu herida?

–Bien, bastante bien.

–¿Puedo?

–Claro.

Ethan se puso detrás Vera y se agachó para ver como la herida de bala, ahora sin sangrar y cosida, seguía ahí. Tenía bastante buena pinta a pesar de que había ocurrido hace unos tres días, la verdad es que Daniel había hecho una labor increíble como médico improvisado.

–Parece que se cura rápido.– Dijo aún agachado.

–Si, ya apenas duele.

–¿Seguro? No deja de ser un disparo.

–Lo sé, pero puedo andar por mi propio pie. Puedo hacer todo lo que podía antes sin preocuparme.

–Eso es bueno.– Dijo volviendo a mirarla.– No sé dónde estaría ahora sin ti.

–Mejor no pensar en eso...– Sonrió nostálgica.

–¿Va todo bien?– Intentó cogerle la mano del tatuaje, pero ella la apartó para pasarse el pelo tras la oreja.

–Si, si. Perfectamente. Solo estoy cansada.

–Entonces, ¿nos vemos mañana?

–Si.– Le miró a los ojos.– Mañana.

–Vale...

–Hasta mañana.

–Hasta mañana.

Vera salió de allí más rápido de lo que Ethan pensaba. Durante años, había  aprendido con su madre la psicóloga a identificar cuando alguien no estaba bien. Y Vera no parecía estarlo. Pero antes de que pudiera preguntar, ella ya se había ido, así que pensó que lo mejor sería dejarla descansar y ver si mañana estaba mejor.

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